Contador dispara la primera bala en el Giro para ser recordado eternamente

“A veces es difícil para mí estar en el pelotón”. Para ser ciclista hay que tener algo de culo inquieto. No es un deporte tranquilo en el que puedas entrenar una horita al día y juegues y lo puedas jugar al lado de casa. Si uno se quiere dedicar en serio a esta sacrificadísima disciplina tiene que asumir que la familia será parte de su vida en bodas, bautizos y comuniones, si es que el calendario lo permite. Que durante unas cinco horas al día estará fuera, haga calor o frío, forzando los músculos en una subida o luchando contra un reloj. Alberto Contador es uno de esos, y su palmarés (el oficial y el oficioso) dice que es de los mejores. Y por eso, porque es de los más inquietos, fue por lo que a la quinta etapa empezó a romper el Giro.

En realidad, ser líder en la quinta etapa no significa prácticamente nada. Es poco más importante que coger la maglia rosa en cualquiera de las anteriores cuatro etapas y poco menos que en las siguientes dos. Y por tanto, perder el rosa en estos momentos no sería en absoluto un trauma para Contador, ni para él ni para nadie. Bien es cierto que a otros corredores con las expectativas más bajas les hará más ilusión. Pero para Contador sólo es un día más en el trabajo, que tan sólo se podrá cumplimentar si sale de Turín camino de Milán también vestido de rosa. De lo contrario, subir al podio en Abetone será simple parte de la estadística.

El Giro auténtico empezará el sábado 16, con la primera etapa de alta montaña de verdad, con un final en Campitello Matese de primera categoría. A partir de ese día será cuando de verdad importe quién es el que porta el distintivo de líder. Hasta entonces, es accesorio. Pero Contador está con ganas y se le nota. Su penúltimo año como ciclista profesional quiere que sea el mejor de su carrera y para ello se ha preparado a conciencia en suelo suizo, donde reside junto a otro nutrido grupo de ciclistas de alto nivel. Quiere que sea histórico, fantástico… o como dice el mismo, un motivo para “recordarme más” en el futuro.

Porque a alguien que ha ganado dos Tours, un Giro y tres Vueltas no puede conformarse con ganar otra vez alguna de las tres, ni siquiera ganar las tres por separado. “Sé que ganar el Tour es dificilísimo y probablemente no lo gane, haga el Giro o no lo haga. Pero si en un momento dado ganara el Tour, mi carrera no iba a ser recordada por ganar un Tour más. En cambio, si consiguiera el Giro y el Tour el mismo año sería algo diferente: se recordaría más”, dijo el de Pinto en una entrevista antes de subirse a su burra del Tinkoff-Saxo en el Giro. No acepta irse con un palmarés normal, a la altura de otros grandes no tan grandes. Persigue ser leyenda, como lo fue Induráin.

El tiempo se le acaba si quiere cumplir ese reto. Le quedan dos temporadas por delante para hacer lo mismo que ya hizo el navarro dos años seguidos. Aunque si en algo ya ha superado a Induráin es en ganar las tres grandes rondas mundiales, lo cual hizo en poco más de un año (entre 2007 y 2008 ganó Tour, Giro y Vuelta, por ese orden). Los plazos se acaban, y por tanto, haga o no haga lo que tiene pensado hacer, que es ganar Giro y Tour, no tiene pinta de que pueda con el siguiente reto: ganar las tres grandes en una misma temporada. “¿Ganar las tres? No sé si es imposible. Habría que verlo”, dijo el pinteño.

@BrenpCom
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