Anfield no permitirá jamás que su capitán, Steve Gerrard, camine solo
Era el día que todo el mundo estaba esperando y que nadie quería que llegase. Pero como absolutamente todo en esta vida, se acaba. A partir de este día, Anfield estará más vacío, no estará completo, porque ha perdido una de las partes más importantes de su historia. Decir adiós es sencillo, pero no si se dice adiós a Steve Gerrard, uno de los mejores jugadores del Liverpool de siempre. Se despidió con una derrota, pero pocos se acordarán alguna vez que el Pool perdió 1-3 contra el Crystal Palace aquel partido. Recordarán que vieron marchar a un ídolo, a una leyenda, a un mito. ¡Qué digo adiós! Fue sin duda un ‘hasta luego’, porque Gerrard volverá a Anfield de alguna manera. 28 años de una vida no se borran de un plumazo.
Antes de pitar el inicio, Gerrard fue recibido con un precioso pasillo de ambos equipos y, acompañado por sus tres hijas (la pequeña siempre en sus brazos), recibió todo el cariño de su afición. El encuentro comenzó muy bien para los locales, ya que al filo de la media hora de juego se adelantaron en el marcador gracias a un tanto de Adam Lallana. El internacional inglés dedicó el tanto a Gerrard mientras la afición de Anfield coreaba el nombre del eterno 8. Sin embargo, minutos antes de que el árbitro pitara el final de la primera mitad, Jason Puncheon subió las tablas al marcador gracias a un magistral tanto de falta directa.
En el minuto 60, Wilfried Zaha, un red devil infiltrado en el Palace, que había saltado al terreno de juego 22 segundos antes, puso por delante al Palace. Con el tiempo ya cumplido, y con el Liverpool volcado al ataque buscando el empate, una falta fuera del área del brasileño Lucas Leiva sobre Zaha lo castigó el árbitro como penalti: Glenn Murray, que falló el primer disparo, recogió el rechace y subió el definitivo 1-3 al marcador de Anfield.
Vídeo: Gerrard toca por última vez el mítico This is Anfield.
Pero lo importante, lo que pasará a los anales del fútbol fue lo que vino después. Todos los jugadores del Palace se abrazaron con Gerrard, que ya no era un enemigo, sino alguien al que admirar por siempre. Anfield estaba engalanada: por todas partes se veían carteles, pancartas y dorsales 8 por todos lados. Gerrard y sus compañeros se marcharon a vestuarios para vestirse con las camisetas de la próxima temporada y todos con el número y el apellido del capitán a la espalda.
Una vez regresaron al césped, el estadio se fundió en un abrazo invisible con su líder. Éste, todo elegancia y porte, fue un caballero británico y a la primera parte del campo que agradeció el cariño fue a la visitante, que también se quedó para ver cómo Gerrard se marchaba de su casa. Después, Steven recordó su primer partido, ese que se jugó hace 17 años, como el mejor momento de su etapa en Anfield, o al menos con el que se quedaba… porque será difícil elegir otro mejor día que cuando levantó la Copa de Europa en 2005. La vuelta de honor se le hizo eterna, siempre evitando las lágrimas que le amenazaban con brotar. Al final, eligió acabar la agonía con la foto con su familia: sus compañeros. Gerrard se marcha a Los Ángeles, pero el mito se queda en Anfield.
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