Zack y King recibieron agua bendita para dejar de pelear
Zack es muy creído y no tolera a King. Es un gatito siamés que se siente el dueño de la familia Acosta Andrade.
Hace un año y medio que llegó a ese hogar y está convencido de que es el alfa (líder) del hogar, a pesar de que King, un perro runa (mestizo), vive con la familia desde hace 12 años.
Cecilia Andrade, la propietaria de los dos animales, contó que -en el sentido literal de la palabra- se llevan como gatos y perros. «Zack le busca la pelea a King y él se esconde. El gato es muy celoso cuando se le acercan», mencionó.
Aún así, los dos animales son considerados como los «hijos chiquitos» de la familia, comentó su esposo Gunter Acosta.
Por esa misma razón, este jueves 4 de octubre, la pareja llevó a sus mascotas a la iglesia de San Francisco (centro de Quito) para participar en la tradicional bendición de animales.
Este acto se realiza a propósito del Día de San Francisco, patrono de los animales. La jornada también se la conoce como el Día de los Animales. Este acto se cumplió en otras ciudades como Guayaquil, Loja, Cuenca, Zamora.
En Quito se cumple desde hace varias décadas y con el tiempo tiene mayor concurrencia, a decir del padre Freddy Sucusañay, quien echó el agua bendita a un centenar de mascotas, que llegaron desde La Ecuatoriana, La Marín, Chillogallo, El Tejar, El Pintado…
Diego Albán llegó desde La Tola para que sean benditos sus dos chiguaguas: Osito (7años) y Micaela (9 meses), su hija. Cada uno llegó vestido con diminutos trajecitos en tonos verde militar y una correa para mantenerlos controlados. «Para mí son como mis hijos porque se merecen atención y cuidado», expresó.
Mariana Montenegro, en cambio, llegó con Caramelo, otro perrito «cruzado» que recibió la bendición por tercer año consecutivo.
La mujer habló sobre la importancia que se debe dar a las mascotas. Dijo que estos actos son para reflexionar que son seres de compañía. «No solo es el perro que cuida la casa. Es un miembro de la familia».
El mismo sentir manifestó Carmen Albán, moradora del sector de los Dos Puentes. La mujer trajo a su perrita french poodle, Lindsay (9 años) y a su cachorro Tomás (2 años).
Fue la primera ocasión que trajo a sus mascotas porque quiso que tengan un contacto con Dios. Aunque no pudo hacer lo mismo con Lucas, un pastor alemán, inquieto y peleón. «Quiero que el agua bendita los proteja de cualquier mal», sostuvo.
A diferencia de otros años, la bendición de las mascotas se realizó afuera de la capilla. Cumplir con el acto no fue tarea fácil ya que fue complicado organizar a los fieles en dos filas junto con sus animales. También hubo chanchos, gallinas y conejos.
Muchos de los perros se mostraron inquietos al ver a otros perros, especialmente si estaban en celo.
Ese no fue un problema para la pareja Acosta Andrade. A pesar del tumulto, alzaron en brazos a Zack y a King y esperaron a que caiga el chorro de agua bendita. «Me llevo a mis animales bien benditos, ojalá así dejen de pelear», comentó Cecilia. (I)