Una fábrica de misiles teledirigidos contra las enfermedades
El virus del sida es un enemigo escurridizo. Hasta ahora no ha sido posible crear una vacuna que proteja lo suficiente contra el microorganismo y uno de los motivos es que de momento solo se ha utilizado una proteína como señal para que el sistema inmune identifique la amenaza y la ataque después, cuando se la encuentre. Ahora, un equipo de la Universidad de Santiago de Compostela dirigido por María José Alonso ha empleado la nanotecnología para diseñar una vacuna que supere esas limitaciones. “Como una sola molécula no ha funcionado, lo que hacemos es administrar doce moléculas, doce trocitos de proteína empaquetados de tal manera que los hacemos atractivos para el sistema inmune”, explica Alonso.
Al incluir doce moléculas, se abarca un mayor espectro del sistema inmune y hay más posibilidades de que se logren los efectos de protección deseados. Además, el nanoempaquetado, que se podría aplicar a otros fármacos, evita algunos problemas que tienen las vacunas actuales. Para introducir las proteínas que actuarán como antígenos y que el sistema inmune los reconozca. Ahora las proteínas “se administran en geles de aluminio donde se pegan los antígenos”, apunta Alonso. Y añade: “Eso es una porquería y una forma bruta de presentarlo, pero sin el aluminio, las proteínas pasarían desapercibidas para el sistema inmune”. Este elemento, sin embargo, tiene el inconveniente de que provoca reacciones de rechazo.
La nanomedicina permitiría aplicar vacunas sin necesidad de agujas y evitar así contagios
Con el nuevo sistema de introducción, se evitan las reacciones y se logra una segunda ventaja que puede ofrecer ganancias adicionales. “Cuando trabajé para la Fundación Gates, intentaban producir vacunas que se pudiesen aplicar sin agujas. En los países en desarrollo comparten las jeringuillas y se están transmitiendo enfermedades a través de la misma vacunación”, cuenta Alonso. La nanotecnología permitiría introducir el fármaco por vía nasal, algo que no es posible con los geles de aluminio porque no pueden atravesar la mucosa.
El ejemplo de la vacuna frente al virus del sida es un ejemplo del potencial de los nanofármacos para la medicina. En general, se trata de una especie de misiles teledirigidos contra la enfermedad, capaces de llevar una potente terapia justo donde se necesita reduciendo al máximo los efectos secundarios. Estos productos, sin embargo, tienen un problema. Sus características innovadoras hacen que muchas veces no se puedan producir en las fábricas de fármacos normales o se tengan que producir en cantidades demasiado grandes para los objetivos que persiguen: en muchos casos poner a prueba medicamentos experimentales antes de realizar los grandes ensayos que los podrán llevar al mercado.
Para solucionar ese problema, Europa ha puesto en marcha el proyecto Nanopilot. «Cuenta con una financiación de 6,28 millones de euros por su programa de impulso a la I+D Horizonte 2020 y servirá para construir una pequeña planta de fabricación de nanofármacos en el centro tecnológico Cidetec de San Sebastián», explica Carolina Egea, directora de negocio de la empresa Mejoran, otro de los socios que pondrán en marcha este proyecto. En una colaboración que unirá las partes más científicas del diseño de fármacos, con aspectos más relacionados con los procesos de producción que permiten escalar los procesos de los laboratorios, el equipo de Egea se ocupará de la adaptación de esta planta de producción a las necesidades de los nanofármacos o la formación necesaria para que los profesionales sepan adaptar la tecnología de producción de estos nanofármacos a los requisitos de calidad de la Agencia Española del Medicamento (AEMPS).
“Llevamos tiempo invirtiendo dinero en nanotecnología y parece que en farmacia puede venir un gran boom, por ejemplo para mitigar efectos secundarios o mejorar la eficiencia de los tratamientos”, señala la coordinadora del consorcio europeo Iraida Loinaz, jefa de la Unidad de Biomateriales de la Fundación Cidetec, el centro tecnológico en el que se construirá la planta piloto. En esta entidad se tratará de que los nanofármacos se puedan producir en pequeñas cantidades y, al mismo tiempo, cumplan con los requisitos de seguridad de la AEMPS. En último término tratarán de trabajar para terceros, y producir fármacos fácilmente escalables y que puedan llegar al mercado.
Nanopilot, un consorcio de nueve entidades europeas, probará la eficacia de su fábrica con dos medicamentos más además de la vacuna contra el VIH. Uno de ellos será un tratamiento para el dolor ocular, desarrollado por Sylentis, una compañía de la farmacéutica Zeltia especializada en fármacos que aprovechan la función del ARN silenciador para detener procesos patológicos. Este mecanismo del cuerpo humano permite que la célula ya no produzca algo cuando no hace más falta. La biotecnológica utiliza esas moléculas para silenciar la actividad de genes que funcionan erróneamente y producen, por ejemplo, dolor en el ojo.
La UE dedicará al proyecto 6,28 millones de euros durante los próximos cuatro años
Según explica Ana Isabel Jiménez, responsable de Nanopilot en Sylentis, “por las propias características del ojo, que a través del pestañeo o del lavado del ojo a través de las lágrimas, los fármacos que se le aplican para estos problemas duran poco y pierden rápido su efectividad”. La aplicación de la nanotecnología, que permitiría llevar el medicamento de una manera mejor dirigida mantendría el efecto del fármaco. “Los pacientes podrían aplicarse el tratamiento una vez cada varios días en lugar de una vez cada pocas horas, evitando así problemas como el enrojecimiento y otros efectos secundarios”, señala Jiménez.
El proyecto europeo quiere poner en marcha un sistema de fabricación que aún está dando sus primeros pasos en todo el mundo. De momento, existen unos 250 productos que emplean técnicas de nanomedicina en el mundo, buena parte de ellos en fases de investigación. Y 120 de estos últimos tienen como objetivo el tratamiento del cáncer, un tipo de enfermedad en el que la especificidad y la reducción de efectos secundarios hacen a los nanofármacos especialmente interesantes. La planta piloto de San Sebastián puede ser una muestra de cómo se producirán los medicamentos del futuro.
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