Una empresa donostiarra crea unos sensores sin batería para los neumáticos

En EEUU los nuevos modelos de automóvil deben incorporar por ley un sistema de monitorización que avise a los conductores si la presión de los neumáticos es anormal. Lo mismo sucede en Europa desde noviembre de 2014. Los sensores existentes incorporan una pequeña batería, que supone un coste ecológico y ambiental importante si se tiene en cuenta una flota de millones de coches de cuatro ruedas. Una pequeña empresa de San Sebastián ha optado por evitar estos gastos de una forma tajante: eliminando las pilas.

¿Cómo es posible que un sensor inalámbrico funcione sin estar conectado a la corriente eléctrica o a una batería? “No es magia, se alimenta de las radiofrecuencias que sirven para contener tanto energía como información”, aclara a Teknautas el investigador de Farsens responsable del proyecto, Daniel Pardo. Esta tecnología RFID (del inglés Radio Frequency Identification) contiene antenas que les permiten responde a radiofrecuencias recibidas: un ejemplo son las pegatinas que actúan como alarma en muchas tiendas.

Basándose en esa tecnología, esta empresa vasca ha desarrollado un chip que, además de comunicarse con los lectores de RFID a través de radio, también da la medida de un sensor. En este caso, Pardo ha optado por medir la presión de los neumáticos por su utilidad comercial, pero podría utilizarse en infinidad de situaciones, desde medir temperatura a luminosidad. “El único requisito es que el sensor sea de bajo consumo”, asegura el investigador. Sólo entonces es factible que funcione de forma inalámbrica y sin baterías.

 

Los coches ya advierten de un sinfín de situaciones, desde el bajo nivel de aceite al fallo de una luz. El siguiente paso es alertar del estado de una de las partes más importantes del vehículo: los neumáticos. La instalación de este tipo de sensores aumentaría la seguridad, ya que el correcto inflado de las ruedas repercute sobre la frenada. El menor peso de la rueda junto a la optimización de su uso contribuiría al ahorro de combustible y, por ello, a una menor contaminación: no sólo se gastaría menos gasolina sino que la goma duraría más. Y eso sin olvidar la eliminación de un elemento tan contaminante como son las pilas.

La instalación de estos sensores aumenta la seguridad, reduce el consumo de gasolina, alarga la vida de los neumáticos y protege el medioambiente

La utilidad de esta tecnología, apoyada por un marco legal que obliga a su instalación, provoca que Farsens no sea la única empresa que trabaja en este sentido. El problema es que el resto de sensores funcionan con una pequeña batería que además se gasta y al final hay que cambiar. La innovación de Pardo consiste en eliminar este componente de su sistema.

Eliminar una pequeña batería de un diminuto sensor en un coche que vale miles de euros puede parecer irrelevante en cuestiones de ahorro, pero como explica Pardo, “cada céntimo cuenta”. Una industria que fabrica millones de vehículos puede ahorrar grandes cantidades de dinero si prescinde de cuatro de estos componentes por automóvil. Según el investigador, su tecnología supondría ahorros de entre el 20 y el 30% respecto a los sistemas actuales. No cree que el conductor se beneficie de estas ventajas económicas (al margen de la seguridad que los avisos conllevan), pero sí asegura que para las compañías de automóviles podría suponer una gran diferencia.

Neumáticos de 5.000 euros

Pardo ha comenzado a instalar estos sensores sin batería en camiones de gran tonelaje. Se trata de un sector donde cada rueda es más alta que una persona y puede costar hasta 5.000 euros. En este sector, cualquier tecnología que optimice el uso de las ruedas y alargue su vida útil vale su peso en oro.

La idea es que la tecnología vaya incluida en la válvula del neumático, pero de momento se está probando una solución intermedia. El sensor se monta sobre un parche colocado en la parte interior de la goma con el que se puede medir la presión y la temperatura desde fuera con un sensor de mano. El próximo paso es introducir el sistema en el interior y ampliar el mercado, desde vehículos hasta aviones.

Pardo ya ha enseñado los primeros prototipos de estos sensores en la Electronica 2014 de Munich y asegura que la UE les ha dado apoyo financiero en forma de proyecto. Farses es una empresa de once personas, por ello ha decidido aliarse con una compañía de componentes para automóviles para introducir el pie en la industria. Su objetivo es poder comercializar la tecnología en un par de años.

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