Nati y Justo ya tenían tres hijos (dos chicas, de 15 y cinco años y un chico de 10) cuando supieron que venían gemelos. Nacho y Javi nacieron en 1990. Solo les separan cinco minutos. El mayor es Javi, pero Nacho está seguro de que se confundieron más de una vez durante su infancia y es posible que les cambiasen la identidad. Además, él fue el primero en venir a Silicon Valley. Un argumento que utiliza cuando quiere ganar autoridad. Se quieren, se respetan y se valoran, pero no dejan de competir entre sí y con el entorno en todo momento. No han cumplido 25 años y están en la cima del mundo, de su mundo.
Nacho llegó bajo el programa Jóvenes con Futuro que promueven StepOne y la Fundación Rafael del Pino. En 2011 vio un cartel por los pasillos de la Universidad de Alcalá, ya trabajaba creando Ticketea, era el cuarto empleado. Hizo las pruebas, pensó que no le escogerían por no haber terminado la carrera. No repararon en ese detalle, pesó más su brillante demostración. Así llegó a Mind Snacks, una aplicación de pasatiempos, hoy llamada Elevate Labs, en donde estuvo tres meses como becario. “Sentí cierta discriminación por no ser americano, pero a los tres meses me contrataron como uno más, a tiempo completo”, explica. Su labor pronto tuvo un laurel codiciado: Apple los reconoció como aplicación del año en el ámbito educativo.
No solo no volvió a pisar las aulas de la facultad, sino que arrastró a su hermano gemelo consigo. Tras una visita en Navidad junto a los padres, Javi decidió hacer las maletas y probar suerte. Hoy trabaja en Twitter, formando parte del equipo de Fabric, una herramienta para que otros programadores creen aplicaciones basándose en la red social. Antes vivió una experiencia pionera, ya que fue programador líder de iOS en Pebble, que en lenguaje llano significa que fue el que ideó cómo el primer reloj inteligente de consumo masivo se entendía con los móviles de Apple. En España trabajó en MiNube, también con el móvil y la tableta de Apple. La empresa de la manzana también tuvo un galardón para su labor. De manera conjunta reconocen el boom: “Estamos aquí gracias a que aprendimos a programar para estos aparatos. Han creado algo que antes no existía, un nuevo mercado”.
Antes de llegar a San Francisco, Nacho ya había creado Sayonaraapp, una herramienta para saber quién dejaba de seguirte en Twitter. “Tuvo bastante éxito entre las agencias de redes sociales”, subraya. Hoy es programador en Khan Academy, una organización sin ánimo de lucro empeñada en cambiar cómo se aprende cualquier materia con el uso de tabletas. Comenzaron con las matemáticas y, poco a poco, han ido ampliando el catálogo.
Su primera experiencia laboral fue en el verano de primero de Bachillerato. Programaban desde los 10 años, pero no eran conscientes de ello, sencillamente hacían páginas web. Un profesor de filosofía del I.E.S. María Moliner de Coslada, donde estudiaban. Les hizo ver que eso que ellos consideraban un pasatiempo, hacer páginas web, podría ser un medio de vida. Les ayudó a encontrar unas prácticas y comenzó una historia de no parar.
Estamos aquí gracias a que aprendimos a programar para estos aparatos»
De esa época les queda una peculiar manera de aprender. Cada uno asume una materia distinta, después se la explican el uno al otro. Cuando programan juntos, también se reparten las tareas, se entienden casi sin hablarse. “Vamos el doble de rápido”, cuentan.
Ambos defienden el papel de la universidad. Por un lado, porque son conscientes de que su caso no es la norma. Por otro: “Está muy bien aprender haciendo, pero no hay que perderse en el camino. Yo no quiero ser solo un empleado, sino un buen programador”, matiza el menor, solo por cinco minutos, de los Soto.
Desde su infancia practican un deporte en el que no sudan y no necesitan ponerse ropa para entrenar. Practican el ajedrez y siguen de cerca su evolución. Vivir en Estados Unidos les permite ir cada año a la Sinquefield Cup de Saint Louis. Se toman fotos con los cabezas de cartel con la misma devoción por los ídolos que los asistentes a un festival de rock. “Pasamos más de 7 horas allí, de pie, observando, analizando. Es apasionante”, dice el mayor. Sienten especial predilección por un jugador, Magnus Carlsen. Nacieron el mismo año y han pasado la infancia admirando sus hazañas, recordando las partidas como muchos otros niños hacen con los goles de Messi.
Celebraron la llegada del Apple Watch con la misma ilusión con que esperaban a los Reyes Magos. En lugar de poner los zapatos y cubos de agua para los camellos, se juntaron con un par de botellas y los ordenadores listos para ser los primeros reservarlo. Al mismo tiempo, comenzaron a programar la aplicación de sus sueños: Watch Chess App, una aplicación para seguir las partidas en el reloj de Apple en tiempo real. Han creado lo que a ellos les gustaría encontrar en la tienda de aplicaciones, lo que sentían que faltaba en un nicho cada vez más creciente. El día 24 de abril, la fecha escogida por para lanzar el nuevo producto, ya tenían el reloj en la muñeca y la aplicación lista para descargar en la AppStore.
Cuando programan juntos, también se reparten las tareas, se entienden casi sin hablarse. “Vamos el doble de rápido”
Lo hacen por afición pura, por saciar su curiosidad y su pasión por la programación y el ajedrez. Aún así, no han encontrado un proveedor de directos para las partidas. Ninguno de los medios especializados en este arte cuenta con una aplicación para el reloj de Apple. Sin proponérselo, tres años y medio después de llegar a la Meca de la tecnología, se convertían en pioneros.
Nacho aprovecha para dar un consejo a los que decidan seguir sus pasos: “Involúcrate. Si estás en Estados Unidos, vive como lo hacen aquí y haz amigos que sean de aquí”. Javi invita a probar suerte: “Tenía Silicon Valley idealizado, pensaba que no tenía el nivel, que quizá lo intentaría cuando tuviera 30 años y, mira, aquí estoy”. También, que se debe pensar con ambición. “En España está mal visto. Aquí es al contrario, debes pensar a lo grande. En general, creo que mi hermano y yo sabemos ser felices, pero tengo claro que aquí se vive para trabajar y en España se trabaja para vivir”, zanja.
Cuando Facebook comenzó a cotizar en el Nasdaq, en la documentación para los inversores potenciales incluía una advertencia. La empresa podría peligrar si faltaban Mark Zuckerberg, consejero delegado y fundador, o su número dos, Sheryl Sandberg, que acaba de enviudar. El pasado viernes Silicon Valley se conmocionó por la abrupta muerte a los 47 años de Dave Goldberg (Minneapolis, 1967), uno de los emprendedores más carismáticos y esposo de una de las mujeres más poderosas del mundo tecnológico.
El lunes se conocieron los datos concretos de su muerte, ocurrida en la cinta de correr de un complejo de vacaciones en Punta Mita (México). Cayó y recibió un golpe en la cabeza que le ocasionó una pérdida masiva de sangre. Su deslumbrante carrera comenzó a finales del siglo XX, en la primera era puntocom, antes del estallido de la burbuja, con la creación de Launch en 1999, una revista que vendió a Yahoo! por 12 millones de dólares. En 2007 fichó por el fondo de inversión de capital riesgo Benchmark. Ahí comenzó su exitosa trayectoria rastreando startups. Entre sus obsesiones estaba mantenerse financieramente dentro del ecosistema tecnológico, sin necesidad de salir a Bolsa. A sus ojos era innecesario. En varias ocasiones defendió que se trataba más de una cuestión de ego de los fundadores que de una fórmula adecuada. De ahí dio el salto a SurveyMonkey, una web dedicada a la creación de encuestas y formularios muy popular en Internet, cuya valoración supera los 2.000 millones de dólares.
Entre las empresas que más y mejor asesoró se encuentran las redes sociales Nextdoor y Ancestry. La primera es para que los vecinos se conozcan. La segunda, para conectar familiares.
El funeral se celebró el martes en la universidad de Stanford. La entrada fue bajo estricta invitación e incluía una petición: “Nada de corbatas, en honor a su memoria, pues él las odiaba”. El humor, precisamente, era uno de sus rasgos más marcados. También su feminismo. Se pronunció varias veces a favor de la igualdad en las oportunidades de progreso laboral y remuneración.
En el corazón de la favela más poblada de São Paulo, donde cerca de 200.000 habitantes no son dueños ni de sus propias casas, Mark Zuckerberg acaba de plantar una semilla que puede rendirle millonarios beneficios. Facebook ha inaugurado en una callejuela de Heliópolis, a ocho kilómetros del centro de la ciudad, un laboratorio con 15 ordenadores donde instruirá a los vecinos a usar con responsabilidad la Red, pero, sobre todo, enseñará a los 5.000 pequeños emprendedores de la comunidad a crear páginas para sus negocios, alimentarlas con contenido y promocionarlas con la publicidad del propio Facebook, anuncios que desde un real (30 céntimos de euro) prometen alcanzar los muros de miles de potenciales clientes.
Por primera vez en sus 11 años de vida, Facebook invierte en una favela, un gigantesco y creciente mercado ignorado por muchos, pero en el que ya han entrado marcas como Coca-Cola y Ambev, la mayor cervecera de Brasil.
Heliópolis, donde el tráfico de drogas continúa siendo un poder paralelo en la comunidad, es para la compañía un “excelente terreno de pruebas”. El país, que ha asimilado la red social como parte de su cultura, se presenta además como un impresionante laboratorio: el tiempo que pasan los brasileños navegando en Facebook supera el tiempo que argentinos y mexicanos juntos pasan conectados a Internet, según un estudio de la medidora de audiencias ComScore. En Heliópolis, aunque el 90% de los vecinos tiene un perfil, según cálculos de Facebook, solo el 14% de los pequeños emprendedores posee una página para su negocio —la mayoría promociona sus productos en sus páginas personales—.
Eder Camargo, de 32 años, es uno de los clientes ideales para el experimento de Facebook. Este peluquero, desterrado a los 16 años por su familia evangélica por ser gay, llegó a la favela después de años viviendo las penurias de la calle y cumplió aquí su sueño de montar su propio negocio. “Facebook es una máquina que me ayudó mucho a promocionar el salón, tengo clientes de otros barrios que vienen aquí gracias al perfil, pero yo no sé utilizar una página profesional”.
A cuatro calles de la peluquería, Fernanda Bianca, de 24 años, enseña la página que creó para promocionar el trabajo de su madre, Marlene: limpiadora por horas y ayudante de barbacoas. A la señora, que aún se niega a unirse a la red social, le llueven las ofertas y sus jefas escriben comentarios para alabar su trabajo.
Facebook dobla el beneficio anual
Eres lo que ‘te gusta’
Facebook traza sus líneas rojas
Estas son las imágenes que Facebook no quiso que vieras
¿Apartheid en los centros comerciales de São Paulo?
Si el experimento funciona y pequeños empresarios como Camargo o Marlene comienzan a usar y pagar por los servicios de la red social para promocionar sus negocios, la empresa de Silicon Valley pretende llevarlo a otras comunidades pobres en otras economías emergentes. “Es el proyecto más importante de este año en América Latina”, mantiene Patrick Hruby, líder de los programas para pequeñas empresas en la región. “Es un piloto de algo que puede convertirse en viral, una posibilidad que hasta ahora no estaba en nuestro radar y que puede crear riqueza en la comunidad”, completa Hruby.
La idea de conquistar este nicho de mercado no surgió de prestigiosos publicitarios, sino de un comerciante de la favela más poblada de Brasil, la Rocinha, en Río de Janeiro. André Martins, dueño de un bar de bocadillos, atiende los pedidos a domicilio de sus clientes por el chat de Facebook y afirma que la red social catapultó su negocio. La historia de Martins inspiró a la compañía. Hoy Facebook invierte en las favelas.
Máximo Cavazzani, creador de ‘Apalabrados’ y ‘Preguntados’..
Villa Urquiza no es Silicon Valley. Es un barrio de Buenos Aires con casas de dos plantas donde viven familias de clase media. Nada de oficinas con ventanales espejados. Entre las viviendas se erige una planta textil de ladrillos gastados y vidrios esmerilados. Ningún cartel indica su nombre en la puerta de la calle Capdevila, pero se llama CD Way. Tampoco nada indica que la primera planta de la fábrica está alquilada a Etermax, la empresa argentina de videojuegos que creó Apalabrados, la aplicación más descargada en España durante dos meses de 2012; y Preguntados, que desde hace semanas también es la número uno allí y cuya versión en inglés, Trivia Crack, batió este año la marca histórica de 66 días como la app más descargada en EE UU.
Cavazzani: “Los juegos son el motor que mueve las tecnologías”
El creador de ‘Apalabrados’ se vuelve preguntón
Adictos a las palabras
Scrabble intenta parar el éxito de Apalabrados
Son las cuatro de la tarde y Máximo Cavazzani, el ingeniero en sistemas de 29 años propietario de Etermax, toca el timbre de la fábrica. Una secretaria le abre y sube a saltos por la escalera hasta su oficina. Delgado, con barba, vestido con camiseta como casi todos los 85 empleados que allí trabajan, Cavazzani rehusó trabajar en la CD Way, la empresa textil de su padre, pero le alquiló el espacio para las oficinas. Primero usó una pequeña sala con un escritorio en la que, con dos compañeros de la facultad, comenzó a idear en 2009 su primera aplicación para comprar y vender acciones, iStockManager. El operador bursátil en línea norteamericano Ameritrade contrató la app.
“Las ideas son mías, pero lo difícil es llevarlas a cabo”, explica Cavazzani, que empezó a los 23 años con su empresa. “Hacíamos cosas equivocadas, aprendimos las nuevas tecnologías y hoy podemos resolver los problemas de sistemas más complejos del mundo”, cuenta en un salón de reuniones en el que a un costado se amontonan revistas con entrevistas suyas.
En 2011 Cavazzani apostó por primera vez al desarrollo de una aplicación de un juego. Buscaba un producto más masivo que el financiero. Y así fue cómo creó su versión del Scrabble para teléfonos inteligentes, Apalabrados. Ni en Argentina ni en el resto de Latinoamérica esos equipos estaban entonces muy expandidos en el mercado, pero sí en España. Este joven de hablar rápido aún no era profeta en su tierra. Quería serlo y lo logró con Preguntados, el juego de preguntas y respuestas que se le ocurrió en julio de 2013. “Buscábamos un juego con la dinámica de la red social, que no demandara que todos los jugadores se conectaran a la vez. Los juegos de preguntas y respuestas son muy exitosos en el mundo, pero no estaban bien llevados a los móviles”, recuerda Cavazzani. Entonces concibió un sistema por el que los jugadores proponen un millón de preguntas diarias, que son seleccionadas de forma automática y calificadas por otros participantes.
Hacíamos cosas equivocadas, aprendimos las nuevas tecnologías y hoy podemos resolver los problemas de sistemas más complejos del mundo
Preguntados arrasó desde principios de 2014 en Latinoamérica, luego en EE UU y Canadá y ahora también en España. En diciembre, Cavazzani no se despegaba del ordenador mirando cómo su aplicación subía en el ranking de las más bajadas en el mercado más competitivo del mundo, el norteamericano. Ahora, Etermax suma 20 millones de usuarios diarios, de los cuales 19 millones son de Preguntados, Trivia Crack y sus versiones en otros idiomas, como catalán, ruso, holandés, japonés o alemán.
A Cavazzani no le sorprende que en Villa Urquiza haya nacido un fenómeno que superó en popularidad a juegos como Draw Something o Candy Crush. Argentina exporta más software y servicios informáticos que carne vacuna, leche o piel. Supera a cualquier otro país latinoamericano. El último reconocimiento le llegó esta misma semana al ser nominado al premio a mejor juego de aplicación en móviles en el Mobile World Congress de Barcelona, al que Cavazzani acude este jueves.
Eric Ries tuvo la fortuna de estar en el momento y lugar apropiados. Su nombre está asociado al dinero fácil que rodea a las startups de éxito en Silicon Valley, pero, tras un traspié, Ries recogía velas en la universidad. Atrás dejaba una sólida reputación como organizador de alocadas fiestas en las que cuentan que dilapidó una cifra escandalosa. Sin embargo, la suerte no lo había abandonado. Allí conoció a dos de los mayores teóricos en modelos de gestión, así que Ries no dejó pasar la oportunidad y aunó sus enseñanzas: nacía el lean startup o emprendimiento ligero.
Se trata de una de las muchas leyendas que alimenta ese hervidero de creación que desde California está cambiando el mundo. Lo constatable es que Eric Ries, hoy con 35 años, publicó El método lean startup (Deusto Ediciones, 2012), y que en su breve recorrido se ha transformado en una auténtica brújula para el lanzamiento de negocios. Por cierto, los dos influyentes teóricos de Ries son Steve Blank, creador del customer development methodology (metodología del desarrollo de clientes), y Kent Beck, uno de los impulsores del agilismo empresarial, según cuenta Mario López Ávila, consultor y profesor de IE Business School, que se ha convertido en un apasionado divulgador de la teoría.
El lean startup apuesta por el uso de la metodología científica centrada en el interés del consumidor para facilitar la que quizá sea la gran enseñanza de Ries: el empresario que triunfa es el que aprende más rápido. “Cuando se trabaja en un producto muy novedoso se genera incertidumbre, lo que hace imposible trazar un plan empresarial a un año”, explica López Ávila. “Debes moverte dando pasos cortos y saliendo a la calle para recabar el feedback de tu potencial cliente. Se trata de ofrecer el producto lo antes posible y analizar la respuesta del mercado a través de test, encuestas o entrevistas que validen o invaliden tus hipótesis. La información recabada en este proceso servirá para seguir trabajando”.
Este modelo, que se puede sintetizar en “construye, mide y aprende”, resulta de especial interés para los proyectos empresariales “con un fuerte componente de innovación”, explica López Ávila. “No hay otras experiencias a las que mirar, por eso es tan útil construir algo barato y rápido que se pueda presentar”. Es el producto mínimo viable sobre el que empezar a trabajar. En el caso de Arash Ferdowsi y Drew Houston, creadores de Dropbox, se utilizó un sencillo vídeo en el que se presentaba la propuesta de almacenamiento en la nube. Las miles de interacciones que se consiguieron en las primeras 48 horas confirmaron que la propuesta interesaba. “Lo importante es cerciorarse de que cubres una demanda real, analizar el uso que da tu cliente y mejorar tu oferta”, sintetiza López Ávila.
Desde sus comienzos, en Tesla querían desarrollar vehículos eléctricos que compitiesen con los modelos convencionales, pero sin parecerse a ellos, rompiendo con casi todo lo establecido y aprovechando las últimas tecnologías. Por eso, una gran pantalla central de 43 centímetros –más parecida a un iPad aumentado que a una consola tradicional– controla todos los elementos del vehículo e incluso tiene conexión a Internet. Se maneja del mismo modo que una tableta y es muy fácil navegar para quien sepa manejar un ordenador y no tanto para quien no. Este es probablemente el signo más evidente de que el coche está diseñado y fabricado en Silicon Valley y no en Detroit. Tanto es así, que en la consola solo hay dos botones, uno para los intermitentes de emergencia y otro para abrir la guantera. Ni mandos para la calefacción ni la radio ni nada… No sabemos si este es el camino a seguir, pero, también en este sentido, el Tesla es un pionero. Y siguiendo esta lógica, también se puede actualizar y reprogramar directamente como cualquier otro aparato electrónico sin necesidad de acudir al taller.
Un capó transparente. El Land Rover Vision Concept, todavía un prototipo, adelanta cómo serán los 4×4 en unos años. Infinidad de sensores informarán al coche y al conductor de todos los obstáculos del camino para poder sortearlos, incluso podrá proyectar la imagen del suelo en el capó para evitar baches y zanjas. Además, también se podrá conducir desde fuera –como si fuese un modelo de radiocontrol, pero en escala 1:1– con una tableta o un smartphone.
Conducir sin volante. Vehículos como el Mercedes S500 Intelligent Drive parecen condenar el volante a la extinción. Hablamos de un coche que conduce por sí solo gracias a cuatro radares que le permiten saber dónde está en todo momento. Es capaz de distinguir los objetos estáticos de los dinámicos, cede el paso en los cruces, distingue los colores de los semáforos… Parece cosa de ciencia-ficción, pero ya se han realizado los primeros ensayos con tráfico real y ha superado la prueba con éxito. No obstante, tendremos que esperar hasta 2020 para que llegue al mercado.
El frenado automático. Volvo siempre ha sido pionera en materia de seguridad y su último modelo, el XC90, se ha convertido en el primer coche del mercado que incorpora la frenada automática en intersección. No solo vigila delante de nosotros, sino también en los laterales –hasta una distancia de 80 metros– para, en caso de un posible accidente, frenar el coche en seco de manera automática.