Elon Musk piensa siempre a lo grande. Y en su visión para cambiar el mundo estable se crea ahora un punto de unión entre el negocio de automoción de Tesla y el de paneles solares de SolarCity, con la presentación de una línea baterías, que pueden ser alimentadas con paneles solares, y que está pensada para almacenar y consumir electricidad en los hogares y las pequeñas empresas. Igual que está haciendo en el negocio de las lanzaderas espaciales con SpaceX, es un producto que está llamado a revolucionar la industria de la energía.
“Queremos cambiar la manera en la que el mundo utiliza la energía”, indicó este inventor convertido a empresario, en el que muchos ven al sucesor de Steve Jobs en el mundo de los negocios. Y puestas en escena, como las de anoche, no tienen nada que envidiar a las fastuosas presentaciones de Apple. Es, en todo caso, un paso que lleva meses anticipándose. La Powerwall será producida por Tesla Energy, una filial del fabricante de coches eléctricos de lujo.
Se ofrece en dos modelos, uno pensado para el hogar y otro para las empresas. La batería base costará 3.500 dólares (3.125 euros). Está diseñada para que sea alimentada con paneles solares. Tiene una dimensión de 130 centímetros de altura, 86 de anchura y 18 de profundidad. Es decir, se puede instalar en un garaje sin necesidad de crear un espacio adicional. Un modelo será de 7 kWh por un precio de 3.000 dólares y la otra de 10 kWh por 3.500 dólares. En la presentación explicó que se puede usar para cargar el Model S mientras se duerme.
PATRICK T. FALLON (REUTERS)’);»> ampliar foto
“El problema más evidente con la energía solar es que el sol no brilla por la noche”, explicó Elon Musk en el evento, “así que se necesita un sistema que permita almacenar esa energía”. “Pero las baterías actuales son una porquería, son realmente horribles, y caras”, señaló. El dueño de Tesla calcula que para transformar la infraestructura energética actual se necesitarían 2.000 millones de Powerwalls como las diseñadas para los negocios, con un potente sistema de hasta 100 kWh. Eventualmente se conectará a Internet.
Musk asegura que esta transición no es imposible, “hemos hecho cosas similares en el pasado”. Además, señaló que beneficiará a las comunidades más pobres o en zonas remotas. Pero la autonomía de estas baterías que llegarán en verano a EEUU es aún muy limitada, de unas dos horas y media con el hogar funcionando a pleno rendimiento. Es decir, es una solución en este momento más bien pensada para apagones o situaciones de emergencia. La independencia energética de las casas es algo que queda aún muy lejos aunque la Powerwall esté pensada para uso diario.
El otro reto es la producción. Tesla empezó a construir el pasado verano una gigantesca planta para fabricar baterías de iones de litio en el desierto de Nevada, pensada en un principio para atender la demanda que anticipa de vehículos eléctricos. Empezará a funcionar en 2017 y operará a pleno rendimiento tres años después. El último anuncio implica, por tanto, que deberá construir más de estas fábricas en EE UU o en otros países.
Los analistas de Bernstein indicaban en un informe a sus clientes antes de la presentación que el objetivo último de Elon Musk es poco realista en este momento, aunque ven interesante que esta transformación comience en el sector de la automoción para de ahí llevar su visión a la industria de la energía en general. Lo que sí anticipa es un crecimiento sin precedentes en la fabricación de estas baterías, aunque la clave estará en si es capaz de reducir los costes.
Las acciones de Tesla se beneficiaron por el entusiasmo de los inversores ante este anuncio, con un incremento al 20% en el último mes. También las de SolarCity, que lo hicieron un 24%. La otra compañía que controla Elon Musk es SpaceX, pero esta no cotiza. Una carrera en la que también está metido Jeff Bezos. El fundador de Amazon es propietario de Orbital Science, que acaba de realizar el primer lanzamiento de prueba de su cápsula.
Elon Musk presenta la batería Powerwall.
El acelerador de partículas LHC se ha vuelto a poner en marcha hoy, después de que un cortocircuito obligara a detenerlo el pasado 21 de marzo. El problema se arregló el pasado viernes, tras diez días de trabajo, y esta mañana desde las 8.30, hora de Ginebra, los haces de partículas están ya circulando por el superacelerador. Es la primera vez que el mayor acelerador de partículas del mundo se pone a trabajar tras dos años de parón.
Ninguna máquina humana ha conseguido generar tal energía
Los operadores del LHC intentarán hacer circular los haces de protones en ambos sentidos a una energía de inyección de 450 gigaelectronvoltios (GeV). Las primeras colisiones estables entre protones se esperan para finales de mayo o principios de junio, a 13 teraelectronvoltios (TeV), el doble de lo alcanzado en la fase anterior de funcionamiento de esta gran máquina científica.
Rolf Heuer, director general del CERN -el organismo que opera el LHC-, ha dicho a los ingenieros e investigadores: «Muchas gracias a todos. Ahora comienza el trabajo duro», según cuenta la BBC.
Lo que se espera en esta segunda fase de trabajo del Gran Colisionador de Hadrones, en la frontera entre Francia y Suiza, nadie lo sabe. Tras dos años de reparación y acondicionamiento, el acelerador va a funcionar al doble de potencia y cruzará una frontera de la física nunca antes traspasada. Ninguna máquina humana ha conseguido generar tal energía, o lo que es igual, ninguna máquina había podido producir partículas con tanta masa. Entre esas partículas podrían encontrarse las que componen la materia oscura o la supersimetría, posibles claves para empezar a entender lo que los físicos llaman el universo oscuro, o desconocido, y que supone el 95% del cosmos. “Si la naturaleza es buena con nosotros podremos encontrar estas partículas pronto”, dijo Rolf Heuer en una rueda de prensa celebrada hace dos semanas.
El LHC se adentra en el universo desconocido
FOTOGALERÍA: Viaje al centro de la máquina
“Queremos crear un acelerador de partículas tan grande como Ginebra”
En la anterior tanda de experimentos había un objetivo claro, descubrir el bosón de Higgs. Esta vez, el LHC va a pisar tierra virgen y nadie sabe qué puede hallar. «Esta vez el higgs dejará de ser la estrella, pero aún nos queda mucho por medir, entre otras cosas su anchura exacta”, explicaba recientemente a EL PAÍS José Enrique García, físico de uno de los experimentos del LHC, el ATLAS.
El LHC funcionará de forma continuada, con parones en Navidad, hasta 2018. Existe la posibilidad de que para entonces no se haya descubierto nada nuevo, pero eso no es ningún drama, según Heuer. “Tenemos un plan para continuar usando el LHC hasta 2035”, destacó en la misma comparecencia.