El resumen del día de El País América

Duras advertencias del Eurogrupo a Grecia. La tensión entre la UE y Grecia, lejos de suavizarse, crece cada día. En la reunión informal del Eurogrupo en Riga, los ministros han reiterado que no habrá un solo euro de ayuda al país heleno mientras no se pacten las reformas, y el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ha asegurado que el acuerdo «está lejos» y que el tiempo «se acaba». Por su parte, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha reconocido que estudia cortarle las líneas de liquidez a Atenas si la situación no se corrige. En lo que respecta a España, el Eurogrupo le ha reclamado más reformas en el mercado laboral y tributario.

Empresas extranjeras buscan nuevas inversiones en Cuba. El ministro de Comercio Exterior e Inversiones Extranjeras, Rodrigo Malmierca Díaz, apenas descansa recibiendo a delegaciones que llegan a Cuba casi a diario. Pero no sólo el turismo es el sector apetecido por los ejecutivos que desde el 17 de diciembre, fecha del deshielo binacional, negocian desembarcos empresariales en el nuevo Eldorado caribeño. También aterrizan banqueros, instaladores de fibra óptica, concesionarios, empresas mineras, distribuidores de lácteos, farmacéuticas…

La reactivación del Calbuco obliga a una nueva evacuación en Chile. Cuarenta y ocho horas después de la primera de las erupciones del Calbuco, a unos 1.000 kilómetros al sur de Santiago de Chile, las autoridades han debido iniciar una nueva evacuación preventiva debido a que flujos de sedimento y agua se desplazan desde la ladera del volcán hacia el río Correntoso con el inminente riesgo de inundaciones de zonas pobladas. Unas 2.000 personas que viven en las localidades chilenas de Chamiza, Correntoso y Lago Chapo, en la región de Los Lagos, han iniciado la salida de sus viviendas.

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Barack y Michelle Obama, tras ganar las elecciones. / PETE SOUZA (Casa Blanca)

Michelle Obama, una roca en la Casa Blanca. «Si Barack Obama volaba entonces como un globo, Michelle era quien sujetaba la cuerda”. El presidente acababa de ofrecer su discurso de victoria en Chicago, en noviembre de 2008 y, desde entonces, miles de palabras han tratado de descifrar el enigma de su esposa, una abogada licenciada en Harvard. La biografía Michelle Obama: A Life es el último intento. Con exquisito rigor documental, el trabajo abre una nueva ventana a la trayectoria personal y profesional de la mujer del primer presidente afroamericano de Estados Unidos.

Barcelona-Bayern y Juventus-Real Madrid, en las semifinales de Champions. Barcelona y Madrid solo se cruzarían en la final de la Liga de Campeones. El equipo azulgrana jugará en semifinales con el Bayern de Múnich (6 y 12 de mayo), una eliminatoria con toda la carga simbólica posible por suponer la vuelta al Camp Nou de Guardiola, entrenador del conjunto alemán. En el otro enfrentamiento, el Madrid se medirá a la Juventus del exmadridista Álvaro Morata (5 y 13 de mayo). Los azulgranas disputarán la vuelta fuera; y los blancos, en casa.

Neurociencia al estilo de Silicon Valley

Decidió que Los Altos, el mismo lugar en el que vive Steve Wozniak, cofundador de Apple, era el mejor lugar para que su mujer y dos hijos tuvieran una vida tranquila. A cambio, conduce cada mañana al contrario que el resto de los coches, desde el corazón de Silicon Valley hasta Mission Bay, una antigua zona portuaria de San Francisco, donde un complejo de hospitales forma la nueva silueta de la bahía junto a los diques y la autovía.

Pablo Villoslada Díaz (Orense, 1966) estudia cómo las nuevas técnicas de uso de datos y nuevos medicamentos que se adaptan a los pacientes pueden frenar las enfermedades neurodegenerativas.

Villoslada llegó a UCSF, como se conoce a la Universidad de California en San Francisco, entre 1996 y 1998, para hacer un postdoctorado. Después de ejercer como profesor en la Universidad de Navarra, pasó al Idibaps de Barcelona, centro con el que sigue vinculado.

En 2007 fue visitante en Stanford. Ahora ejerce como profesor adjunto en UCSF, en el mismo lugar donde se especializó en su obsesión, las enfermedades neurodegenerativas, especialmente la esclerosis múltiple.

A los profesores, especialmente en Medicina, no nos paga el salario la Universidad, sino que se gana atendiendo a pacientes, pero sobre todo, con contratos de investigación”

Hasta llegar a este punto tuvo que asumir algunos cambios, poco comunes a los ojos de un europeo. “A los profesores, especialmente en Medicina, no nos paga el salario la Universidad, sino que se gana atendiendo a pacientes, pero, sobre todo, con contratos de investigación”, explica. Villoslada deja claro que aunque durante un tiempo el departamento suele apoyarles hasta que se consiguen financiación, la idea general es que hay que conseguir que cada proyecto tenga su propio flujo de dinero para sacarlo adelante. Estima que la mitad de su tiempo lo dedica a la búsqueda de financiación.

Otro punto a favor de este lugar alejado tanto de Europa como de la Costa Este, a priori impedimentos, es la concentración de talento. “A pesar de estar lejos de todo, que complica mucho el contacto laboral y personal, también del cambio horario, la cantidad de expertos de gran nivel sirve de polo de atracción. Contar con varios premios Nobel ayuda, pero también sube el listón. Solo los mejores salen adelante”.

La filantropía y la comunicación se convierten en dos aspectos clave para conseguir, tanto avances científicos, como el apoyo de la sociedad para obtener un flujo continuo de financiación. Mark Zuckerberg acaba de apadrinar el hospital general de San Francisco. Mark Benioff, fundador de Salesforce, ha costeado el nuevo hospital infantil que se encuentra a solo dos calles. Y aunque pueda sonar contradictorio, por saber que ellos no superarán la enfermedad, valora la implicación de famosos afectados por las enfermedades neurodegenerativas que padecen: “Es muy importante que Michael J. Fox o Christopher Reeve salgan a dar la cara y pongan toda la maquinaría mediática a funcionar para concienciar sobre una enfermedad. Saben que morirán, muy probablemente, sin beneficiarse de los avances que promueven, pero son un motor para estos estudios”.

Aquí no se concibe un científico que viva en su cueva, al margen de los medios. “La divulgación es clave para conseguir apoyos, posibles colaboradores y fondos. Alguien que sepa explicar bien lo que hace, saldrá más en prensa y, en consecuencia, lo tendrá más fácil para atraer fondos”, explica.

Contar con varios premios Nobel ayuda, pero también sube el listón. Solo los mejores salen adelante”

Durante la charla, cuya única parada fue media hora escasa para comer una ensalada en el comedor junto a los alumnos, pasea y muestra con orgullo las instalaciones del edificio Sandler. “La tercera planta es para el Párkinson, en la primera tenemos una clínica para pacientes que vienen a pasar consulta”, explica mientras invita a visitar lo que parece una sala de espera llena de neones con forma de neuronas conectadas. Las consultas son de lo más peculiar, desde una habitación con capacidad para cambiar de ambiente para estudiar patrones de sueño, a una sala que recuerda a un salón recreativo. Los videojuegos y su combinación con la realidad aumentada tienen cada vez más peso al investigar la memoria y los estímulos del cerebro. Villoslada va un paso más allá: “Tienen un casco para pacientes con lesiones físicas, que permite hacer acciones propias de un Jedi (personaje de la saga de ficción Star Wars). Una vez que se aprende a manejarlo, se pueden mandar impulsos con el cerebro para abrir puertas, mover mecanismos en un hogar adaptado, poner en marcha los electrodomésticos… Se trata de hacer la vida más fácil a personas con impedimentos severos”.

Villoslada celebra una de las últimas decisiones del presidente Obama, su apuesta por la medicina de precisión, en Europa conocida como medicina personalizada, un campo que le fascina y considera el futuro de la medicina: “Ni el cáncer ni las enfermedades neurológicas son fáciles. Con el tiempo terminarán convirtiéndose en dolencias controladas, que duren toda la vida con medicación, pero no mortales, pero nos faltan datos. Hace falta combinar la información genética del paciente con las matemáticas para hacer simulaciones, así se podrá tener una previsión de comportamiento más fiable y un tratamiento a medida”.

Su iPad Mini es el mejor compañero de trabajo. Muestra con ilusión una aplicación creada en su equipo, que cuenta con desarrolladores de software. El programa estudia patrones para los tratamientos personalizados. Su batalla actual es la consecución de más datos de pacientes. “Quiero traer la evolución de más de 400 que tenemos en España. Manteniendo el anonimato”, matiza, “sería importantísimo contar con una base común para subir la tasa de aciertos. Hasta ahora todo se basaba en la experiencia de cada médico. En lo sucesivo, será con análisis de datos de cada paciente”.

Ni el cáncer ni las enfermedades neurológicas son fáciles. Con el tiempo terminarán convirtiéndose en dolencias controladas, que duren toda la vida con medicación

Las asociaciones de pacientes son una fórmula con gran recorrido que, con la explosión de las startups se está reinventando. Cada año recaudan más de 200 millones de dólares (178, de euros) que pasan directamente a la investigación. Dentro de estas iniciativas entra la viral el cubo de agua helada para apoyar la ELA, por ejemplo.

El apoyo de estas organizaciones ayuda a evitar el “Valle de la Muerte”, como denomina a las patentes que no terminan de encontrar utilidad final y caen en el abandono: “Se registran, se hacen estudios, pero muchas veces faltan fondos para hacer las pruebas finales que permiten aplicarlo a pacientes reales. La ventaja de las asociaciones es que no quieren rentabilidad, sino el beneficio humano”. Destaca la labor de March of Dimes (la marcha de los centavos), nacida para erradicar la polio, objetivo que dan por superado, hoy impulsa la ayuda a los recién nacidos y las enfermedades raras. En 1938, su sistema inicial para recaudar financiación consistía en pedir por la calle el cambio en centavos, de ahí su nombre. “Como se dicen en el argot de Silicon, han pivotado”, bromea.

Los laboratorios también han cambiado la forma de trabajo. Tras darse cuenta de que era difícil mantener el nivel de gasto para el número de medicamentos que salían al mercado y los largos plazos que manejaban. Han decidido minimizar sus departamentos de investigación e invertir en proyectos pequeños o empresas de reciente creación con foco muy concreto en los que invierten o directamente compran. “Lo habitual es que adquieran entre cinco y 10 proyectos por año”, desvela.

La ventaja de las asociaciones de pacientes es que no buscan la rentabilidad, sino el beneficio de las personas”

En este sentido, el médico y académico predica con el ejemplo. Él también trabaja con una pequeña empresa fundada por españoles, Bionure, nacida en España, en el CSIC, pero con sede en Palo Alto. Es el de director científico. El equipo consta de cinco personas cuya investigación se centra en un medicamento para frenar los efectos de la esclerosis, el glaucoma y Párkinson. Se encuentran en la fase final de su lanzamiento, tan solo falta la aprobación de la agencia que regula los medicamentos en EE UU.

Reconoce que, a pesar de los esfuerzos, es difícil frenar la salida de científicos en España: “Para empezar, habría que mejorar las condiciones. Si un científico no puede mantener a una familia, se marchará de ese lugar. Se debe mirar más por las personas”, opina. Su apuesta pasa por que Europa juegue un papel más activo: “Desde aquí se ve el continente como una unidad, más férrea de lo que es, más allá de lo económico. Tenemos que ser más grandes para poder competir”, añade.

Aunque Villoslada prefiere no hablar de metas concretas, se atreve a confesar un sueño: “Que la esclerosis, aunque no se consiga curar, que sí se controle, que no haga más daño una vez que se detecte para la calidad de vida”. La obsesión no es casual, su padre padeció la enfermedad, fue así como se decidió a emprender este camino.

Ciencia en Español

‘Bolas de nieve’ contra la ciencia en el Congreso de EE UU

«Casi cualquier estadounidense estaría de acuerdo en que la función principal de la NASA es la de explorar el espacio. Es lo que inspira a los niños y las niñas de todo el país. Me preocupa que la NASA deje de centrar la atención en su misión principal», señaló el senador republicano Ted Cruz durante la reciente vista para revisar el presupuesto solicitado por la NASA. A Cruz le parece que la agencia espacial gasta demasiado en estudiar la situación de la Tierra, ya que esa no es su función. Frente a él, el administrador de la NASA, Charles Bolden, le respondió: «Es absolutamente fundamental que comprendamos la situación de la Tierra, porque este es el único lugar que tenemos para vivir». Y añadió: «No podremos ir a ninguna parte si el Centro Espacial Kennedy [desde donde se lanzan las misiones espaciales] queda sumergido bajo las aguas».

El presidente del comité de Medio Ambiente del Senado niega el cambio climático con una bola de nieve en febrero

Este rifirrafe ejemplifica muy bien la situación en la que ha quedado la supervisión de la ciencia tras las elecciones legislativas del año pasado en las que el partido republicano consiguió el control de las dos cámaras del Congreso. La presidencia de todos los comités y subcomités han quedado no solo en manos de los conservadores, sino de los más duros en su rechazo a la ciencia que muestra las causas del cambio climático, la evolución o la creación de la Tierra. En este contexto, el lanzamiento de la carrera presidencial augura que esta postura se fortalecerá, por ejemplo, con la candidatura que acaba de presentar Ted Cruz.

La semana pasada, el candidato Cruz aseguró en una entrevista que los defensores del cambio climático de origen humano son como inquisidores medievales: «El conocimiento científico aseguraba que la Tierra es plana, y este hereje llamado Galileo fue calificado de negacionista». Cruz no solo se ponía en el lugar del científico —Galileo— y a la comunidad científica en el papel de la Inquisición; además, confundía el célebre caso del astrónomo italiano, que fue perseguido por defender que el Sol no giraba alrededor de la Tierra. La cuestión del planeta esférico la habían zanjado Magallanes y Elcano 42 años antes de que Galileo naciera.

Ted Cruz se siente como Galileo y dibuja a la comunidad científica como «defensores de que la Tierra es plana»

Cruz, que no cree que estudiar los cambios en su planeta pertenezca a la misión central de la NASA, está equivocado: el primer objetivo que establecía la ley que la fundó fue «la expansión del conocimiento humano de los fenómenos en la atmósfera y el espacio«. Desde la perspectiva del senador texano, que no cree en el origen humano del cambio climático, las «ciencias de la tierra» no son «ciencias duras». Cruz asegura que no es verdad que la Tierra se haya calentado en los últimos 15 años, frente a los datos que muestran que, por ejemplo, 2014 fue el más cálido desde que se tienen registros. Su opinión importa porque preside el subcomité del Senado que supervisa las actividades de la NASA y, aunque no tiene capacidad ejecutiva sobre la agencia, puede torpedear con requerimientos y leyes su labor científica.

No es el único representante que parece dispuesto a ponerle palos en las ruedas a la ciencia en EE UU, en lo que el astrónomo y divulgador Phil Plait considera «probablemente, el grupo de políticos más anticientífico que este país ha visto en décadas». Marco Rubio —»no creo que la actividad humana esté causando estos cambios dramáticos en nuestro clima de la forma en que los científicos lo están retratando»— está al frente del subcomité del Senado que supervisa al otro gran organismo de investigación del clima: la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). Mientras los republicanos piden que sea la NOAA y no la NASA la que investigue el clima, los propios republicanos promovieron una iniciativa para la NOAA gaste menos en el estudio del clima y más en las predicciones meteorológicas.

La diferencia entre clima y tiempo es clara para el reparto presupuestario, pero fue convenientemente olvidada por Jim Inhofe, senador de Oklahoma, al tirar una bola de nieve dentro de la cámara en febrero mientras decía: «Seguimos escuchando que 2014 ha sido el año más cálido registrado, ¿y saben lo que es esto? Es una bola de nieve. Y es de aquí fuera. Porque fuera hace mucho, mucho frío». Inhofe, conocido negacionista del cambio climático, publicó en 2012 un libro en el que lo denominaba El mayor bulo (The Greatest Hoax). En él, aseguraba que la Biblia explica en el Génesis que siempre habrá estaciones, calor y frío, y que pensar que los humanos podían cambiar eso es muy arrogante por parte de los científicos.

Neil DeGrasse Tyson cree, en cambio, que lo importante es «el dinero», no «lo que pienses o lo que digas»

Hace dos semanas, el rotativo británico the Guardian revelaba en portada que Inhofe había financiado su campaña con dinero del entorno de la petrolera BP. Paradójicamente, Inhofe ha sido elegido para presidir el comité de Medio Ambiente del Senado, responsable de estudiar y proponer medidas contra el cambio climático. Desde ahí lleva tres meses torpedeando todos los planes del presidente Barack Obama en materia medioambiental, como por ejemplo los referidos a la reducción de emisiones, o en otros capítulos, al oponerse al envío de ayuda a los países afectados por el ébola. También obstaculiza el trabajo de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), una de las instituciones menos apreciadas por los republicanos: solo un 36% de sus votantes aprueba su labor, frente al 80% de los demócratas.

Inhofe, Rubio y Cruz podrán tomar ejemplo de Lamar Smith, compañero de partido y presidente del comité de Ciencia de la Cámara de Representantes desde 2013, donde ha mostrado cómo aprovechar sus atribuciones para perjudicar el trabajo de instituciones como la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF, el mayor organismo de financiación científica de EE UU) y la propia EPA. Junto a sus pegas al cambio climático, se suma su fijación con las ciencias sociales y el sentido utilitarista de la investigación. Así, viene poniendo innumerables pegas a la NSF y menospreciando públicamente aquellos trabajos —industria textil de Islandia desde los vikingos, las razones por las que visten velo las turcas o la polarización política de Twitter— que no le parecen dignos de apoyo público.

El comité de Ciencia, Espacio y Tecnología, presidido por Lamar Smith, cuenta con otros miembros como Paul Broun, que asegura que la Tierra fue creada en seis días hace 9.000 años, y Todd Akin, que se oponía al aborto porque el cuerpo de la mujer «tiene mecanismos» para no quedarse embarazada en caso de «violación legítima». En ese comité se encuentra el único físico de entre los 435 miembros del Congreso: el demócrata Bill Foster.

Votación simbólica

El pasado enero, aprovechando la ley que permitiría la construcción del oleoducto Keystone (vetado por Obama), la minoría coló una enmienda para que los republicanos se tuvieran que retratar sobre el cambio climático. La enmienda se limitaba a señalar que el calentamiento es real y no un bulo (hoax). Aunque incluía la misma expresión que su libro, hasta el senador Inhofe voto a favor de esa enmienda: 98 senadores sí creen que es real y solo uno voto en contra. Roger Wicker, senador por Misisipi, pasaba oficialmente a la historia como el único senador que cree que el cambio es un engaño.

Los miembros del comité de Ciencia de la Cámara creen que la Tierra tiene 9.000 años y que la mujer puede evitar un embarazo cuando la violan

Wicker preside el subcomité del Senado encargado del empleo verde y la nueva economía que surja de «la inversión en tecnologías y prácticas que reduzcan la huella de carbono o de la emisión de otros contaminantes, incluidas las que mejoren la eficiencia energética, la conservación, o fuentes de energía renovables». Además, la presidenta del comité de Energía y Recursos Naturales cree que el cambio climático es real, pero que lo están causando los volcanes. El físico y divulgador Michio Kaku ha definido toda esta situación como «poner al zorro a cuidar del gallinero».

Después de que Mitt Romney haya decidido no presentarse a las presidenciales, solo queda un candidatable en el partido republicano, Lindsey Graham, que haya defendido en público la idea de que las actividades humanas han contribuido al calentamiento global.

La semana pasada, la revista Science dedicaba un duro editorial a las injerencias de la política en la ciencia de EE UU y ponía varios ejemplos, como las presiones para no relacionar la sismicidad de Oklahoma con el fracking, o la instrucción que obligaba a no usar la expresión «cambio climático» en los documentos elaborados por los empleados del Departamento de Medio Ambiente de Florida. En respuesta a este episodio, el astrónomo y divulgador Neil DeGrasse Tyson ha sentenciado: «La ciencia no es política. Esto es como derogar la ley de la gravedad por haber ganado unos kilos la semana pasada». Aunque el propio DeGrasse Tyson insistía en que lo importante no son las apariencias, sino las políticas reales, y recordaba que la Administración Bush aumentó el presupuesto en ciencia, mientras la de Clinton disminuyó el de la NASA: «Lo que importa en el Congreso es el dinero. (…) No me interesa lo que digas o lo que pienses. Me interesan las leyes y las políticas».