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Películas como Armageddon y Deep Impact muestran el miedo existente a que un meteorito de gran tamaño pueda chocar contra la Tierra. Exageraciones cinematográficas aparte, no es un temor irracional: en 2013 la ciudad rusa de Chelyabinsk sufrió uno de estos impactos, con 1.500 heridos y más de 7.000 edificios dañados. Ahora, un grupo de investigadores de la NASA planea desplegar una constelación de pequeños satélites de bajo coste que sirvan para detectar las posibles amenazas.
Todo comenzó en 2005, cuando el Congreso de los EEUU ordenó a la NASA que detectara y catalogara el 90% de aquellos objetos próximos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés) que superaran los 140 metros. La meta era tener controlados a aquellos cometas y asteroides que pudieran penetrar en la atmósfera terrestre, y debía alcanzarse en una fecha tan lejana entonces como 2020.
Pero en 2010 la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC por sus siglas en inglés) puso ese objetivo en entredicho. Sería necesaria una gran cantidad de fondos, de trabajo y de tiempo para lograrlo. Los expertos calcularon que harían falta 500 millones de dólares y 10 años de colaboración entre diversas instalaciones, tanto espaciales como terrestres, para cumplir la meta… en 2030.
Interior de un CubeSat
Dicho esto, la solución propuesta por el equipo de la NASA parece casi milagrosa: “Nuestros análisis muestran que llevará menos de 3 años encontrar todos los NEO con este sistema”, asegura a Teknautas el investigador de la NASA y autor del estudio publicado en arXiv, Slava Turyshev. No sólo eso, sino que el coste estimado apenas un 10% de los 500 millones de dólares augurados por la NRC. La hazaña será posible gracias a dos tecnologías emergentes: una técnica conocida como seguimiento sintético y los CubeSats, ambas de apenas 10 cm.
Tecnologías de 10 centímetros
Los CubeSats son unos pequeños satélites cúbicos de 10 cm de arista, con un peso de 1,33 kg y un coste inferior a 2 millones de dólares. Su manejo sencillo y bajo coste los hacen idóneos en diversos campos, desde investigación a telecomunicaciones.
Para la solución propuesta por Turyshev serán necesarios cinco de estos satélites, no de 10 x 10 x 10 cm (1U) sino de 90 x 10 x 10 cm (9U). “Colocándolos en una órbita similar a la de Venus podrán ver 360⁰ en un mes y medio”, explica el investigador. Gracias a esto es posible situar los CubeSats en esa posición, y esperar a que los NEO se acerquen para ir cazándolos.
El proyecto costará un 10% de los 500 millones de dólares previstos inicialmente, y se llevará a cabo en tres años
En cuanto a las ventajas del seguimiento sintético, el físico ruso explica que esta técnica hace fotos muy rápidas y con poco ruido. “Se pueden tomar imágenes de décimas de milisegundos de duración, para así encontrar objetos que se moverían durante una exposición normal de 30 segundos”, asegura el investigador. De esta forma también es posible llevar a cabo un seguimiento y establecer su órbita de forma “muy precisa”. Además, la tecnología necesaria para tomar estas fotografías mediría tan sólo 10 cm.
Este rastreo no sólo es necesario por motivos de seguridad, sino también para facilitar la investigación científica y posibilitar la exploración espacial. Pero es el miedo ante un evento como el provocó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años o el de Tunguska el que ha obligado a la NASA a tomar cartas en el asunto.
“¡Por supuesto!”, exclama Turyshev, optimista, cuando se le pregunta si los CubeSats permitirán alcanzar la fecha límite de 2020. Las probabilidades de que un gran NEO impacte la Tierra son realmente bajas, pero gracias a esta constelación de vigilantes cualquier posible amenaza estará controlada.