Cuando 'Juego de Tronos' y Batman protagonizan los estudios científicos

En 2003, un equipo de investigadores excavaba una cueva caliza en una isla de Indonesia cuando descubrió un cráneo de mujer con un tamaño tres veces menor del que llevamos nosotros sobre los hombros. Decidieron llamar a la nueva especie Homo floresiensis y apodarla hobbit, para rememorar a los adorables seres que Tolkien concibió en El señor de los anillos.

La cultura popular también ha aparecido en la mente de los científicos estadounidenses que han decidido llamar a nuevo insecto Thestral incognitus, en honor a los caballos alados de la saga de Harry Potter. Estos artrópodos «son difíciles de encontrar y mucha gente no puede verlos, como las creaciones de Rowling«.

Otros investigadores no se han limitado a dejar una huella de la ficción en la realidad y se han puesto a estudiar científicamente la fantasía, publicando rigurosos papers sobre el universo friki. Al fin y al cabo, a todos nos encanta hablar de la llegada del invierno en Juego de Tronos, pero ¿por qué esta estación puede durar tanto tiempo?

‘El triunfo de los buenos sobre los malos puede estar ayudado en cierta medida por una dieta pobre y una falta de luz solar de los personajes malvados’

Aunque algunos pasamos por alto esta cuestión y nos centramos en contemplar el derramamiento de sangre, cinco astrónomos de la Universidad Johns Hopkins se convirtieron en caballeros de Poniente para explicar su clima en un estudio publicado en ArXiv el famoso April Fool’s Day, el Día de los Inocentes en algunos países. Su conclusión: el planeta que se ha inventado George R.R. Martin gira alrededor de dos estrellas al mismo tiempo, provocando ese clima impredecible.

El tiempo es una de las preocupaciones diarias de todo ser viviente y los habitantes de la Tierra Media no podían ser menos. El excéntrico Radagast el Pardo también ha firmado un extenso paper en el que utiliza el método científico en lugar de la magia. El estudio, elaborado por un meteorólogo de la Universidad de Bristol, demuestra que el clima de este continente ficticio es similar al del oeste de Europa y el norte de África, y que el Ojo que todo lo ve contempla un tiempo templado y seco desde su vivienda de Mordor, similar al de Los Ángeles o Texas.

Los universitarios que desvelan los secretos de hobbits y superhéroes

El mago Radagast no es el único que se preocupa por la ciencia que encierra El señor de los anillos. En la publicación Journal of Interdisciplinary Science Topics encontramos algunos breves artículos científicos que reflexionan sobre las aventuras de la trilogía. Si alguna vez te has preguntado por qué Aragorn lucha incansablemente en batallas como la del abismo de Helm, te interesará saber que en la Tierra Media podría haber una concentración mayor de oxígeno en el aire, lo que podría explicar tal aguante.

Estos estudios también han diseccionado la dieta de la compañía en su excursión al Monte del Destino: 675 lembas a cuestas habrían sido suficientes para su supervivencia, teniendo en cuenta las necesidades calóricas de cada criatura. Eso sí, en realidad Frodo jamás habría podido llegar hasta allí: según uno de los papers, el ataque del trol en las minas de Moria le habría fracturado el esternón, por mucho que llevara su exclusiva cota de malla de mithril.

Los autores de esta revista científica que homenajea con frecuencia a Tolkien son estudiantes de diferentes carreras de ciencias de la Universidad de Leicester de Reino Unido, que organiza esta publicación para que los universitarios aprendan cómo elaborar un estudio a partir de un tema que les motive, convirtiéndose en creadores y árbitros de los demás.

‘Batman, asumiendo que fuera capaz de volar, chocaría contra el suelo a 80 kilómetros por hora durante el aterrizaje y difícilmente sobreviviría’

«La creatividad y la imaginación son habilidades muy importantes para un investigador», explica a Teknautas Cheryl Hurkett, profesora de la Universidad de Leicester. «Les ayuda a ellos y al público general a ver cómo la ciencia está integrada en la vida cotidiana. Si además implica un tema atractivo y divertido, destacará más», añade la supervisora de la revista, que enfatiza que ser una fan de la ciencia ficción fue una de sus motivaciones para entregarse al estudio de la astrofísica.

Los estudiantes de Física tienen su propia publicación anual en la Universidad de Leicester: sus investigaciones en The Journal of Physics Special Topics forman parte de un módulo de diez créditos que algunos alumnos superan realizando una breve investigación de los superhéroes clásicos.

En las páginas de esta revista han corroborado la resistencia de la telaraña de Peter Parker para detener un tren en Spider-Man 2 (que por algo la seda de los arácnidos es más resistentes que el acero), pero también han desmentido que Superman pueda absorber la cantidad de energía solar suficiente para sus viajes aéreos, ya que necesitaría unas células eficientes al 656.000% y las celdas solares más eficientes en la actualidad no llegan ni al 50%.

Algunos han calculado incluso que Batman, asumiendo que fuera capaz de volar, chocaría contra el suelo a 80 kilómetros por hora durante el aterrizaje y difícilmente sobreviviría. El superhéroe solo tiene dos opciones: o hacerse con una batcapa más grande o instalarse unos motores a reacción como complemento.

«El propósito más importante del módulo es enseñar a los estudiantes la redacción científica y el sistema de revisión por pares que se utiliza en la investigación de ciencia real», defiende Mervyn Roy, profesor del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Leicester y supervisor de este peculiar módulo de física.

Según Hurkett y Roy, los estudiantes creen que es toda una oportunidad aprender a escribir un artículo científico partiendo de los libros, cómics o películas que tanto tiempo llevan apasionándoles. ¿Quién no quiere viajar a una galaxia muy, muy lejana para comprobar que los escudos magnéticos de las naves en la saga de George Lucas sí son viables en el mundo real?

A Gollum le falta vitamina D y Anakin Skywalker es bipolar

Los investigadores se han preocupado incluso por los problemas psicológicos y el estado de salud de algunos de los personajes más famosos de la ficción. Algunos especialistas defienden razonadamente que Anakin Skywalker sufre un trastorno límite de personalidad, que lo de pasarse al Lado Oscuro de la Fuerza ha de ser por algo. Otros, más interesados en el mago de la cicatriz en forma de rayo, han publicado en Pub Med un detallado análisis de los dolores de cabeza de Harry Potter y las migrañas que sufre el joven según la medicina muggle.

Anakin Skywalker sufre un trastorno límite de personalidad: lo de pasarse al Lado Oscuro de la Fuerza ha de ser por algo

A Gollum también se le acumulan los problemas de salud. Su deplorable aspecto ha animado a algunos investigadores a publicar artículos sobre este ser obsesionado con el Anillo Único, que presenta una deficiencia de vitamina B12 por culpa de su poco recomendable dieta basada en pescado crudo que le causa delirios, irritabilidad y paranoias, según una investigación publicada en British Medical Journal. También padecería anemia (de ahí la pérdida del cabello) e hipertiroidismo (con la consiguiente pérdida de peso), aunque los investigadores no tienen muy claro si padece esquizofrenia o trastorno múltiple de personalidad.

Dos médicos también han publicado un estudio en The Medical Journal of Australia en el que afirman que las carencias de vitamina D de Gollum, provocadas por la falta de luz solar, serían las causantes de su debilidad, ya que le gustan demasiado las cuevas.

«El análisis textual sistemático de El Hobbit apoya nuestra hipótesis inicial de que el triunfo de los buenos sobre los malvados puede estar ayudado en cierta medida por una dieta pobre y una falta de luz solar de los personajes malvados», concluye este paper, que cree que la victoria del bien tiene que ver con la ciencia.

«Los problemas reales, como los agujeros negros, la nanotecnología o el tratamiento del cáncer, ¡son difíciles! Para progresar, necesitas imaginación y creatividad con el fin de pensar de forma completamente nueva», concluye Mervyn Roy, uno de los profesores que anima a los estudiantes de la Universidad de Leicester a investigar la ciencia detrás de la ficción. Elaborar un paper también puede ser divertido si la protagonista es la fantasía.

¿Cuánto engorda un cubata?

Hay quien se refiere a ellas como las calorías invisibles. Mientras los alimentos envasados deben llevar claramente indicado su contenido en calorías, no sucede lo mismo con las bebidas que superan 1,2 grados de alcohol. La normativa europea, aprobada en 2011, eximió a las botellas de cerveza, vino o licores de reflejar esta información hasta que la Comisión tome una decisión definitiva, que debería manifestar antes del año 2016.

Ante este escenario, dos iniciativas –una desde el ámbito científico, otra desde el político- han puesto el foco esta semana sobre la misma cuestión: la necesidad de incluir en el etiquetado de las bebidas alcohólicas los datos sobre el número de calorías dado el impacto que tienen en el sobrepeso y la obesidad (y su desconocimiento por parte de la mayoría de los consumidores).

“No hay ninguna razón por la que las calorías del alcohol merezcan un tratamiento diferente a las de la comida”, plantea Fiona Sim, la presidenta de la Royal Society for Public Health británica en un artículo que hoy publica el British Medical Journal. El título del texto no puede ser más explícito: “Las bebidas alcohólicas contribuyen a la obesidad y deberían incluir un cómputo de calorías obligatorias”.

En plena derrota en la batalla mundial contra la obesidad, Sim plantea que la ausencia de información calórica en las bebidas alcohólicas es un lujo que la sociedad no se puede permitir, ya que alimenta el desconocimiento sobre el impacto de estos productos en el sobrepeso de la población. La autora del artículo pone como ejemplo un estudio hecho en 2.117 adultos en el que el 80% desconocía el contenido en calorías de las bebidas más comunes. “La mayoría de las mujeres desconoce que dos copas grandes de vino tienen 370 calorías, lo que representa una quinta parte de su ingesta de energía diaria”, añade.

Trabajos de la sociedad de salud pública británica elevan al 10% la aportación de las calorías procedentes del alcohol en la dieta de bebedores sociales. “En España no contamos con trabajos de este tipo, pero yo diría que, como mínimo, la cifra debe ser la misma”, indica Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Española del Estudio de la Obesidad.

El experto en obesidad coincide con la preocupación de la especialista en salud pública británica. “Hay una completa ignorancia sobre el aspecto calórico de las bebidas alcohólicas”, explica, “es una cuestión que me preocupa bastante”. Mientras la convivencia con el alcohol “se maneja en España bastante bien” y se tiene muy presente cuestiones relacionadas con la conducción o las consecuencias del abuso, el también director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciber-obn) destaca que, entre los bebedores sociales, rara vez se piensa en que el alcohol supone “una parte muy importante de la ingesta calórica y contribuye a la obesidad”. No solo eso: “Se trata de calorías de bajísima calidad nutritiva, y que, además no sacian”.

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Por ello, Casanueva también apuesta por incluir datos sobre el contenido en calorías y que, para ello, se empleen parámetros entendibles: “Mejor hablar de calorías en una lata, un vaso o un chupito que centímetros cúbicos, por ejemplo”.

Además del alegato científico de Fiona Sim, el debate sobre el etiquetado ha recalado esta semana en el Parlamento Europeo. Desde el martes, los diputados debaten un proyecto de resolución -que se vota este miércoles- que plantea “la urgente necesidad de mencionar claramente en el etiquetado, como mínimo, el contenido calórico de las bebidas alcohólicas”, y pide la Comisión “que presente la correspondiente propuesta legislativa”, de cara a que se incorpore a la nueva estrategia de la UE en materia de alcohol (2016-2022).

No es la primera vez que se intenta una medida similar. La presidencia sueca de turno de la Unión Europea en 2011 ya lo propuso y fracasó. Estados Unidos incorporará en el etiquetado las calorías a partir de diciembre de este año, aunque solo en las bebidas servidas en restaurantes. En Europa, Irlanda ha tomado la delantera y prepara una ley para obligar a las empresas a reflejar esta información en las botellas.

Fuentes de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) han indicado que prefieren no manifestarse sobre la idoneidad de incluir la información sobre el contenido de calorías hasta que se pronuncie la Comisión Europea. «Acataremos lo que decida, a día de hoy estamos cómodos con la situación actual», añaden desde la federación.

Un estudio prueba que la vacuna del sarampión nunca causa autismo

Ni siquiera en los casos considerados de mayor riesgo –niños con hermanos afectados- se puede establecer una relación entre la administración de la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) y el desarrollo de trastornos autistas. Esta es la conclusión a la que ha llegado un ambicioso trabajo en el que se han analizado los datos de 95.000 niños estadounidenses publicado por The Journal of The American Medical Association (JAMA), y que da un paso más a la hora de rebatir la falsa asociación a la que se aferran los movimientos antivacunas que ligan la administración del fármaco con el autismo.

El origen de este mito se encuentra en un artículo de 1998 que asoció en The Lancet la patología con la inmunización. Aquel estudio fue un “sofisticado fraude”, como lo definió años más tarde otro trabajo en el British Medical Journal. Por entonces, The Lancet ya se había retractado del trabajo y había pedido disculpas por su publicación. Fue a raíz de una investigación periodística que descubrió que el autor del artículo, Andrew Wakefield, había empleado a 12 niños seleccionados por un despacho de abogados que llevaba un caso de una pareja que quería demandar a los laboratorios fabricantes de la vacuna. Pero el daño ya estaba hecho, y el polémico artículo trajo consigo una caída en las tasas de vacunación en Europa.

Desde entonces, el trabajo de Wakefield ha sido empleado repetidamente por los activistas de la moda antivacunas como la prueba de los efectos de la vacuna en la salud. El mensaje ha calado entre grupos afines a la medicina alternativa que ven en las rectificaciones posteriores maniobras conspirativas de la industria farmacéutica en la defensa de sus intereses.

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Distintos trabajos han rebatido la vinculación entre el fármaco y el autismo durante la última década, como destaca José María Bayas, presidente de la Asociación Española de Vacunología. Ahora un nuevo artículo se une a la evidencia de estudios previos con una importante particularidad. El trabajo se centra en una población muy específica. Dado que se considera que existe un factor genético en la aparición de los trastornos del espectro autista y que el estudio Wakefieldm planteó que la vacuna podía ser un elemento desencadenante de la enfermedad, los investigadores de la institución estadounidense The Lewin Group analizaron si la vacunación en niños con hermanos afectados -y por ello con mayor probabilidad de desarrollar comportamientos autistas- implicaba un mayor riesgo en estos menores.

Para analizarlo, se recopilaron los datos de 5.727 niños estadounidenses con hermanos mayores. El 1% tenían un diagnóstico de conductas autistas y el 2% tenían hermanos mayores con autismo.

La primera conclusión que extrajeron los investigadores es que en la sociedad estadounidense ha calado el mensaje de cierta asociación entre la vacuna y la enfermedad, y, especialmente, el efecto que podría tener la vacuna en despertar la enfermedad en niños con hermanos afectados. Los datos apuntan que esta sensación existe: las tasas de vacunación son más altas entre los niños sin hermanos afectados (84% la primera dosis a los dos años y 92% la segunda a los 5) que entre los menores con hermanos autistas (73% y 83%, respectivamente).

La segunda conclusión es que no hay base científica para considerar que la inmunización actúa como resorte que activa la predisposición genética que los niños con hermanos autistas tienen a desarrollar comportamientos autistas. Así, la vacuna no actúa como agente que dispara el desarrollo de la enfermedad –como se había demostrado en estudios previos- ni en el caso de menores con hermanos afectados.

El trabajo muestra cómo el riesgo relativo de niños con hermanos con autismo de desarrollar este problema si se vacunan con una o dos dosis es de 0,75 y de 0,56 respecto a los no inmunizados (el 1 indicaría un riesgo similar), por lo que es incluso inferior. Para los que no tienen hermanos con autismo, es de 0,91 y 1,12; es decir, prácticamente el mismo. “Estos datos son muy contundentes y muestran la falsa asociación que se ha establecido entre la enfermedad y la vacuna”, apunta Bayas. «Para hacernos una idea de cuándo existe una asociación clara, el riesgo relativo en fumadores de desarrollar cáncer se sitúa en tasas de 17», añade el también responsable del centro de vacunación de adultos del servicio de medicina preventiva y epidemiología del hospital Clínic de Barcelona.

“No hemos encontrado ninguna asociación entre la vacuna y un mayor riesgo de desarrollar autismo [en población general], y tampoco entre niños con menores afectados, después de administrarles una o dos dosis”, concluyen los autores de estudio, financiado por el Instituto Nacional de Salud Mental, los Institutos Nacionales de Salud y el Departamento de Salud de Estados Unidos.

¿Servirá este nuevo trabajo para que los contrarios a la vacuna se replanteen sus tesis? Bayas es muy escéptico: «Estas personas no se mueven en el terreno de la ciencia, sino en el de las creencias, y las creencias no tienen demostración científica”.