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Las visitas al médico se han convertido en problema de primer nivel para las administraciones públicas: el presupuesto sanitario supone la gran porción de la tarta en el gasto público, pero por otro lado, los sistemas de salud son el mejor termómetro para medir la calidad de vida en una región determinada. En este complejo cóctel, el paciente comprueba cómo cada vez se le dedica menos tiempo en las visitas al médico, y cómo éste, es de menor calidad.
Sin embargo, un reciente acuerdo alcanzado por IBM con la plataforma Talkspace podría suponer la primera piedra en un cambio de paradigma en la asistencia sanitaria: la inteligencia artificial podría ir sustituyendo poco a poco las imperfecciones de la atención primaria con un sistema mucho más eficiente, pero sobre todo, menos costoso.
La idea es sencilla: un súper ordenador analizaría nuestros síntomas y ofrecería al paciente el mejor tratamiento posible en base a un ingente histórico de datos. ¿Un sistema deshumanizado? Sí, pero tremendamente eficiente. Se estima que son más de 16.000 enfermedades diagnosticadas, unos 6.000 medicamentos y 4.000 procedimientos médicos, unos volúmenes de información tales que ponen en evidencia las limitaciones del cerebro humano frente a las máquinas.
Un súper ordenador analizaría nuestros síntomas y ofrecería al paciente el mejor tratamiento posible en base a un ingente histórico de datos
Estos datos fueron puestos sobre la mesa en un apasionante Ted Talk celebrado a principios de año con el sugerente título: «¿Reemplazarán las máquinas a los médicos?”. En aquella ponencia parecía llegarse a un acuerdo en lo referente a dos aspectos: el primero, que nunca realmente se podrá eliminar el elemento humano en el trato con el paciente, y el segundo, que los ordenadores son más eficientes a la hora de manejar volúmenes considerables de información, como con los pacientes y su diagnóstico.
El gigante estadounidense ha puesto toda la carne en el asador creando toda una división orientada a la medicina de su súper cerebro Watson.
El impacto en la atención primaria
La aplicación de la inteligencia artificial (IA) en el terreno de la medicina ofrece, sobre el papel, todo tipo de ventajas. Al final, la realización de un diagnóstico médico se basa fundamentalmente en el análisis de datos del paciente y la aplicación de un tratamiento óptimo en base a los mismos. Una ecuación que nos puede parecer evidente pero en realidad no lo es tanto, o al menos así lo entiende Julio Mayol, director de innovación del Hospital Clínico San Carlos y uno de los ponentes de la mencionada Ted Talk.
“Los ordenadores son muy buenos efectuando cálculos, pero incapaces de vez qué es lo mejor para un humano”, explica a Teknautas el doctor, desinflando con escepticismo las expectativas depositadas en la aplicación de la IA en la medicina. Según el galeno, la inteligencia artificial puede contribuir a mejorar el diagnóstico, pero siempre va a necesitar de un médico que formule las preguntas acertadas al paciente e introduzca la información en el súper ordenador, con lo que no parece probable que nos libremos de la visita al doctor, pero sí de la calidad de la atención.
El principio fundamental reside en ofrecer la mejor atención posible a un elevado número de pacientes dado un presupuesto asignado. Hablar de dinero cuando nos referimos a la salud resulta molesto, sobre todo para los políticos, pero es innegable comprobar cómo el factor tiempo (medido en términos de coste), interviene en la visita al ambulatorio con las innegables prisas y la salta de espera abarrotada.
A esta patata caliente se enfrenta abiertamente la startup española Medroom que propone precisamente la aplicación del big data en el diagnóstico de pacientes. O como ellos mismos explican: “Es como si fuéramos capaces de entrar en una habitación donde están todos los especialistas en una materia y preguntar su opinión colectiva sobre un problema específico”.
Así que, de alguna manera, parece inevitable que en el futuro de los ambulatorios y hospitales se aplique la inteligencia artificial en el diagnóstico de enfermedades. No es ya únicamente una cuestión de asignación óptima de recursos, sino la certeza de saber que esta tecnología es ya superior a los humanos en el diagnóstico del cáncer. Y esto es sólo el principio.