Papiloma. Las vacunas contra el virus del papiloma humano aprobadas en 2009 causaron un intenso debate, que aún no se ha cerrado. Los argumentos básicos de quienes se oponían eran el precio (unos 450 euros cada tratamiento) enfrentado a una eficacia discutida: protege solo frente a un grupo de variantes del virus —las más frecuentes—, pero no contra todas. A este recelo se sumaron algunos casos de niñas (hasta 103) que, tras recibir la medicación, sufrieron efectos adversos. Dos, en Valencia, fueron especialmente graves (convulsiones, desmayos). La Agencia Europea del Medicamento descartó que hubiera relación con el fármaco.
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Gripe A. La prisa con la que en 2009 se fabricaron millones de vacunas contra la gripe A también causó recelo. Después de su uso masivo, solo hubo un pequeño grupo de adolescentes en Finlandia que desarrollaron narcolepsia tras recibir la medicación, que tenía una formulación especial para intensificar su efecto (y que no se usó en España). La Agencia Europea admitió la relación. El nexo entre vacunas y dolencias de tipo autoinmune es claro en teoría (actúan sobre el mismo sistema), pero con manifestaciones poco frecuentes.
Varicela. El fármaco se usaba en niños, hasta que en 2013 el Ministerio de Sanidad decidió reservarlo para adolescentes que no hubieran pasado la enfermedad de pequeños. El argumento, aparte del ahorro, era que la enfermedad era leve y no pasaba nada por superarla de niño. Luego hay que vacunar porque la varicela en adultos es grave. Parece que la medida va a ser revocada.