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En 2003, un equipo de investigadores excavaba una cueva caliza en una isla de Indonesia cuando descubrió un cráneo de mujer con un tamaño tres veces menor del que llevamos nosotros sobre los hombros. Decidieron llamar a la nueva especie Homo floresiensis y apodarla hobbit, para rememorar a los adorables seres que Tolkien concibió en El señor de los anillos.
La cultura popular también ha aparecido en la mente de los científicos estadounidenses que han decidido llamar a nuevo insecto Thestral incognitus, en honor a los caballos alados de la saga de Harry Potter. Estos artrópodos «son difíciles de encontrar y mucha gente no puede verlos, como las creaciones de Rowling«.
Otros investigadores no se han limitado a dejar una huella de la ficción en la realidad y se han puesto a estudiar científicamente la fantasía, publicando rigurosos papers sobre el universo friki. Al fin y al cabo, a todos nos encanta hablar de la llegada del invierno en Juego de Tronos, pero ¿por qué esta estación puede durar tanto tiempo?
‘El triunfo de los buenos sobre los malos puede estar ayudado en cierta medida por una dieta pobre y una falta de luz solar de los personajes malvados’
Aunque algunos pasamos por alto esta cuestión y nos centramos en contemplar el derramamiento de sangre, cinco astrónomos de la Universidad Johns Hopkins se convirtieron en caballeros de Poniente para explicar su clima en un estudio publicado en ArXiv el famoso April Fool’s Day, el Día de los Inocentes en algunos países. Su conclusión: el planeta que se ha inventado George R.R. Martin gira alrededor de dos estrellas al mismo tiempo, provocando ese clima impredecible.
El tiempo es una de las preocupaciones diarias de todo ser viviente y los habitantes de la Tierra Media no podían ser menos. El excéntrico Radagast el Pardo también ha firmado un extenso paper en el que utiliza el método científico en lugar de la magia. El estudio, elaborado por un meteorólogo de la Universidad de Bristol, demuestra que el clima de este continente ficticio es similar al del oeste de Europa y el norte de África, y que el Ojo que todo lo ve contempla un tiempo templado y seco desde su vivienda de Mordor, similar al de Los Ángeles o Texas.
Los universitarios que desvelan los secretos de hobbits y superhéroes
El mago Radagast no es el único que se preocupa por la ciencia que encierra El señor de los anillos. En la publicación Journal of Interdisciplinary Science Topics encontramos algunos breves artículos científicos que reflexionan sobre las aventuras de la trilogía. Si alguna vez te has preguntado por qué Aragorn lucha incansablemente en batallas como la del abismo de Helm, te interesará saber que en la Tierra Media podría haber una concentración mayor de oxígeno en el aire, lo que podría explicar tal aguante.
Estos estudios también han diseccionado la dieta de la compañía en su excursión al Monte del Destino: 675 lembas a cuestas habrían sido suficientes para su supervivencia, teniendo en cuenta las necesidades calóricas de cada criatura. Eso sí, en realidad Frodo jamás habría podido llegar hasta allí: según uno de los papers, el ataque del trol en las minas de Moria le habría fracturado el esternón, por mucho que llevara su exclusiva cota de malla de mithril.
Los autores de esta revista científica que homenajea con frecuencia a Tolkien son estudiantes de diferentes carreras de ciencias de la Universidad de Leicester de Reino Unido, que organiza esta publicación para que los universitarios aprendan cómo elaborar un estudio a partir de un tema que les motive, convirtiéndose en creadores y árbitros de los demás.
‘Batman, asumiendo que fuera capaz de volar, chocaría contra el suelo a 80 kilómetros por hora durante el aterrizaje y difícilmente sobreviviría’
«La creatividad y la imaginación son habilidades muy importantes para un investigador», explica a Teknautas Cheryl Hurkett, profesora de la Universidad de Leicester. «Les ayuda a ellos y al público general a ver cómo la ciencia está integrada en la vida cotidiana. Si además implica un tema atractivo y divertido, destacará más», añade la supervisora de la revista, que enfatiza que ser una fan de la ciencia ficción fue una de sus motivaciones para entregarse al estudio de la astrofísica.
Los estudiantes de Física tienen su propia publicación anual en la Universidad de Leicester: sus investigaciones en The Journal of Physics Special Topics forman parte de un módulo de diez créditos que algunos alumnos superan realizando una breve investigación de los superhéroes clásicos.
En las páginas de esta revista han corroborado la resistencia de la telaraña de Peter Parker para detener un tren en Spider-Man 2 (que por algo la seda de los arácnidos es más resistentes que el acero), pero también han desmentido que Superman pueda absorber la cantidad de energía solar suficiente para sus viajes aéreos, ya que necesitaría unas células eficientes al 656.000% y las celdas solares más eficientes en la actualidad no llegan ni al 50%.
Algunos han calculado incluso que Batman, asumiendo que fuera capaz de volar, chocaría contra el suelo a 80 kilómetros por hora durante el aterrizaje y difícilmente sobreviviría. El superhéroe solo tiene dos opciones: o hacerse con una batcapa más grande o instalarse unos motores a reacción como complemento.
«El propósito más importante del módulo es enseñar a los estudiantes la redacción científica y el sistema de revisión por pares que se utiliza en la investigación de ciencia real», defiende Mervyn Roy, profesor del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Leicester y supervisor de este peculiar módulo de física.
Según Hurkett y Roy, los estudiantes creen que es toda una oportunidad aprender a escribir un artículo científico partiendo de los libros, cómics o películas que tanto tiempo llevan apasionándoles. ¿Quién no quiere viajar a una galaxia muy, muy lejana para comprobar que los escudos magnéticos de las naves en la saga de George Lucas sí son viables en el mundo real?
A Gollum le falta vitamina D y Anakin Skywalker es bipolar
Los investigadores se han preocupado incluso por los problemas psicológicos y el estado de salud de algunos de los personajes más famosos de la ficción. Algunos especialistas defienden razonadamente que Anakin Skywalker sufre un trastorno límite de personalidad, que lo de pasarse al Lado Oscuro de la Fuerza ha de ser por algo. Otros, más interesados en el mago de la cicatriz en forma de rayo, han publicado en Pub Med un detallado análisis de los dolores de cabeza de Harry Potter y las migrañas que sufre el joven según la medicina muggle.
Anakin Skywalker sufre un trastorno límite de personalidad: lo de pasarse al Lado Oscuro de la Fuerza ha de ser por algo
A Gollum también se le acumulan los problemas de salud. Su deplorable aspecto ha animado a algunos investigadores a publicar artículos sobre este ser obsesionado con el Anillo Único, que presenta una deficiencia de vitamina B12 por culpa de su poco recomendable dieta basada en pescado crudo que le causa delirios, irritabilidad y paranoias, según una investigación publicada en British Medical Journal. También padecería anemia (de ahí la pérdida del cabello) e hipertiroidismo (con la consiguiente pérdida de peso), aunque los investigadores no tienen muy claro si padece esquizofrenia o trastorno múltiple de personalidad.
Dos médicos también han publicado un estudio en The Medical Journal of Australia en el que afirman que las carencias de vitamina D de Gollum, provocadas por la falta de luz solar, serían las causantes de su debilidad, ya que le gustan demasiado las cuevas.
«El análisis textual sistemático de El Hobbit apoya nuestra hipótesis inicial de que el triunfo de los buenos sobre los malvados puede estar ayudado en cierta medida por una dieta pobre y una falta de luz solar de los personajes malvados», concluye este paper, que cree que la victoria del bien tiene que ver con la ciencia.
«Los problemas reales, como los agujeros negros, la nanotecnología o el tratamiento del cáncer, ¡son difíciles! Para progresar, necesitas imaginación y creatividad con el fin de pensar de forma completamente nueva», concluye Mervyn Roy, uno de los profesores que anima a los estudiantes de la Universidad de Leicester a investigar la ciencia detrás de la ficción. Elaborar un paper también puede ser divertido si la protagonista es la fantasía.
La deforestación de la jungla, la caza y también los gatos callejeros amenazan la supervivencia del tarsero, un pequeño primate de ojos saltones natural del sureste asiático. Oculta entre la maleza que cubre la isla filipina de Bohol, la Philippine Tarsier Foundation es la única institución del mundo dedicada al estudio de la especie y a la repoblación de la jungla.
El Santuario Tarsero, un terreno de 134 hectáreas de jungla junto a la ciudad de Corella, protege a unos doscientos tarseros de la deforestación y los cazadores furtivos que los capturan para venderlos como mascotas.
El fundador de la reserva, Carlito Pizarras, recibe a los visitantes con una sonrisa y un firme apretón de manos. Conocido como el hombre tarsero, Pizarras ha dedicado su vida a proteger al animal y es la única persona que ha conseguido la reproducción de ejemplares en cautividad.
La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Organización Internacional por la Conservación de la Naturaleza clasifica al tarsier filipino como especie “casi amenazada”
“Los estudio desde que tenía 13 años”, cuenta. Como otros habitantes de la isla de Bohol, de niño Pizarras se dedicaba a cazar tarseros para venderlos como mascotas. Él y su hermano se internaban en la jungla y encontraban a los diminutos primates guiándose por el olor de su orín, especialmente intenso por las mañanas.
Con los años, Pizarras también quiso tener una mascota tarsero, pero se dio cuenta de que ni siquiera sabía qué comían. Descubrió que buena parte de la información disponible sobre ellos era errónea: “Los libros decían que los tarseros comían tierra. Pero en realidad se comen los insectos que encuentran dentro de la tierra”, explica ahora.
Sus tarseros “murieron todos, uno tras otro”, recuerda. Pese a alimentarlos con grillos, saltamontes y otros insectos, las mascotas de Pizarras terminaban suicidándose. Tras un tiempo en cautividad, se infligían heridas o morían golpeándose la cabeza contra los barrotes de la jaula.
Fue entonces cuando el joven filipino decidió cambiar de oficio y dedicarse a proteger la especie. Su dedicación a la conservación del animal es tal que los biólogos han bautizado al tarsero filipino con el nombre científico de Carlito Syrichta.
La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Organización Internacional por la Conservación de la Naturaleza clasifica al tarsero filipino como especie “casi amenazada”, pero alerta que esta clasificación no es definitiva porque no existen suficientes datos sobre su estado de conservación.
Los tarseros son animales nocturnos y pasan el día acurrucados bajo las raíces de los árboles o en lo alto de las ramas. Son el primate más pequeño. Su cuerpo mide entre 10 y 15 centímetros, entre la cabeza y el cuerpo, y está rematado por una cola de unos veinte centímetros. Sus patas tienen falanges y uñas, y recuerdan a las manos humanas.
Pero los ojos grandes y redondos son su rasgo más llamativo. Incluso hay quien especula que George Lucas se inspiró en los tarseros para el carismático Maestro Yoda de La Guerra de las Galaxias.
Los ojos del tarsero miden 1,6 centímetros de diámetro y uno solo es tan grande como su cerebro. A pesar del tamaño, no pueden mover las pupilas, por lo que su cabeza es capaz de rotar casi 360 grados en cualquier dirección.
Los ojos del tarsier miden 16 centímetros de diámetro y uno solo es tan grande como su cerebro. A pesar del tamaño, no pueden mover las pupilas, por lo que su cabeza es capaz de rotar casi 360 grados en cualquier dirección
Pizarras deja a los turistas a cargo de una de las estudiantes que trabaja como voluntarias en el centro de conservación. La chica conduce a los turistas al interior de un cercado, señala hacia arriba y susurra: “Allí”. Los ojos inexpertos de los visitantes tardan un rato en identificar una bolita de pelo castaño casi oculta entre las ramas y las hojas de la jungla.
El ruido de las pisadas o los clics de las cámaras lo despiertan. Abre los ojos redondos y gira la cabeza hacia los turistas mientras la estudiante hace gestos para alejarlos de allí y conducirlos hacia el árbol donde duerme el siguiente tarsero. Más tarde, Pizarras aclara que los tarseros son animales muy territoriales y cada uno necesita una hectárea para vivir. En el cercado que la Philippine Tarsier Foundation abre a los turistas conviven ocho tarseros. “Creemos que es porque saben que aquí están seguros, pero si alguien les molesta se marchan y ya no vuelven”, explica Pizarras.
A pesar de los esfuerzos de la fundación, los turistas siguen acudiendo a ver a los tarseros enjaulados que los comerciantes exhiben en un mercadillo a las orillas del río Loboc, junto a la ciudad del mismo nombre. Allí, un sinnúmero de barcos restaurante remontan el río para ofrecer a los turistas las vistas que convencieron a Francis Ford Coppola para rodar Apocalypse Now en Filipinas. Los altavoces de las barcazas emiten sin descanso canciones de los Beatles mientras sus clientes degustan platos filipinos. El barullo de los visitantes sobrepasa el de la propia jungla y resulta mortal para el oído extremadamente sensible del tarsero. Pizarras sacude la cabeza al hablar de estas escenas. “Comenzamos la Tarsier Foundation hace casi veinte años, pero por desgracia todavía es necesaria”, lamenta.
En 1964, Robert Wilson y Arno Penzias, dos ingenieros de la compañía Bell Labs, andaban ocupados construyendo una nueva antena de comunicaciones. Durante su trabajo, detectaron un ruido de fondo que no eran capaces de eliminar y que no sabían de dónde procedía. Finalmente, aquella radiación fue identificada como el fondo cósmico de microondas, una radiación fósil que era como una especie de eco del Big Bang. El descubrimiento, que mereció el premio Nobel, daba la razón a los científicos que habían defendido la idea de que el universo comenzó en un pequeño punto extremadamente caliente y denso desde el que se expandió.
James Peebles (Winnipeg, Canadá, 1935) fue uno de los científicos que había predicho la existencia de aquella radiación de fondo. Poco antes del hallazgo de los ingenieros de Bell, había planeado su búsqueda junto a otros investigadores de la Universidad de Princeton (EE UU). Según el físico canadiense, ni él ni sus compañeros expresaron decepción alguna por haber sido adelantados en una carrera con el Nobel de fondo. “Lo que existía era emoción ante los datos sobre el origen del universo que estaban allí para ser medidos y analizados”, aseguraba en un artículo que recordaba el 50 aniversario del hallazgo.
La inflación podría resultar errónea y no me sorprendería»
Ayer ofreció una conferencia en la sede de la Fundación BBVA en Madrid titulada El descubrimiento y la expansión del universo. En una conversación unas horas antes de su intervención confiaba en que aquella excitación que sintió tras el descubrimiento de la evidencia del Big Bang sea compartida por mucha gente y muy diversa. “Mucha gente en EE UU o en Europa está fascinada con nuestros descubrimientos; puede que vayan a charlas como la que doy hoy, y después vayan a misa y no tengan problema con eso”.
Pregunta. ¿Ha cambiado mucho nuestro conocimiento sobre el universo desde que usted comenzó a investigar?
Respuesta. Ha cambiado increíblemente. Cuando comenzamos, hace cincuenta años, se hablaba del Big Bang, pero era un concepto muy especulativo. Había muy poca evidencia de que hubiese sucedido. El descubrimiento de esta radiación fósil hace cincuenta años y los estudios posteriores, realizados con un detalle espectacular, han permitido consolidar la idea de que el universo se expandió desde un estado denso y caliente. Es un avance extraordinario.
P. Pese al avance que menciona, da la sensación de que en cosmología, al menos desde el punto de vista de los no especialistas, no ha habido descubrimientos del impacto cultural del Big Bang
R. Las ciencias naturales dependen de las observaciones. Las ideas están bien, pero son tan buenas como las pruebas que las sustentan. La noción de un universo que se expande ya no es revolucionaria, pero las pruebas de que es algo que realmente sucede son el gran avance. También tenemos importantes avances teóricos, como el planteamiento de la materia oscura y la energía oscura. Tenemos pruebas convincentes de que estos conceptos son reales, pero no puedo decirle lo que son o si hay alguna alternativa mejor.
Si un creyente quiere nadar, es mejor que lo haga igual que un no creyente»
P. ¿Hay algún descubrimiento que le habría parecido especialmente sorprendente hace medio siglo?
R. Habría sido una serie de sorpresas. La ciencia ha avanzado de una forma más o menos progresiva durante los últimos cincuenta años. Ha habido muchos descubrimientos importantes, pero el efecto acumulativo es mayor que cada uno individualmente. A veces se realizan observaciones clave que tiene una gran importancia, pero con mucha mayor frecuencia es la acumulación de pequeños avances, que se suman unos a otros, lo que nos da una ciencia desarrollada. En cualquier caso, si me hubiesen dicho hace cincuenta años cómo se iba a producir este proceso, no me lo habría creído.
P. Desde fuera, puede parecer que los grandes descubrimientos vienen de la nada, de momentos de inspiración.
R. Hay descubrimientos impresionantes que sorprenden a todo el mundo, pero son raros. Lo más normal son estos avances progresivos que después es posible que aparezcan de repente en los medios como un gran hallazgo. El descubrimiento del fondo cósmico de microondas fue transformador. La mera existencia de esta radiación fue una gran vergüenza para la teoría competidora de hace 50 años de la teoría del estado estacionario [defendían un cosmos estático, que siempre fue y siempre será, en el que la materia se crea lenta y constantemente].
Recientemente, hubo una gran excitación con el descubrimiento de BICEP2 de una polarización que podría haberse debido a ondas gravitacionales producidas durante la inflación. Eso habría completado uno de los puntos incompletos de nuestra teoría, porque no podemos asegurar qué pasó antes de que el universo comenzase a expandirse. La mejor apuesta que tenemos es la inflación, pero las evidencias que lo apoyan son escasas. Si el hallazgo de BICEP2 se hubiese confirmado, me habría dado más confianza en que la inflación es la respuesta adecuada y eso habría sido de verdad otro experimento transformador. Pero al final no se confirmó.
No encuentro interesantes las predicciones sobre el futuro del universo»
P. ¿Le sorprendería que la idea de la inflación se descartase por los resultados de otros experimentos?
R. No. La inflación podría resultar errónea y no me sorprendería. Si aparecen evidencias de que el universo no se expande, algo que creo que no sucederá, sí estaría sorprendido de verdad. Diría que las posibilidades son cero, pero no debería decir cero. No creo que haya una teoría que sea absolutamente correcta.
Por poner un ejemplo, respecto a la conservación de la energía, en EE UU tú no puedes patentar una máquina de movimiento eterno. Hay una buena razón para eso. Los experimentos han mostrado muchas veces que la energía se conserva y, sin embargo, en la teoría de la relatividad general, la energía no se conserva. Pero las máquinas de movimiento eterno son extremadamente improbables. No podemos asegurar que no existen, porque no podemos llegar a la última verdad. Eso es cierto incluso en las matemáticas. En ciencia solo tenemos aproximaciones excelentes.
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P. Pero sus descubrimientos, pese a parecer más limitados que las certezas que puede ofrecer la religión, influyen mucho en la ideología de la gente, en cómo se mira al mundo.
R. Espero que tenga razón, pero por ejemplo en EE UU tenemos unos políticos bastante curiosos, gente en niveles muy elevados que considera la noción de un universo que se expande como una abominación, porque no está escrito en la biblia. Si me pregunta cuál es la influencia de la religión en mi trabajo, yo diría que la religión no tiene nada que decirnos. Pero también diría que nosotros no tenemos nada que decirle a la religión. Son ámbitos diferentes y mucha gente se siente cómoda con eso.
P. De hecho George Lemaître, uno de los padres de la idea del Big Bang, era un sacerdote católico. ¿Lo conoció?
R. Cuando él estaba empezando a retirarse yo empezaba a subir. No lo conocí en persona, pero conocí su trabajo y lo admiro. En los años treinta entendió muy bien la teoría de la relatividad de Einstein, era un individuo excepcional. Por supuesto, era muy religioso, pero no tenía problema reconciliando los dos ámbitos. Él dijo una cosa que me gusta mucho. Si un creyente quiere nadar, es mejor que lo haga igual que un no creyente. Y lo mismo sucede con las ciencias naturales, si un creyente trabaja en ellas debe hacerlo como un no creyente.
P. Además de ayudar a conocer el pasado del universo, la física hace predicciones sobre cuál será su destino final. ¿Hay alguna que le parece más interesante?
R. No encuentro muy interesantes estas predicciones. El pasado se entiende mucho mejor que el futuro porque hay fósiles. El futuro es fascinante. Podemos decir que el mundo acabará. Pero nuestra ciencia tiene muchas dificultades para entender el futuro, porque no entendemos bien la energía oscura, que está afectando el ritmo de expansión del universo ahora, y puede tener un efecto muy grande en el futuro o no, dependiendo de la naturaleza de la energía oscura, que desconocemos. ¿Seguirá expandiéndose el universo o se contraerá de nuevo hasta producir un Big Crunch? Para mí es una pregunta poco interesante porque no hay forma de poner a prueba las respuestas.
En la actualidad, el aceite de pescado es el tercer complemento dietético más consumido en Estados Unidos después de las vitaminas y los minerales, según un informe reciente de los Institutos Nacionales de Salud. Al menos un 10% de los estadounidenses toma aceite de pescado con regularidad, y en su mayoría creen que los ácidos grasos omega-3 de los complementos protegen su salud cardiovascular.
Pero existe un gran problema: buena parte de los ensayos clínicos realizados con aceite de pescado no han hallado pruebas de que reduzca el peligro de infarto y embolia.
A excepción de dos, todos los estudios descubrieron que, en comparación con el placebo, el aceite de pescado no mostraba beneficio alguno
Entre 2005 y 2012, importantes revistas de medicina publicaron al menos 25 estudios rigurosos sobre el aceite de pescado, la mayoría de los cuales investigaban si dicho producto podía impedir accidentes cardiovasculares en poblaciones de alto riesgo. Se trataba de personas con un historial de cardiopatía o factores marcados de riesgo, como un colesterol alto, hipertensión o diabetes tipo 2.
A excepción de dos, todos los estudios descubrieron que, en comparación con el placebo, el aceite de pescado no mostraba beneficio alguno.
Sin embargo, durante esos años, las ventas de aceite de pescado ascendieron a más del doble, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, señala Andrew Grey, catedrático adjunto de medicina en la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, y autor de un estudio sobre el producto publicado en 2014 en JAMA Internal Medicine.
“Existe una importante desconexión”, afirma Grey. “Las ventas están aumentando pese a la progresiva acumulación de ensayos que no muestran ningún efecto”.
Existen buenos motivos, al menos en teoría, por los que el aceite de pescado debería mejorar la salud cardiovascular. La mayoría de los complementos de aceite de pescado son ricos en dos ácidos grasos omega-3 –el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el docosahexaenoico (DHA)– que pueden fluidificar la sangre, como la aspirina, que tiene la capacidad de reducir la posibilidad de trombos. Los omega-3 también pueden mitigar inflamaciones, que influyen en la ateroesclerosis. Y la Administración de Alimentos y Medicamentos ha aprobado al menos tres tipos de fármacos de aceite de pescado -Vascepa, Lovaza y una versión genérica- para el tratamiento de triglicéridos muy elevados, un factor de riesgo en cardiopatías.
Pero estas propiedades de los ácidos grasos omega-3 no se han traducido en beneficios notables en la mayoría de los ensayos clínicos.
Las ventas están aumentando pese a la progresiva acumulación de ensayos que no muestran ningún efecto”
Parte del entusiasmo inicial por el aceite de pescado se remonta a estudios realizados en los años setenta por los científicos daneses Hans Olaf Bang y Jorn Dyerberg, que determinaron que los esquimales que vivían en el norte de Groenlandia presentaban unos índices considerablemente más bajos de enfermedades cardiovasculares, cosa que atribuyeron a una dieta rica en omega 3 que consistía principalmente en pescado, foca y grasa de ballena. George Fodor, cardiólogo de la Universidad de Ottawa, destacaba los errores de muchos de estos primeros estudios, y llegó a la conclusión de que el índice de cardiopatías entre los esquimales había sido enormemente infravalorado. Pero el aura de los aceites de pescado persiste.
Los argumentos a favor del aceite de pescado recibieron un espaldarazo gracias a varios estudios llevados a cabo en los años noventa, entre ellos un ensayo italiano que descubrió que los supervivientes de infartos que fueron tratados con un gramo diario de aceite de pescado presentaban índices más bajos de mortalidad que aquellos que tomaron vitamina E. Dichos hallazgos llevaron a grupos como la Asociación Estadounidense de Cardiología a recomendar el aceite de pescado hace aproximadamente una década, ya que era una manera de que los pacientes introdujeran más omega 3 en su dieta.
“Pero desde entonces ha habido un aluvión de estudios según los cuales no presentan ningún beneficio”, señala James Stein, director de cardiología preventiva en los Hospitales y Clínicas de la Universidad de Wisconsin. Entre ellos hubo un ensayo clínico con 12.000 personas, publicado en The New England Journal of Medicine en 2013, que descubrió que un gramo de aceite de pescado diario no disminuía la tasa de mortalidad por infarto y embolia en gente con síntomas de ateroesclerosis.
“Creo que, ahora mismo, podemos dar por terminada la era del aceite de pescado como medicación”, afirma el principal autor del estudio, Gianni Tognoni, del Instituto de Investigación Farmacológica de Milán.
Según Stein, los primeros estudios sobre el aceite de pescado se realizaron en una época en que las enfermedades cardiovasculares se trataban de manera muy distinta a hoy en día y se utilizaban muchas menos estatinas, beta bloqueadores, anticoagulantes y otros tratamientos intensivos. Por tanto, dice, aunque el efecto del aceite de pescado fuese menor, debía de ser más perceptible.
Creo que, ahora mismo, podemos dar por terminada la era del aceite de pescado como medicación”
“En la actualidad, el nivel de atención es tan bueno que añadir algo tan pequeño como una cápsula de aceite de pescado no supone ninguna diferencia”, afirma. “Es difícil mejorarlo con una intervención que no sea muy fuerte”.
Asimismo, Stein advierte de que el aceite de pescado puede ser peligroso cuando se combina con aspirina u otros anticoagulantes. “Con mucha frecuencia, vemos a gente que toma aspirina o una superaspirina’en combinación con aceite de pescado, y les salen moratones y sufren hemorragias nasales con suma facilidad”, señala. “Y cuando interrumpimos el consumo de aceite de pescado, mejoran”.
Como muchos cardiólogos, Stein anima a sus pacientes a evitar los complementos de aceite de pescado y a consumir pescados grasos al menos dos veces por semana, siguiendo las directrices federales sobre una ingesta segura de pescado, ya que contiene varios nutrientes saludables y no solo EPA y DHA. “No recomendamos el aceite a menos que la persona no incluya absolutamente nada de pescado en su dieta”, remacha Stein.
Pero algunos expertos dicen que la defensa del aceite de pescado sigue abierta. JoAnn Manson, jefa de medicina preventiva en el Hospital Brigham and Women’s de Boston, asegura que los grandes ensayos clínicos sobre el aceite de pescado se centraron solo en personas que ya padecían cardiopatías o corrían un riesgo muy alto de sufrirlas. También se ha promocionado el aceite de pescado para la prevención de otras enfermedades, entre ellas el cáncer, el alzhéimer y la depresión.
Manson está dirigiendo un ensayo clínico de cinco años conocido como estudio Vital, en el que participan 26.000 personas más representativas de la población general. Dicho ensayo, cuya finalización está prevista para el año que viene, determinará si el aceite de pescado y la vitamina D, por separado o combinados, tienen algún efecto en la prevención a largo plazo de la cardiopatía, la diabetes tipo 2 y otras afecciones en personas que no presentan muchos factores de riesgo relevantes.
Aunque Manson primero recomienda comer pescado graso, no suele impedir que la gente consuma el aceite, en parte porque no parece tener grandes efectos secundarios en personas en general sanas.
“Pero creo que la gente debería darse cuenta de que todavía no hay consenso”, precisa, “y de que es posible que esté gastando mucho dinero en esos complementos sin obtener ningún beneficio”.
© 2015 New York Times Service.
Traducción de News Clips.