Papiloma. Las vacunas contra el virus del papiloma humano aprobadas en 2009 causaron un intenso debate, que aún no se ha cerrado. Los argumentos básicos de quienes se oponían eran el precio (unos 450 euros cada tratamiento) enfrentado a una eficacia discutida: protege solo frente a un grupo de variantes del virus —las más frecuentes—, pero no contra todas. A este recelo se sumaron algunos casos de niñas (hasta 103) que, tras recibir la medicación, sufrieron efectos adversos. Dos, en Valencia, fueron especialmente graves (convulsiones, desmayos). La Agencia Europea del Medicamento descartó que hubiera relación con el fármaco.
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Gripe A. La prisa con la que en 2009 se fabricaron millones de vacunas contra la gripe A también causó recelo. Después de su uso masivo, solo hubo un pequeño grupo de adolescentes en Finlandia que desarrollaron narcolepsia tras recibir la medicación, que tenía una formulación especial para intensificar su efecto (y que no se usó en España). La Agencia Europea admitió la relación. El nexo entre vacunas y dolencias de tipo autoinmune es claro en teoría (actúan sobre el mismo sistema), pero con manifestaciones poco frecuentes.
Varicela. El fármaco se usaba en niños, hasta que en 2013 el Ministerio de Sanidad decidió reservarlo para adolescentes que no hubieran pasado la enfermedad de pequeños. El argumento, aparte del ahorro, era que la enfermedad era leve y no pasaba nada por superarla de niño. Luego hay que vacunar porque la varicela en adultos es grave. Parece que la medida va a ser revocada.
Aunque la inmensa mayoría de los españoles tienen un teléfono móvil y pagan por un acceso a Internet móvil de banda ancha, la velocidad real de su conexión es la peor de entre los países desarrollados. Un estudio global con cinco millones de mediciones muestra que los países nórdicos y varios del este de Asia disfrutan de velocidades que doblan y, en algún caso, quintuplican, la media de la existente en España.
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Los grandes datos parecían buenos. 2014 acabó con un parque de líneas móviles de más de 50 millones, según el último informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Hace tiempo que dejó de ser noticia que haya más teléfonos que personas en España. Además, casi el 75% de los españoles tenían a mediados del año pasado una conexión de banda ancha móvil, cifra que ha debido mejorar en este tiempo. En los últimos meses, las compañías de telecomunicaciones no han dejado de publicitar sus redes 4G, hasta 10 veces más rápidas que el 3G.
Pero ¿cuál es la calidad real de esa banda ancha móvil? La velocidad media de la conexión móvil en España es de 4,6 megabits por segundo (Mbps), según un análisis realizado con una muestra de más de 200.000 usuarios en todo el mundo por expertos de la Universidad Aalto de Finlandia y la Internet Society. La cifra por sí sola apenas dice nada. Pero, si se la compara con las obtenidas en el resto de países, se entiende mejor: los ciudadanos de otras 29 naciones disfrutan de mayores velocidades que los españoles.
Entre los 10 primeros países con mejor conexión móvil (siempre en sentido descarga) aparecen, casi sin excepción, los que ya disfrutan del mejor acceso a Internet fijo. En la lista, encabezada por Dinamarca con unos envidiables 22,3 Mbps, están el resto de países nórdicos, Suiza y Bélgica. Además de Canadá, completan el grupo las naciones asiáticas más avanzadas, como Singapur (segundo de la clasificación), Corea o Japón. Todas ellas doblan al menos la velocidad en España.
España ocupa el trigésimo lugar en velocidad real de banda ancha móvil con una velocidad media de 4,6 Mbps
«Varios factores explican porqué los usuarios de móviles logran diferentes velocidades en los distintos países», dice el ingeniero electrónico y coautor del estudio, el profesor de la Universidad Aalto, Jukka Manner. Entre esos factores puede estar desde el modelo de móvil hasta el plan de datos contratado. Pero lo que más influye es, según este experto en redes, «la congestión en la red, que haya pocas estaciones base cubriendo áreas muy pobladas, o la disponibilidad de la red, cuántas estaciones base hay a tu alrededor a las que te puedes conectar».
Manner, que participa en la elaboración de los estándares de redes desde 1999, no sabe de la realidad española ni la política de despliegue de las operadoras españolas. Él solo conoce los datos que arroja Netradar, la aplicación para móviles que creó junto a su equipo para medir la velocidad real de la conexión. Una vez instalada, permite al usuario saber que velocidad media y máxima obtiene con su conexión, a qué tipo de redes se conecta o la cobertura disponible en su zona geográfica. También, y de forma anónima y agregada, envía los resultados al laboratorio de Manner.
Otro elemento que mide Netradar es la latencia, un aspecto clave en el rendimiento de una conexión y que expresa el retardo en el envío/recepción de un paquete de datos. En el caso español, una serie de bits enviados desde un móvil hasta los servidores usados en el estudio tardaba de media 254 milisegundos (ms). No parece mucho retraso, pero «esto es lo más importante para los servicios interactivos, como Voz sobre IP o las comunicaciones bidireccionales por vídeo», recuerda Manner. Para hacerse una idea, la latencia media en Suiza es de 119 ms y la de Irán de casi un segundo.
Buceando para EL PAÍS entre los resultados obtenidos por la aplicación, Manner también ofrece los datos desagregados por tecnología de radio (en particular 4G) de España y, para comparar, Finlandia. Netradar muestra que durante 2014, el porcentaje de conexiones de cuarta generación en España fue del 10% del total, por debajo de la media mundial. Sin embargo, y con datos de hasta ayer mismo, las conexiones 4G ya suponen el 22% en lo que va de año. La cifra dobla la del ejercicio anterior pero aún está muy lejos de la cobertura 4G que dicen ofrecer los operadores y que alcanzaría al 70% de la población española. Aquí hay que tener en cuenta que no todos los móviles son todavía compatibles con esta tecnología.
Netradar/Aalto University’);»> ampliar foto
El 4G, sin embargo, no asegura un mejor puesto a España en la clasificación. La velocidad media de la conexión de los españoles con esta tecnología fue, en 2014, de 17,6 Mbps. Es cuatro veces más que la media de toda la banda ancha móvil española, pero aún lejos de los 29,4 Mbps de Finlandia, por ejemplo. Y es que esto de la conexión a Internet no es una foto fija. Cuando uno cree haber llegado a donde estaban los otros, éstos ya se han vuelto a adelantar.
Los resultados para España se basan en una muestra de 6.324 usuarios de Netradar, cifra que podría no ser representativa. «Por supuesto, cuantos más mejor, pero incluso con estas muestras, se representa bastante bien la escala nacional», asegura un Manner que invita a todo el mundo a instalarse su aplicación para comprobar cómo de buena es su conexión y, de paso, afinar los resultados para el año que viene.