Diego López se confiesa: "Alguno me masacró durante mi etapa en el Madrid"

Diego López

, portero

del AC Milan

que jugó antes en el

Real Madrid

, se sintió «masacrado» por «alguno» en el conjunto blanco, pero celebra poder tener «la cabeza bien alta», según afirma en una entrevista publicada en

La Gazzetta dello Sport

.

«Alguno me ha masacrado, pero yo buscaba solo trabajar por el bien del Real Madrid y ayudar al club», aseguró el gallego, preguntado por los gritos que se escuchaban en el estadio Santiago Bernabéu cuando él ocupaba la portería.

«Puedo seguir adelante con la cabeza bien alta. Dos entrenadores han confiado en mí», defendió el guardameta del Milán, quien precisó que entre él e Iker Casillas «nunca ha habido problemas».

En el equipo lombardo desde agosto, el exmadridista dice sentirse en la mejor etapa de su carrera a sus 33 años, «una edad óptima para un portero» que se siente bien físicamente y que a nivel psicológico tiene «la madurez para afrontar cualquier dificultad».

Al conjunto italiano, López dijo aportar las «ganas de vencer» que harán que «el Milan vuelva a ser grande», aunque sí admitió que «hay muchas cosas que no funcionan» en él, posicionado en el puesto 11 de la Serie A italiana. 

El Chelsea, campeón de la Premier con el estilo Mourinho

Nadie lo mereció más que el Chelsea, que sólo dejó el liderato en la segunda jornada y porque entonces había marcado menos goles que el Tottenham. Mandó de principio a fin en la Premier para obtener su quinta liga, la tercera (2005, 2006 y ahora 2015) bajo la dirección de José Mourinho, que suma ya ocho victorias en torneos de la regularidad porque consiguió dos en Oporto (2003, 2004), otros dos con el Inter (2009, 2010) y uno con el Real Madrid (2012). “Quiero más”, dejó claro tras su última conquista. Le valió para acabar de lograrla un triunfo en su estadio por la mínima gracias a un penalti inexistente que forzó, marró y embocó en su rechace el belga Eden Hazard para sentenciar cuando quedan tres jornadas para el final del campeonato. Fue una nueva exhibición de músculo: el laureado técnico luso acabó el partido contra el Crystal Palace en su área con un portero, seis zagueros y dos mediocentros defensivos. “No era un partido para disfrutar sino para acabar el trabajo”, justificó el Mourinho más proletario.

Apenas 27 goles recibidos en 34 partidos retratan a un Chelsea sin fulgor, pero inaccesible en todo momento para sus rivales por el campeonato. Con el Manchester United en reconstrucción, el Arsenal en su eterno diván y el Liverpool errado en la inversión del dinero recibido por el traspaso de Luis Suárez, tan sólo encontraron rival en el campeón al que suceden, el Manchester City. Fue hasta enero, hasta que se cayó el equipo que dirige Manuel Pellegrini, que en la jornada quinta tras el primer duelo directo contra el Chelsea ya transitaba a cinco puntos, pero que consiguió remontar hasta que en la primera jornada de la segunda vuelta ambos igualaron en la cabeza con 46 puntos. Fue entonces cuando los blues perdieron su segundo y último partido de una campaña sin tacha en su estadio, donde sólo ha cedido tres empates. Perdieron en Newcastle y en el feudo del Tottenham y tras esta segunda y última derrota agregó a su balance once victorias y cuatro empates mientras el City se desplomaba. “La Premier es la liga más complicada del mundo y lo sabía cuando decidí regresar a ella. Aquí es imposible ganar por 8-0”, tiró con bala Mourinho mientras saboreaba el triunfo.

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“Somos un equipo vendedor”, clamó el entrenador luso cuando empezaba la temporada, afanado en revestir de un tinte de modestia este último proyecto del multimillonario Roman Abramovich, un tipo que se ha gastado en fichajes en torno a 1.500 millones de euros desde que se hizo con las riendas de la entidad en 2003. La suma y la resta corroboran las palabras de Mourinho, no tanto el movimiento de dinero: el Chelsea gastó esta campaña en las dos ventanas del mercado 142 millones de euros en refuerzos e ingresó 145 en ventas. Sólo por David Luiz y Lukaku recaudó 85 millones. Diego Costa y Fábregas, claves para lograr el título, costaron 71. La pericia en ese tipo de decisiones forjaron un equipo coriáceo en la zaga, bien asentado en la meta con el regreso al club de Thibaut Courtois y en el que mezcló con éxito el frenesí de Costa (19 goles en 24 partidos) y Fábregas (17 asistencias, nadie da más en el campeonato) con la imaginación de Willian, Oscar y Hazard, elegido el mejor futbolista de esta edición de la Premier por la Asociación de Futbolistas Profesionales. Todo el entramado estaba tejido en torno a Matic, un hercúleo mediocentro, con más dotes para jugar la pelota que el hasta hace año y medio habitual Obi Mikel. “El año pasado estábamos en construcción, en esta temporada ya teníamos algo más estable y un par de jugadores con cualidades diferentes”, explicó tras celebrar el título sin demasiadas muestras públicas de efusividad, insistiendo en un ideario que ya había destacado en la víspera del partido contra el Palace: “Parece que para algunos es más importante tener el balón que marcar goles. Tal vez cuando mis nietos jueguen al fútbol iremos al estadio a disfrutar como los jugadores se pasan el balón”.

“Aquí es imposible ganar por 8-0”, dice el portugués

Con esa base y ese argumentario futbolistico, sin disponer del mayor gasto salarial del campeonato, 259 millones de euros por los 277 del City o los 290 del Manchester United, tantas veces comparado con los equipos campeones menos excitantes del fútbol británico, el Chelsea alza de nuevo la Premier, cota que no alcanzaba desde hace cinco años, entonces con Carlo Ancelotti al mando. Vence dando valor a lo que importa según Mourinho, el rigor defensivo y la velocidad en la resolución. Con una pregunta que deja el estratega de Setúbal en el aire: “La gente habla de estilo y elegancia, ¿pero que es eso?”.

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Mourinho, tras proclamarse campeón de la Premier con el Chelsea. / Carl Recine (REUTERS)

Agujeros negros en Fútbol para Todos

“Nos secuestraron los goles como antes secuestraron a 30.000 argentinos”. Con esta frase, Cristina Fernández de Kirchner, con Diego Armando Maradona a su lado, daba paso en 2009 a uno de los proyectos estrella de su Gobierno y que, según diversos analistas, más réditos políticos le ha dado: desde ese momento, el Estado desplazaba del fútbol a las empresas privadas que explotaban los derechos para ofrecerlo de manera completamente gratuita, algo inusual en el resto del mundo y muy relevante en Argentina, donde el fútbol es una cuestión muy seria.

El programa se llama Fútbol para Todos, y en cinco años le ha costado al Gobierno, según datos oficiales, más de 1.000 millones de dólares. Un informe que preparó la Auditoría General de la Nación, un organismo de control del Congreso, y no pudo ver la luz por el veto de los auditores kirchneristas, ha detectado varias irregularidades en este programa. Uno de los detalles del informe señala que hay hasta 36 millones de dólares sin justificar en estos contratos del Fútbol para Todos, según los datos enviados por el Gobierno al Congreso, por lo que los auditores que lo han analizado estiman que podría haber profundas irregularidades. De hecho el asunto está ya en los tribunales, a través de la denuncia de Gabriela Ocaña, concejal porteña de la oposición que fue ministra de Salud con los Kirchner.

El contrato no fue tramitado respetando las leyes de contratación pública argentinas

El programa empezó con la idea de vivir de la publicidad pero ahora solo tiene en los intermedios propaganda oficial del Gobierno. En medio de los partidos de fútbol, por tanto, que en Argentina alcanzan audiencias récord, la presidenta y sus ministros aparecen en inauguraciones de distintas obras públicas, en actos con militantes y en general sonriendo en anuncios de imagen muy cuidada y que tienen más eficacia en ese momento preciso del intermedio del fútbol que cualquier discurso político.

De hecho el programa tuvo otro efecto importante para la batalla política que mantiene el Gobierno con algunos medios: le quitó un negocio muy importante al Grupo Clarín, que hasta entonces explotaba los derechos del fútbol. Aunque nunca se reconoce oficialmente, esa guerra estaba en el trasfondo de la decisión. Fútbol para Todos y la propaganda oficial en medio de los partidos se han convertido en algo tan relevante que diversos analistas y políticos consultados creen que gane quien gane las elecciones de octubre no renunciará a este formidable aparato de propaganda por mucho que el coste para el Estado sea elevado. Sobre todo, señalan estos analistas, nadie podrá asumir el coste de volver al fútbol de pago después de cinco años en los que los argentinos se han acostumbrado a ver todo tipo de partidos —campeonato, copa Libertadores de América y la selección argentina— de forma gratuita en televisión o por Internet y en alta definición.

Hay un profundo descontrol en uno de los programas estrella del Gobierno

La auditoría realizada por el organismo dependiente del Congreso entre agosto de 2009 y finales de 2012, y que no vio la luz, sostiene que hay una diferencia de 178,9 millones de pesos (36 millones de dólares de entonces) entre los totales devengados en la ejecución presupuestaria (2.967,5 millones de pesos) y la sumatoria de las órdenes de pago (2.788,6 millones), según los datos oficiales, por lo que los expertos han comprobado que existen “debilidades y desvíos”. En cuanto al pago a prestadores de servicios, se detectó la emisión de numerosas órdenes de pago sin el respaldo de la orden de compra correspondiente por un total de 188,9 millones de pesos (38 millones de dólares).

Además, el informe señala que el contrato no fue tramitado respetando las leyes de contratación pública argentinas. El texto recuerda que la decisión se argumentó en la crisis de los clubes argentinos, como una especie de rescate, pero el contrato no ha resuelto ni de lejos ese problema. Sostiene el informe que nunca se presentaron documentos técnicos demostrativos de la invocada crisis de los clubes ni de la verosimilitud de las millonarias sumas adeudadas por estos y que nunca se obligó a la Asociación del Fútbol Argentino, a través de algún mecanismo de control, a acreditar que con ese dinero estaba saneándolos.

En ningún expediente de pago constan antecedentes o referencias a constancias objetivas que validen la razonabilidad del precio pagado con los valores de plaza del servicio. Y tampoco se implementaron procedimientos escritos y detallados que regulen el circuito de facturación, pago y acreditación de los fondos generados. Esto es, un profundo descontrol en uno de los programas estrella del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Simeone se defiende: "Contra Madrid y Barça, apretar atrás es lo que sale bien"

El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone, explicó su visión de la eliminación de la Liga de Campeones asegurando que lo que «sale bien» ante Real Madrid y Barcelona es «apretar atrás» y no «arriba», defendiendo su planteamiento y aceptando que «las críticas son justas», añadiendo que hubiese firmado a principio de temporada «tener opciones numéricas» de ser campeón de la Liga BBVA. «El Real Madrid hace gol en el minuto 87. Estuvimos a tres minutos de poder ganar, y perdimos 1-0. La sensación es muy amplia porque podemos discutir de fútbol un montón de cosas, como si es mejor perder 4-2, 5-3 o 1-0 con uno menos, porque siempre se olvida que jugamos con uno menos«, aseveró Simeone este martes en rueda de prensa.

Sobre este encuentro también aclaró que «Tiago había pedido el cambio porque estaba fundido» y que «no busca excusas» para explicar la eliminación, sino que se trata de «una realidad incompatible» con ciertas opiniones, matizando que «es entendible» que haya críticas hacia su planteamiento, que considera «justas» por ser el entrenador. «Al principio me decían que al Barcelona y al Real Madrid se les ganaba apretando arriba, pero te meten seis o siete goles. Si se aprieta atrás es cuando sale bien. El fútbol da la oportunidad de que hablemos todos. Todos somos entrenadores, y los que estamos ahí tenemos que estar expuestos a los resultados», repasó Simeone.

Finalmente, también opinó sobre los juicios a su actuación que «no hay que fastidiarse» por ellos sino «tomar algún comentario que pueda servir y dejar de lado los que no tienen argumento», valorando que «cuando los resultados son negativos, las críticas tienen más valor«. «Cuando jugamos en el Bernabéu y ganamos después de 14 años nos reventaron los palos. El fútbol es esto», sentenció el técnico argentino, que hubiese «aceptado» si le hubiesen dicho al inicio de temporada que tendría «opciones numéricas» a estas alturas de repetir como campeón, aunque exista «una diferencia importante con el primero». «La gente no consume solamente lo que escucha y lo que lee, sino también lo que ve. Este año hemos estado a la altura en todas las competiciones, y el equipo siempre mostró rebeldía y estuvo sin bajar los brazos. La gente se siente relacionada con los jugadores», analizó sobre el apoyo de la grada.

«No se sabe cómo llegaremos ante el Barça»

Sobre lo que resta de liga, el ‘Cholo’ confesó que tratarán de apurar los partidos para estar «lo más cerca posible» de los 90 puntos con los que fueron campeones el año pasado, una misión «difícil, pero no imposible» en la que deberán medirse al Barcelona, pudiendo ser jueces del título liguero. «Hay que ver cómo se llega a ese momento. Todavía hay nueve puntos en juego, y son muchos. Todavía no se sabe cómo vamos a llegar los dos a ese partido», contestó Simeone al ser preguntado por ese partido en concreto y la posibilidad de hacer un favor al Real Madrid. Además, Simeone, que cumple este martes 45 años, también fue cuestionado por su partido 200 ante el Villarreal, considerando que han ido «poco a poco construyendo equipos competitivos» en su andadura al frente del Atlético de Madrid, ya que tardaron «dos años en poder ganar un partido al Real Madrid, después de catorce sin hacerlo».

«Cuando llegué, siempre imaginé lo mejor, no más de lo que hay, ni menos de lo que tenemos. Siempre hemos seguido un camino muy bueno, en el que dependemos del partido que viene, y ese estímulo nos ha permitido estar fuertes y llegar a este número de partidos», confesó el argentino. Además, reconoció que se siente «totalmente identificado y orgulloso de la elección de venir al club en un momento difícil», agradeciendo la labor de los futbolistas, ya que sin ellos no hubiesen sido «capaces» en el cuerpo técnico de llevar a cabo sus «ideas e ilusiones». Finalmente, avisó del peligro del Villarreal, su rival de este miércoles y «uno de los equipos que mejor juega en España, porque siempre tienen una identidad definida«. «Es un conjunto siempre ordenado, que tácticamente trabaja muy bien. Marcelino ha hecho una labor extraordinaria, y siempre da gusto ver cómo juegan», expresó

El Levante huye del descenso

A falta de fútbol y creatividad, convertirse en hermético resulta la alquimia que necesita el Levante para conseguir su objetivo de la salvación. Cerró todos los caminos el conjunto granota al Getafe, al que le faltó temple para desarmar al rival, solo inquietado por ciertos detalles de Sarabia y algún centro enroscado de Pedro León. Poca cosa para abrir el cerrojo levantino que, limitándose a defender, encontró la deseada, balsámica y vital victoria que le aleja del descenso gracias a un gol de Víctor Casadesús. Los ocho tantos que suma el exjugador del Mallorca junto a los nueve de Barral camuflan la falta de imaginación del Levante agarrado a su defensa y a su espíritu indoblegable. Puro catenaccio. Le faltó cintura y reacción a Pablo Franco desde el banquillo para efectuar cambios que revertieran la situación. Los hizo al final cuando el Levante no iba a dejar escapar el botín.

Incomodó el Levante en todo lo que pudo al Getafe. En realidad a ello se dedicó en exclusiva. Y lo hizo con prestancia para desvirtuar al conjunto del sur de Madrid, falto de destreza para gobernar el partido y conquistar una victoria que prácticamente certificara la salvación que se resiste a confirmar.

Con tres centrales y dos laterales de largo recorrido, el Levante, de inicio, sorprendió por su buena disposición al Getafe, mermado por las numerosas ausencias, con tan solo 14 futbolistas disponibles de la primera plantilla. Fue fugaz la exposición granota que pronto se refugió en torno a Mariño, obligando al conjunto azulón a esmerarse en la creación, dar velocidad al esférico, ser preciso en el pase. A los 20 minutos lo fue Sarabia filtrando un balón a Diego Castro cuyo disparo adivinó la trayectoria Mariño que achicó el espacio al jugador pontevedrés.

Apenas concedía espacios el Levante en su repliegue y atacaba de manera directa, sin transición alguna, evitando pérdidas en la elaboración y el contragolpe rival. Un plan básico para un equipo necesitado, falto de confianza. Para tales conjuntos, a falta de fútbol y convicción, la estrategia resulta fundamental. Cualquier acción a balón parado se convierte en un valor añadido. Al Levante le está concediendo un rédito capital. A los 35 minutos se adelantó en el marcador a la salida de un córner botado por José Mari, excelentemente rematado de cabeza por Víctor Casadesús desde el punto de penalti, poco exigido en el salto por la defensa azulona, colocando el esférico en la escuadra de Guaita.

Con orden y las líneas bien juntas, el Levante no otorgó la más mínima ocasión al Getafe en todo el segundo periodo jugado en una sola dirección sin que por ello Mariño tuviese apenas que intervenir, atento solo a los centros laterales azulones que nunca encontraron rematador. Para alivio del Levante que da un paso más hacia la salvación. Al Getafe le falta muy poco para certificarla.

Juega el Valencia, gana el Barça

El Barça perdió sensibilidad y ha ganado dureza y, sobre todo, tiene una admirable capacidad de supervivencia, expresada en circunstancias tan sorprendentes como la de marcar un gol en el primer minuto y el otro en el último, superior en las áreas y desbordado en la divisoria, ayer tomada por el Valencia. Hubo un momento en que pareció que al Barcelona le sobraba el balón, la cancha y el partido, y se abandonaba a la fortuna propia y a la desdicha ajena, tanto da, como quedó constancia en el penalti fallado por Parejo o parado por Bravo. El Barcelona se parece más que nunca a Luis Enrique.

El asturiano siempre fue un jugador extremadamente competitivo e indetectable para los defensas y hoy es un ciudadano aficionado a las pruebas extremas y un entrenador seguro de sí mismo, hasta cierto punto desafiante, dispuesto a desmentir a los que filosofan con el fútbol, siempre directo, resultadista a mucha honra, para nada ruborizado sobre el qué dirán sobre su equipo, si ya no seduce y solo gana, si es más guerrero que artista, si la bola puede ir de área a área y no de pie a pie, todos a una, como hace hoy por ejemplo el Valencia, abatido cruelmente por la puntera Luis Suárez y la bota de Messi.

El partido lo perdió el Valencia; no lo ganó el Camp Nou, un estadio de mosaicos más que de tambores, de cánticos y pancartas, siempre expectante, más crítico con el árbitro que intimidador con el contrario, por más que mediara la invocación de Luis Enrique. El técnico pidió que temblara el campo y llevara en volandas a sus jugadores y al final hubo muchos aficionados que ni siquiera vieron los goles porque acostumbran a llegar tarde y a retirarse antes de hora para evitar atascos en Barcelona. Así que el mérito de cuanto pasó para bien y para mal, de los tramos buenos y malos de costumbre, fue del Barça y de Luis Enrique.

El Barcelona, duro,  desafiante y competitivo, se parece más que nunca a Luis Enrique

El Valencia tiene la ideología, y también las costuras del mejor Barcelona, sobre todo por la valentía con la que afronta los partidos, la autoridad con que gobierna el juego, y más si el escenario es de la talla del Camp Nou. El equipo de Nuno nunca miró al marcador sino que se fijó en la pelota y en la portería de Bravo. Y si el resultado se puso de parte del Barça a los 55 segundos fue porque Luis Suárez acabó la jugada que había iniciado Parejo: Piqué se interpuso ante el centro del volante y armó un contragolpe vertical, muy bien conducido por la velocidad de Messi y rematado por el 9.

No sabían jugar los azulgrana con ventaja, seguramente porque se han olvidado de descansar con el balón, pendientes de ser más intensos que precisos, sometidos por la excelente presión del Valencia. El Barça solo ganó un duelo de los planteados: Messi le pudo a Orban en la acción del 1-0. No tenía más futbolista el Barça que al 10, asistente al inicio, después aglutinador del juego, siempre bien puesto en la cancha, tanto cuando daba salida al cuero desde la cancha propia como en el momento en que enfrentaba a la zaga comandaba por Otamendi y Mustafi. El fútbol y las oportunidades eran del Valencia. Bravo le paró un penalti a Parejo después que Piqué tirara a Rodrigo a la salida de un fuera de banda, Paco Alcácer remató a la base del palo y el portero le sacó dos balones de la bota al 9 de Nunes. Atrevido, armónico y bien armado, el Valencia fue el único protagonista hasta el descanso, cuando la hinchada salió disparada en busca de un buen trago para reponerse del susto, sorprendido por la vulnerabilidad del Barça, por la exuberancia del Valencia y por el arbitraje crispante de González González, incapaz de atender tanta tralla y de entender a Messi.

Atrevido, armónico y bien armado, el Valencia fue el único protagonista hasta el descanso

El 10 descifró las pocas jugadas que dibujó el Barça y marró también el 2-0 en un remate con la derecha ante Diego Alves. Los azulgrana solo sobrevivieron en las porterías, faltos de pausa y de control, desbordados por los dos costados, el de Alves y el de Adriano, confundido en la medular por la presencia de Busquets como interior y de Mascherano, igual que ya ocurrió en Mestalla. Apremiado por un calendario agotador y exigente, Luis Enrique cambió a un futbolista por línea y el Barça quedó a merced del Valencia. Mal organizado, perdía la pelota continuamente, no tenía salía desde su cancha y concedía ocasiones continuamente.

El Valencia acentuó su determinación con el cambio de un lateral defensivo por uno de ataque (Gayà-Orban) mientras el Barça se corrigió estructuralmente: dejó en la caseta a Adriano para que entrara Rakitic y Mathieu pasó al costado izquierdo de la defensa, como ya pasó en el Bernabéu. Apareció Xavi y el equipo se entregó a posesiones muy largas, dispuesto a calmar la contienda y a domar al Valencia. Ocurre que no todos los futbolistas tienen la misma concepción del juego: unos aceleran, otros retienen, los hay que pasan y también quienes regatean, los diez pendientes del decisivo Messi.

No tenía más futbolista el Barça que a Messi, asistente al inicio y después aglutinador del juego

Mejoró la mecánica del Barça. Jugaban al menos centrocampistas en el centro del campo y se estabilizó el juego para desdicha del Valencia, que desfalleció poco a poco, reventado y desengañado, contrariado porque se le negó el gol durante el meneo que ofició en el primer tiempo mientras los azulgrana acabaron cantando dos en tres remates, el último de Messi en un mano a mano con el portero después de lanzar una falta a la cruceta de Diego Alves. El 10 metió el gol 400, el 46 de la temporada, y Luis Suárez, el 19º, 12 en los últimos 12 partidos, algunos decisivos como los de París.

La efectividad azulgrana fue tan rotunda como la esterilidad del Valencia, un señor equipo, 10 partidos invicto hasta ayer, más consistente que el Barça, de nuevo ganador sin discusión: 2-0. Palabra de Luis Enrique. A ver quién le lleva la contraria.

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