Con su exterior escamoso, su peculiar forma corporal y su propensión a formar una bola acorazada cuando se siente amenazado, el pangolín ha suscitado comparaciones con la alcachofa y la piña del pino.
Pero una pangolín de tres años acogida en el Centro de Rescate de Animales Salvajes Phnom Tamao parecía ajena a su extraña apariencia y a que le faltaban dos pezuñas, que perdió por culpa de una trampa de un cazador furtivo. Acompañada de su único descendiente, deambuló entre las hojas y la maleza, olisqueó amigablemente los zapatos de un visitante y fue a buscar sobras en el cuenco de insectos machacados que le había preparado un cuidador del centro.
Los elefantes y rinocerontes suelen ser la imagen del comercio ilegal de animales salvajes: el elefante sacrificado por el marfil de sus colmillos y el rinoceronte, por su cuerno. Pero el mamífero con el que se trafica más frecuentemente, según los expertos en fauna y flora, es una criatura mucho menos conocida: el pangolín, un insectívoro con la lengua más larga que el cuerpo y una cola tan fuerte que puede colgarse boca abajo de las ramas de un árbol.
No es grande ni muy carismático. Es pequeño y raro, y está desapareciendo”
La carne de pangolín es considerada una exquisitez en algunas regiones de China, donde se cree que nutre los riñones. En la medicina tradicional se utilizan escamas de pangolín, que, al igual que las uñas humanas, están hechas de queratina, para tratar enfermedades de la piel y otras afecciones. El comercio del animal tiene una larga historia: en 1820, el rey Jorge III de Inglaterra recibió una armadura fabricada con escamas de pangolín.
Pero la demanda de pangolines –y, con ella, la caza de este animal–, ha aumentado drásticamente en las últimas décadas. La caza furtiva no solo se ha intensificado en el sureste de Asia, sino también en África, según Traffic, una organización que controla el comercio de animales salvajes.
Cada año, los agentes de aduanas requisan miles de pangolines y centenares de kilos de escamas, a menudo camuflados como otros productos. A finales de enero, las autoridades de Uganda se incautaron de dos toneladas de piel de pangolín escondidas en cajas que estaban identificadas como material de comunicaciones. Hace unos años, fueron descubiertos en Francia 90 kilos de escamas de pangolín al fondo de unas bolsas de galletas para perros.
“Llega un gran barco de Indonesia con un presunto cargamento de pescado y resulta que son 14 toneladas de pangolines congelados”, comenta Annette Olsson, una asesora técnica de Conservation International en el sureste de Asia que contribuyó a abrir el centro de rescate de pangolines en Phnom Penh pero ahora trabaja en Singapur. El Gobierno camboyano gestiona el centro con la ayuda de Wildlife Alliance, un grupo conservacionista.
La mayoría de los países, incluida Camboya, tienen leyes contra la caza de pangolines. Pero su aplicación suele ser poco estricta y el incentivo para que los cazadores furtivos de las zonas rurales pobres capturen y vendan pangolines y otros animales salvajes a intermediarios de organizaciones de contrabando es elevado, afirma Bunra Seng, director de Conservation International en Camboya.
Llega un gran barco de Indonesia con un presunto cargamento de pescado y resulta que son 14 toneladas de pangolines congelados”
En su día, el pangolín malayo, una de las ocho especies existentes, era común en la región. Según Bunra, de niño los veía en el campo. Pero han muerto tantos que estos y los pangolines chinos han sido incluidos por la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza en una lista de animales en grave peligro de extinción. La organización considera que todas las especies de pangolín están amenazadas.
“El pangolín corre el riesgo de extinguirse antes de que la mayoría de la gente llegue a conocerlo”, decía el príncipe Guillermo de Gran Bretaña el pasado otoño en un acto promocional de un torneo del videojuego Angry Birds que pretendía despertar interés en el animal.
Peter Knights, consejero delegado de WildAid, dice que el suyo y otros grupos de conservación están redoblando esfuerzos para rescatar al pangolín antes de la Convención de Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora en Peligro de Extinción, que tendrá lugar en 2016.
Estos animales nocturnos son difíciles de observar en la naturaleza, y sus hábitos han sido “literalmente una caja negra”
Los pangolines figuran en el Apéndice II de la convención como animales que todavía no corren el riesgo de extinguirse, pero podrían correrlo. WildAid y otras organizaciones sostienen que los pangolines deberían pasar a formar parte del Apéndice I, que prohíbe cualquier comercio.
El extraño aspecto del pangolín no ha ayudado a su causa, afirma Olsson. “Ese es uno de los problemas de especies como los pangolines”, dice. “No es grande ni muy carismático. Es pequeño y raro, y está desapareciendo”.
Sin embargo, una criatura recubierta de escamas, con ojos pequeños y brillantes, el hocico estrecho y una cola larga también tiene su encanto. Sandslah, un personaje de Pokémon, se inspiró en parte en el pangolín, considerado como el único mamífero con escamas. Y Cyclus Manufactura, una empresa colombiana, fabrica una mochila plegable en forma de pangolín que se inspiró en la biomecánica del animal, según su página web.
Poco a poco, los científicos están aprendiendo más cosas sobre la fisiología y el comportamiento del pangolín. Estos animales nocturnos son difíciles de observar en la naturaleza, sobre todo ahora que escasean, y sus hábitos han sido “literalmente una caja negra”, señala Olsson.
El pangolín, que antes era considerado familia del oso hormiguero, el perezoso y el armadillo, pertenece a la orden taxonómica Pholidota, y los estudios genéticos indican que está más emparentado con los mapaches y los pandas gigantes que con otros animales a los que se asemeja.
Los pangolines, que hurgan en los árboles o excavan túneles, tienen una visión pobre pero un buen olfato para detectar insectos y unas garras potentes para extraerlos de la tierra. Su larga lengua es pegajosa y puede atrapar a centenares de hormigas de una tacada. Sus orejas se cierran para impedir que les entren hormigas. Al igual que las mofetas, los pangolines pueden emitir un olor nauseabundo cuando se sienten amenazados.
Al centro de rescate llegan a menudo pangolines de los montes Cardamomos con miembros amputados por las trampas de los cazadores furtivos o con mordeduras de sus perros. El veterinario Rous San, de 33 años, les limpia y venda las heridas.
La caza furtiva no solo se ha intensificado en el sureste de Asia, sino también en África
Los animales se estresan fácilmente en cautividad y no les sienta bien la comida artificial, dice Olsson. Pero, con la mezcla apropiada de hormigas y termitas, pueden recuperarse. Una vez que lo han conseguido, los pangolines son reintroducidos poco a poco en la naturaleza como parte de un programa de aclimatación suave que los lleva a un recinto abierto en el bosque con fácil acceso a comida.
La madre y su cría no parecen tener prisa por abandonar el centro. Un grupo de niños se reúne en torno al recinto de los pangolines y miran embobados mientras el animal más joven, que ahora tiene dos años, excava furiosamente junto a la raíz de un árbol y se plantea darse un chapuzón en una piscina poco profunda.
“A veces nos desesperamos”, dice Bunra sobre los esfuerzos por salvar de la extinción a los pangolines y otras especies de Camboya. “Pero hacemos todo lo que podemos”.
© 2015 New York Times Service.
Traducción de News Clips.