Hay quien se refiere a ellas como las calorías invisibles. Mientras los alimentos envasados deben llevar claramente indicado su contenido en calorías, no sucede lo mismo con las bebidas que superan 1,2 grados de alcohol. La normativa europea, aprobada en 2011, eximió a las botellas de cerveza, vino o licores de reflejar esta información hasta que la Comisión tome una decisión definitiva, que debería manifestar antes del año 2016.
Ante este escenario, dos iniciativas –una desde el ámbito científico, otra desde el político- han puesto el foco esta semana sobre la misma cuestión: la necesidad de incluir en el etiquetado de las bebidas alcohólicas los datos sobre el número de calorías dado el impacto que tienen en el sobrepeso y la obesidad (y su desconocimiento por parte de la mayoría de los consumidores).
“No hay ninguna razón por la que las calorías del alcohol merezcan un tratamiento diferente a las de la comida”, plantea Fiona Sim, la presidenta de la Royal Society for Public Health británica en un artículo que hoy publica el British Medical Journal. El título del texto no puede ser más explícito: “Las bebidas alcohólicas contribuyen a la obesidad y deberían incluir un cómputo de calorías obligatorias”.
En plena derrota en la batalla mundial contra la obesidad, Sim plantea que la ausencia de información calórica en las bebidas alcohólicas es un lujo que la sociedad no se puede permitir, ya que alimenta el desconocimiento sobre el impacto de estos productos en el sobrepeso de la población. La autora del artículo pone como ejemplo un estudio hecho en 2.117 adultos en el que el 80% desconocía el contenido en calorías de las bebidas más comunes. “La mayoría de las mujeres desconoce que dos copas grandes de vino tienen 370 calorías, lo que representa una quinta parte de su ingesta de energía diaria”, añade.
Trabajos de la sociedad de salud pública británica elevan al 10% la aportación de las calorías procedentes del alcohol en la dieta de bebedores sociales. “En España no contamos con trabajos de este tipo, pero yo diría que, como mínimo, la cifra debe ser la misma”, indica Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Española del Estudio de la Obesidad.
El experto en obesidad coincide con la preocupación de la especialista en salud pública británica. “Hay una completa ignorancia sobre el aspecto calórico de las bebidas alcohólicas”, explica, “es una cuestión que me preocupa bastante”. Mientras la convivencia con el alcohol “se maneja en España bastante bien” y se tiene muy presente cuestiones relacionadas con la conducción o las consecuencias del abuso, el también director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciber-obn) destaca que, entre los bebedores sociales, rara vez se piensa en que el alcohol supone “una parte muy importante de la ingesta calórica y contribuye a la obesidad”. No solo eso: “Se trata de calorías de bajísima calidad nutritiva, y que, además no sacian”.
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Por ello, Casanueva también apuesta por incluir datos sobre el contenido en calorías y que, para ello, se empleen parámetros entendibles: “Mejor hablar de calorías en una lata, un vaso o un chupito que centímetros cúbicos, por ejemplo”.
Además del alegato científico de Fiona Sim, el debate sobre el etiquetado ha recalado esta semana en el Parlamento Europeo. Desde el martes, los diputados debaten un proyecto de resolución -que se vota este miércoles- que plantea “la urgente necesidad de mencionar claramente en el etiquetado, como mínimo, el contenido calórico de las bebidas alcohólicas”, y pide la Comisión “que presente la correspondiente propuesta legislativa”, de cara a que se incorpore a la nueva estrategia de la UE en materia de alcohol (2016-2022).
No es la primera vez que se intenta una medida similar. La presidencia sueca de turno de la Unión Europea en 2011 ya lo propuso y fracasó. Estados Unidos incorporará en el etiquetado las calorías a partir de diciembre de este año, aunque solo en las bebidas servidas en restaurantes. En Europa, Irlanda ha tomado la delantera y prepara una ley para obligar a las empresas a reflejar esta información en las botellas.
Fuentes de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) han indicado que prefieren no manifestarse sobre la idoneidad de incluir la información sobre el contenido de calorías hasta que se pronuncie la Comisión Europea. «Acataremos lo que decida, a día de hoy estamos cómodos con la situación actual», añaden desde la federación.