Qué hace la bici por el transporte y cambio climático
Qué hace la bici por el transporte y cambio climático. Elegir la bici como medio de transporte UNA vez al día, en vez del automóvil, reduce en 67% las emisiones de GEI de una persona promedio. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Un quinto de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial viene derivado del transporte; en países como Estados Unidos, se alcanzan porcentajes cercanos a 27%. Si nada más se contempla la cantidad de dióxido de carbono en el planeta, 24% depende del uso de medios de transporte en general. De esas emisiones, 45% son de vehículos de pasajeros (desde automóviles personales hasta camiones) y 29% se puede ligar con el transporte de carga. En ese sentido, el transporte terrestre tiene un impacto enorme en el medio ambiente: 15% del total de GEI en todo el mundo. Alrededor de 90% del combustible usado para el transporte es de fuentes fósiles, lo que en buena medida explica el problema ambiental del sector. Por ello, actualmente hay un impulso fuerte en la industria automotriz por transitar hacia un uso generalizado de autos eléctricos, dependientes de baterías de litio.
Pero los autos eléctricos no son una solución última. Tienen impactos ambientales menores que los de vehículos tradicionales, pero existentes en el sector transporte; en buena medida, porque se requiere de energía mucho más limpia para que los autos eléctricos funcionen óptimamente. Asimismo, la emisión de GEI a la atmósfera a los niveles actuales es peligrosa al medio ambiente por el impacto que tiene sobre los niveles de temperatura de la Tierra. Cada vez nos acercamos más a vivir en un planeta 1.5ºC más caliente—en relación con niveles preindustriales. Este cambio climático traería consecuencias enormes para las rutinas de millones de personas en todo el mundo: mayores tormentas y sequías más graves; cambios en los ciclos de producción y consumo de alimentos para la agricultura regional; con deshielos que podrían llevar a un aumento de hasta 90 centímetros del nivel del mar.
La bici: solución impecable
En ocasiones es frustrante pensar en el cambio climático y la crisis ambiental actual. Sobre todo porque no existen soluciones “perfectas”; particularmente, cuando se piensa en que son necesarias muchísimas acciones para poder avanzar un poco haca un futuro menos catastrófico. Pero en cuestiones de transporte sí existe una alternativa al modelo actual inigualable: el uso cotidiano de la bicicleta. La bici no requiere de combustible para andar; la energía misma de una persona es la que la impulsa para ir hacia adelante. Aunque su producción implica un impacto al medio ambiente, la vida útil de una bici permite que esos costos ambientales queden prorrateados a lo largo de los años llegando casi a cero; cosa muy distinta son las e-bikes, de las cuales valdría la pena platicar en otra ocasión. Pero, vaya, en la cotidianidad para efectos prácticos una bici no genera contaminación, ni siquiera del tipo auditiva.
Y con frecuencia se suele creer que para que los beneficios al medio ambiente que trae usar la bici se hagan tangibles, se tendría que usar como medio de transporte exclusivo por todo mundo; es decir, que se haga a un lado el coche por completo. Pero ese tipo de pensamiento no sólo es fatalista, sino falso. Se estima que un cambio moderado en general—por ejemplo, que se use la bici para ir a la tienda—, puede traer contracciones de emisión de dióxido de carbono de hasta 14 millones de toneladas anuales. Elegir la bici UNA vez al día, en vez del automóvil, reduce en 67% las emisiones de GEI de una persona promedio. En ciudades enormes, con falta de infraestructura ciclista, quizá no se puede sustituir por completo el uso del coche, pero con hacerlo a un lado UNA vez al día es suficiente para impactar positivamente.
México, ¿país bicicletero?
Esos argumentos se suelen esgrimir—muchas veces hasta con violencia—en contra de los ciclistas urbanos en México: que es imposible hacer traslados largos en bici; además, que no se cuentan con los carriles ideales para poder circular; o que “la gente” hace que sea peligroso rodar en una ciudad—COF COF COF, CDMX. Esos comentarios se suelen rematar con el clásico “Aquí no es como Europa”. Ahora bien, eso haría creer que México es un país que, entonces, no utiliza la bici como medio de transporte; que acá todo es puro automóvil particular para todo. Pues todo parece indicar que eso es falso, falsísimo, de toda falsedad. De acuerdo a cifras del Statista Global Consumer Survey, México está en el top 5 de países que más utilizan la bici como medio de transporte; tan sólo después de Países Bajos, India, Alemania y Brasil.
Así que resulta que México sí es país, como se suele decir despectivamente de ciudades y pueblos del interior de la República, “bicicletero”. Quizá la falta de infraestructura y la incipiente cultura vial hacen que andar en bici por poblaciones del país sea deporte casi que extremo, pero—contra el pronóstico del imaginario colectivo—es parte de la cultura mexicana usar un medio de transporte que es barato, ecológico y democrático; sobre todo, cuando hay una saturación ya casi insoportable de vehículos particulares en las calles, generando un tráfico insostenible para la salud mental de una personal en el largo plazo. Ni se diga la contaminación que eso produce.
Como muchas otras cosas, la pandemia incluso vino a cambiar las dinámicas de transporte de muchas personas. Y en México los viajes en bici como medio de transporte aumentaron en más de 200% durante los primeros años de emergencia sanitaria: dando fe que bien podemos seguir avanzando en ese terreno. Vale la pena hacerlo.