Qué es la renta variable cómo invertir en ella
Qué es la renta variable cómo invertir en ella. En este artículo descubrirás qué es la renta variable, qué tipos de activos te permiten invertir en ella y cuál es la mejor forma de utilizarla dentro de tu estrategia de inversión. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Renta variable: ¿qué es y en qué se diferencia de la renta fija?
De forma muy sencilla, podemos decir que la renta variable es una clase de activo en el que no conocemos de antemano la rentabilidad de nuestra inversión y en la que no está garantizado el capital inicial.
Dicho así, y si no estás familiarizado con este tipo de activos, quizás podría llevarte a pensar que la renta variable no es adecuada para ti. Al fin y al cabo, no es fácil poner en riesgo tu dinero a cambio de una rentabilidad incierta.
Sin embargo, las ventajas de la renta variable sobre otro tipo de inversiones son muy significativas. Sin duda, la mayor de todas es su gran potencial de rentabilidad, muy superior a la inversión en renta fija (por ejemplo, un bono).
Para que tengas una referencia, la rentabilidad del índice de renta variable más conocido de Estados Unidos, el S&P 500, ha sido de un 8,26% anual de media, durante el período 1927-2020. En el caso del IBEX-35 español, habría crecido un 125% entre 1993 y finales de 2020. Esto equivale a un 4,8% anual de media.
Desde luego, ningún otro activo financiero ha tenido rentabilidades tan atractivas durante un período de tiempo tan prolongado. Por lo tanto, a largo plazo la renta variable es el activo bursátil más rentable que existe.
Así pues, las diferencias entre renta fija y renta variable radican fundamentalmente en que:
- La renta fija suele tener un menor riesgo que la renta variable: aunque sí conlleva cierto nivel de riesgo.
- La rentabilidad de la renta fija está definida de antemano: a diferencia de lo que ocurre con la renta variable.
- La renta variable tiene un potencial de rentabilidad muy superior: como consecuencia de lo anterior, su potencial de rentabilidad es muy superior al de las inversiones de renta fija.
Por tanto, la renta variable se presenta como una opción realmente interesante, aunque no esté exenta de riesgos, como ahora veremos.
Riesgos de la renta variable: la importancia de la estrategia
Como puedes ver, la renta variable puede ofrecerte rentabilidades atractivas si escoges adecuadamente los activos en los que vas a invertir. Sin embargo, también tienes que tener en cuenta que existe el riesgo de pérdida (parcial o total) del capital invertido.
En este sentido, el nivel de riesgo depende de la estrategia de inversión que utilicemos. De este modo, con una buena gestión del capital (money management) podemos acotar el riesgo de nuestra inversión.
Así, los dos grandes factores que determinan el nivel de riesgo de una inversión son los siguientes:
- Los activos en los que inviertas: de este modo, es mucho más arriesgado invertir en productos con apalancamiento (como los derivados), que invertir en ETFs y otros productos indexados, que te permiten diversificar entre muchas empresas.
- Tu horizonte de inversión: por lo general, a mayor horizonte de inversión, menor riesgo tendrás. No obstante, siempre hay excepciones, en las que se deben asumir ciertas pérdidas y cerrar posiciones.
Por tanto, si eliges adecuadamente los activos de renta variable en los que inviertes, puedes llegar a obtener una rentabilidad realmente interesante. Y ello teniendo que asumir un riesgo menor al que ahora mismo seguramente imagines.
En este sentido, es fundamental que, antes de iniciarte en este tipo de inversión, te formes adecuadamente y, sobre todo, tengas una estrategia global que te ayude a controlar el riesgo.
Clases de activos de renta variable
Algunos de los activos de renta variable en los que podrías invertir a día de hoy son los siguientes:
- Acciones: como ya sabrás, las acciones son un tipo de títulos que representan una determinada parte del capital de una empresa. Por tanto, al adquirir estos valores, estarías comprando una pequeña parte de la empresa. De este modo, por ejemplo, podrías cobrar los dividendos que llegaran a repartirse. Por supuesto, al vender tus acciones, percibirás el resultado de multiplicar el número de acciones que vendas, por el precio al que coticen en ese momento (que puede ser superior o inferior al que tú pagaste en su día). Si quieres saber más sobre este tipo de activo, no te pierdas el post sobre inversión en acciones.
- Fondos de inversión de renta variable: de modo muy sencillo, podemos decir que los fondos de inversión son vehículos de inversión colectiva que agrupan las aportaciones de diversos inversores para adquirir determinados activos financieros (por ejemplo, acciones). De este modo, al comprar una participación en un fondo, estarías adquiriendo una parte proporcional de todos los activos en los que esté invertido el fondo. Para ampliar esta información, te recomiendo que te pases por nuestro completo artículo sobre fondos de inversión.
- ETFs: los ETFs (Exchange Traded Funds) o fondos cotizados son productos de inversión realmente interesantes, pudiendo considerarse como una especie de híbrido entre los fondos tradicionales y las acciones. Así, se trata de productos que invierten en un conjunto diverso de activos (ya sean de renta fija o variable), en los que puedes adquirir participaciones. Sin embargo, la diferencia con los fondos de inversión estriba en que los ETFs cotizan en bolsa. Por tanto, puedes comprarlos y venderlos con la misma facilidad y rapidez que las acciones. Además, frente a las acciones, tienen la enorme ventaja de que te permiten invertir en cientos de acciones distintas con una sola compra, y con comisiones más bajas.
- REITs: los REITs (Real Estate Investment Trust) son sociedades de inversión del sector inmobiliario que cotizan en bolsa. Por tanto, es una opción sencilla y asequible para invertir en el sector inmobiliario de forma diversificada. Así, puedes adquirir pequeñas participaciones, sin necesidad de grandes desembolsos ni de comprar directamente los inmuebles. El equivalente español de los REITs son las SOCIMIs (Sociedad Cotizada Anónima de Inversión en el Mercado Inmobiliario). Si te interesa este tipo de activos, puedes consultar el artículo sobre inversión en REITs.
- Derivados: los productos derivados más conocidos son los futuros y las opciones, aunque existen muchos otros (swaps, forwards, etc.). Pueden tener como subyacente activos de renta variable, materias primas, divisas y muchos otros. Se trata de inversiones de alto riesgo que requieren conocimientos avanzados y una buena gestión del dinero, por lo que considero que no son aptos para principiantes.
Como puedes ver, las opciones son muchas y muy variadas, por lo que tendremos una gran flexibilidad a la hora de construir una cartera equilibrada e interesante.
¿Dónde puedo hacer un seguimiento de los activos de renta variable?
Como has visto, existe una gran diversidad de activos de renta variable, que se negocian en diversos mercados financieros.
De este modo, para poder localizarlos, realizar un seguimiento de sus cotizaciones y mantenerte informado de sus características fundamentales, tienes a tu alcance diversas herramientas. En este sentido, algunas de las webs que yo utilizo y que considero te podrían resultar más útiles son las siguientes:
- Morningstar: sin duda, es una de las plataformas de información financiera más completas del mercado. Aunque podría resultar un poco compleja para principiantes, enseguida lograrás familiarizarte con sus funciones más importantes.
- Investing.com: aunque menos conocida, es también una herramienta muy completa para mantenerte al día de cualquier novedad en el mundo de la inversión.
- Finviz: si no estás familiarizado con tickers y gráficos, esta web puede ser un poco apabullante en un primer contacto. Sin embargo, en cuanto tengas un cierto manejo de la información financiera básica, te resultará muy práctica y fácil de consultar.
- Yahoo! Finance: es un clásico de la información financiera que sigue gozando de mucha popularidad a día de hoy. Así, aunque quizás no sea la herramienta más completa, su sencillez y manejo intuitivo la hacen realmente interesante, en particular para el seguimiento de empresas americanas.
- ProRealTime: es la herramienta más avanzada y completa para hacer análisis técnico y trading. No obstante, ProRealTime puede resultar complejo para principiantes. Una interesante alternativa es TradingView.
Por si te es de utilidad, te dejo 3 tutoriales sobre Morningstar, Investing.com y ProRealTime:
Mornginstar:
El tutorial de Investing.com:
Y, finalmente, ProRealTime:
Sin duda, para el inversor principiante, la gran variedad de productos y modalidades de inversión en renta variable puede resultar abrumadora. De ahí la importancia de formarse previamente y adoptar algún tipo de estrategia o sistema ordenado de inversión.
En este sentido, en el blog de El Club de Inversión puedes encontrar muchísima información gratuita sobre productos y estrategias de inversión. Si no quieres perderte ni un solo artículo, suscríbete a la newsletter de forma totalmente gratuita.
En cualquier caso, podemos diferenciar tres grandes opciones a la hora de invertir en renta variable:
- Gestión activa.
- Gestión pasiva.
- Gestión propia.
Veámoslas en detalle:
#1. Gestión activa
Con esta expresión nos referimos, fundamentalmente, a la inversión en aquel tipo de fondos en los que los gestores deciden activamente en qué valores o productos invertir el dinero de los partícipes. Es decir, el gestor decide qué acciones comprar, en qué cantidad y en qué momento, cuáles vender, etc.
Históricamente, se ha demostrado que la gestión activa no solo no bate al mercado, sino que ofrece una rentabilidad media inferior a la gestión pasiva, sobre todo si incluimos en el cálculo el coste de las comisiones (que son muy superiores en los productos de gestión activa).
#2. Gestión pasiva
En la categoría de gestión pasiva incluiríamos los ETFs y los fondos de inversión indexados. Se trata de productos que no invierten en acciones concretas elegidas individualmente por los gestores en función de sus conocimientos. Al contrario, se trata de productos que invierten en todos los activos que componen un determinado índice bursátil (conocido como el índice de referencia o el índice que replican).
Por ejemplo, un ETF indexado al NASDAQ Composite invierte en más de 3.500 empresas americanas, especialmente del sector tecnológico. Por tanto, los gestores no tienen que tomar ninguna decisión activa, sino simplemente mantener una cartera de acciones que siga fielmente al índice.
Las principales diferencias entre fondos y ETFs indexados son las siguientes:
- Los ETFs cotizan en los mercados del mismo modo que las acciones: pueden comprarse y venderse en cualquier momento a los precios de cotización. Sin embargo, los fondos tienen una operativa menos inmediata, realizándose la suscripción o reembolso al final de la jornada, según el valor liquidativo en ese momento.
- Los ETFs suelen tener comisiones ligeramente más bajas que los fondos, en la categoría de indexados: no obstante, tienes que tener en cuenta también las comisiones de tu bróker por cada operación.
- A nivel fiscal: los fondos permiten hacer traspasos entre fondos, sin coste fiscal. Sin embargo, en el caso de los ETFs no se permiten traspasos. Por tanto, se pagan impuestos por cada operación de venta, aunque luego destines el dinero a otro ETF.
Sin duda, se trata de tres diferencias a tener muy en cuenta cuando nos planteamos una inversión de este tipo.
#3. Gestión propia
Finalmente, con gestión propia me refiero a aquel modo de inversión en el que tú, como inversor individual, tomas todas las decisiones de compra y venta de activos.
En este sentido, lo más habitual es invertir en acciones, aunque también pueden incluirse aquí activos tan diversos como las materias primas, divisas, etc.
Algunas de las modalidades de gestión propia que cabe mencionar son las siguientes:
- Inversión en dividendos: se trata de invertir en acciones de empresas que repartan dividendos a sus accionistas. Es decir, como propietario de una participación en la empresa, percibirás la parte proporcional de los beneficios que acuerde repartir la compañía. Pero no todas las empresas que distribuyen dividendos son interesantes para invertir en ellas. Es por eso que es fundamental que tengas una buena formación en este ámbito, para evitar errores que pueden acabar resultando muy costosos.
- Value investing: este estilo de inversión consiste en adquirir acciones de empresas de alta calidad que están infravaloradas, con la vista puesta en el medio y largo plazo. De este modo, se valora la fortaleza del negocio y su capacidad para producir beneficios en el futuro, sin poner tanto énfasis en los movimientos de la cotización a corto plazo.
- Day trading: consiste en invertir en acciones u otros activos financieros a muy corto plazo, aplicando análisis técnico para aprovechar las oscilaciones que se producen en su cotización. Como su nombre indica, es habitual que los movimientos de compra y venta se completen dentro de un mismo día.
- Swing trading: se trata de una modalidad de inversión muy similar al day trading, aprovechando las oscilaciones de valor que se producen en los activos financieros. No obstante, su enfoque se dirige más hacia el medio plazo, completando las operaciones en períodos que pueden abarcar varias semanas o incluso meses.
Como ves, la gestión propia puede adoptar modalidades muy diferentes, en función de los objetivos y características de cada inversor.
Un enfoque ganador para la renta variable: formación, perfil y estrategia
Sin lugar a dudas, invertir en renta variable, ya sea a través de acciones, fondos, ETFs u otros activos, es una de las mejores opciones para hacer crecer tu patrimonio. No obstante, si quieres conseguirlo, debes partir de tres sólidas bases:
- Una formación financiera básica: que te permita conocer las características fundamentales de cada tipo de activo y cómo encajarlo dentro de tu estrategia.
- Tu perfil como inversor: que es necesario definir claramente para diseñar una cartera con un adecuado equilibrio entre liquidez, riesgo y rentabilidad. En este sentido, deben tenerse en cuenta aspectos como los siguientes (edad, situación laboral, horizonte temporal de la inversión, patrimonio, perfil de riesgo, objetivo de rentabilidad, etc.).
- Estrategia de inversión: una vez definido tu perfil, se podrá diseñar una estrategia de inversión a tu medida, que encaje con tus necesidades y expectativas, sin exceder el nivel de riesgo con el que te sientas cómodo.
Por tanto, si tienes claros estos tres factores, podrás invertir de una forma más sensata e inteligente.
Gestión propia pasiva: la mejor opción para invertir en renta variable
En cualquier caso, a mi modo de ver, el tipo de estrategia que mejor equilibra riesgo y rentabilidad, sin exigir una gran dedicación ni conocimientos especializados, sería la gestión propia y pasiva.
Por tanto, se trata de una modalidad de inversión que gestionarías por ti mismo, pero sin requerir un gran trabajo en lo que se refiere a la búsqueda y selección de activos, realización de operaciones de compraventa, seguimiento de la inversión, etc.
De este modo, de forma sencilla y con un poco de constancia, podrías alcanzar una jugosa rentabilidad para tus ahorros a medio y largo plazo. En esto precisamente se basa tanto nuestra estrategia de Alto Rendimiento A Largo Plazo (ARALP) como la de inversión en dividendos, que, por su combinación de sencillez y rentabilidad, son perfectas para iniciarse en la inversión.
Cuando tengas más experiencia, podrías introducirte ya en estrategias de stock picking, aplicando tanto el análisis fundamental (value investing) como el análisis técnico (swing trading).
Si te preguntas cuándo puedes empezar, como suele decirse, el mejor momento para invertir fue ayer. El segundo mejor momento, es hoy.
Y es que, a la hora de la verdad, lo realmente decisivo es que tengas una estrategia clara y la mantengas en el tiempo. Solo así podrá hacer su trabajo el interés compuesto, con un efecto acumulativo que se reflejará en tus rendimientos a medio y largo plazo.