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Hoy se celebran los 212 años del Primer Grito de Independencia, un acontecimiento histórico que marcó el inicio de la independencia del Ecuador.
El proceso siguió con la Independencia de Guayaquil el 9 de Octubre de 1820 y se consolidó en la Batalla de Pichincha, el 24 de Mayo de 1822, cuando los ejércitos patriotas derrotaron en las faldas de ese volcán al ejército español.
Todo eso tuvo su germen en el 10 de Agosto de 1809. Para comprender lo que pasó ese día, hay que remontarse a octubre del año anterior, cuando en España se vivía un conflicto sucesorio entre Carlos IV y su hijo Fernando VII. Napoleon Bonaparte había intervenido cómo árbitro en la disputa y en mayo de 1808, en la ciudad francesa de Bayona, ambos monarcas españoles renunciaron a su derecho a ocupar el trono que fue entregado por Bonaparte a su hermano José, quien fue llamado el “Rey Intruso”.
Los patriotas criollos decidieron aprovechar el vacío de poder para avanzar su gesta libertaria, fuertemente influida por los ideales de la Ilustración e inspirados por las revoluciones francesa y estadounidense, cuyas ideas y principios habían llegado al Ecuador de la mano de intelectuales como Eugenio Espejo.
Primer grito de independencia Ecuador.
El 25 de Diciembre de 1808 cuando se realizó el “Complot de Navidad” o Revolución de los Marqueses en la hacienda El Obraje, en el Valle de los Chillos, en las afueras de Quito. Ahí,varios quiteños como el II Marqués de Selva Alegre Juan Pío Montufar, el doctor Juan de Dios Morales, el doctor Manuel R. de Quiroga, entre otros, discutieron la creación de una Junta Soberana que se encargaría de gobernar a Quito aprovechando la incertidumbre que se vivía en España.
Sin embargo, a inicios de marzo de 1809, la Corona española descubrió los planes los apresó, pero al no tener pruebas fueron liberados a los pocos días.
Esto no detuvo a las conspiraciones criollas. El 9 de agosto de 1809 se reunieron en la casa de Manuela Cañizares un grupo integrado por marqueses, criollos y doctores. Su objetivo era desarrollar estrategias para liberarse del yugo español. Según el escritor, Manuel de Guzmán Polanco, en su libro Manuela Cañizares: La heroína de la Independencia del Ecuador, muchas personas que apoyaban la independencia desistieron de la idea por temor a las represalias. “¡Cobardes…hombres nacidos para la servidumbre ¿ De qué tenéis miedo…? ¡No hay tiempo que perder…!”, les dijo Manuela Cañizares. Tras la arenga, la suerte quedó echada: se autoproclamaron como la Junta Soberana de Gobierno y planearon la toma de la sede de la presidencia de la Real Audiencia de Quito, el Palacio de Carondelet.
Al amanecer, los 177 soldados de la guarnición colonial, al mando del coronel Juan de Salinas y Zenitagoya, plegaron a la revuelta. Poco después, el doctor Antonio Ante entregó un oficio en Carondelet donde le daban aviso a Manuel Urriez, Conde Ruiz de Castilla y presidente de la Real Audiencia de Quito, que la Junta de Gobierno lo relevaba de sus funciones.
El oficio decía:
“El actual estado de incertidumbre en que está sumida la España, el total anonadamiento de todas las autoridades legalmente constituídas, y los peligros a que están expuestas la persona y posesiones de nuestro muy amado Fernando VII de caer bajo el poder del tirano de Europa, han determinado a nuestros hermanos de la presidencia a formar gobiernos provisionales para su seguridad personal, para librarse de las maquinaciones de algunos de sus pérfidos compatriotas indignos del nombre español, y para defenderse del enemigo común. Los leales habitantes de Quito, imitando su ejemplo y resueltos a conservar para su Rey legítimo y soberano señor esta parte de su reino, han establecido también una Junta Soberana en esta ciudad de San Francisco de Quito, a cuyo nombre y por orden de S. E. el Presidente, tengo a honra el comunicar a US. que han cesado las funciones de los miembros del antiguo gobierno.- Dios, etc.- Sala de la Junta en Quito, a 10 de agosto de 1809.- Juan de Dios Morales, Secretario de lo Interior».
Los patriotas redactaron una declaración, en la que juraron lealtad a Fernando VII como legítimo rey de España y desconocieron la autoridad de Bonaparte. En el Acta de Independencia ha quedado eternizada su decisión de crear “una Junta Suprema que gobierne interinamente a nombre, y como representante de nuestro legítimo soberano, el señor Don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupere la Península, o viene a imperar”. Firmaron el histórico documento en la Sala Capitular del Convento de San Agustín, en el centro de Quito.
La Junta que escogieron los diputados representantes de los barrios quiteños estuvo conformada por:
Presidente:
Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre.
Ministros o Secretarios de Estado:
- Juan de Dios Morales, para el ministerio de negocios extranjeros y de la guerra.
- Manuel Quiroga, de Gracia y Justicia.
- Juan de Larrea, de Hacienda.
Secretario Particular con voto:
- Vicente Álvarez.
El acta decía, además, que la Junta “como representante del Monarca”, recibiría el tratamiento de, en el caso de su Presidente, “Alteza Serenísima”, y sus Vocales el de “Excelencia”, menos el Secretario Particular, a quien se le daba el de “Señoría”.
Los diputados que representaron al pueblo quiteño fueron el germen del legislativo ecuatoriano —que luego se transformaría en Senado, un congreso bicameral, luego otro unicameral y finalmente con la actual figura de asamblea nacional. Como la Real Audiencia servía como tribunal, la Junta creó también una corte, llamada senado —un equivalente a una Corte Suprema—, para ejercer la administración de justicia. Ya con un pequeño ejército, que estaba al mando del coronel de Salinas, el 10 de Agosto de 1809 se convirtió en el germen del Estado ecuatoriano.
Pocos días después, la junta de gobierno tomó posesión de la Audiencia. Sin embargo, las fuerzas españolas que estaban alrededor de Quito emprendieron una marcha sobre la ciudad. Solo Riobamba, Ambato e Ibarra acudieron al llamado libertario quiteño —Guayaquil no, y no solo ratificó su lealtad al rey, sino que participó en bloqueos en la costa para evitar que Quito recibiera provisiones. Bogotá, Lima, Cuenca y Guayaquil se enviaron tropas y recursos para someter a los quiteños. Muy pronto, Quito quedó sitiada. primer grito de independencia ecuador
El 6 de octubre, el Marqués de Selva Alegre abandonó el Palacio. Poco después, renunció. El Conde de Selva Florida, José Guerrero, asumió la presidencia de la Junta, pero los españoles habían recuperado ya demasiado terreno. El 24 de ese mismo mes, la Junta le devolvió el poder a Ruiz de Castilla, quien prometió no perseguir a los próceres quiteños —una promesa que rápidamente incumplió. En 1810 fueron asesinados más de 100 criollos por la revuelta del 10 de agosto de 1809 en el Cuartel Real de Lima. En Quito, los cabecillas de la revuelta permanecieron detenidos.
El 2 de agosto del año siguiente hubo un intento de sublevación para sacar a los independentistas de la cárcel, pero todos los patriotas fueron asesinados por orden del conde Ruiz de Castilla. Ese día, Quito se convirtió en una “ciudad cercada, sometida, ocupada y la revolución es el punto donde se levantan guerrillas”, dice el historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño. La matanza se extendió a las calles y murieron 300 personas.
Después de la matanza, el 9 de noviembre de 1810, llegó a Quito Carlos Montúfar, hijo del Marqués de Selva Alegre, como pacificador y Comisionado Regio. Encontró un ambiente revolucionario en la ciudad, motivado como reacción ante la represión vivida. Con su concurso pudo organizarse una segunda Junta y a poco convocarse un Congreso de Diputados, que el 15 de febrero de 1812 expidió una Constitución, en la que se proclamó el Estado Libre de Quito.
Según Paz y Miño, la resistencia contra la corona Española duró una década. Hasta que el 9 de octubre de 1820, con la Independencia de Guayaquil facilitó la llegada desde Colombia del militar Antonio José de Sucre, para liberar a todas las tropas y que finalizó con la Batalla de Pichincha el 24 de mayo de 1822.
10 de agosto: ¿grito libertador o de sumisión española?
Por la redacción del Acta de Independencia del 10 de Agosto, algunos historiadores han dicho que no se trataba de un ejercicio liberador, sino más bien de un acto de sumisión a Fernando VII, a quien los próceres quiteños consideraban legítimo rey de España.
Sin embargo, otros historiadores sostienen que el 10 de Agosto de 1809 fue un ejemplo de lo que se ha denominado “La Máscara de Fernando VII”.
Estas máscaras, dicen los defensores de esta hipótesis, sirvieron para adelantar los intentos libertarios americanos sin antagonizar completamente con la monarquía española (que regresaría a finales de 1813 al poder). El historiador colombiano José Cortés dice que el “discurso de defensa al monarca se fue desgastando con el paso del tiempo siendo reemplazado por la posibilidad de defender la república pero sin dejar de lado lo más importante, insistimos, la defensa de la religión”.
“El 10 de Agosto de 1809 sigue siendo la luz que encendió la libertad y los derechos de este país y de la región”, dice Plutarco Naranjo, Director Honorario Vitalicio de la Academia Nacional de Historia. Desde que la Junta de Gobierno se instaló en 1809, el Ecuador obtuvo su primer gobierno propio. El 10 de Agosto fue un grito de revolución pionera por parte de Quito ante toda América Latina. Primer grito de independencia Ecuador.
Por ello, a Quito se la conoce como “luz de América”. El historiador Fernando Muñoz explica, que el apelativo fue acuñado un sacerdote llamado Camilo Henríquez que llevó a Chile la noticia de la muerte de los patriotas y escribió un drama llamado La Camila o La Patriota Sudamericana en la que relataba los hechos vividos en Quito y empezó a utilizar el apelativo de “Luz de América” para referirse a la revuelta quiteña.
Lo cierto es que tras el 10 de Agosto, crecieron los deseos de liberación de los criollos en el continente. A pesar de ello, Paz y Miño dice que en el Ecuador se ha “desinflado” la conciencia del 10 de Agosto de 1809. Él cree que entre los motivos para que no tenga el valor de antes están los tres cambios de la fecha de posesión presidencial. “Debió siempre ser el 10 de Agosto, esto ha ocasionado un desinterés y olvido del verdadero valor del Primer Grito de Independencia”, dice Paz y Miño. “Mucha gente ve ahora el 10 de Agosto como simples vacaciones”, dice.
Paz y Miño afirma que la responsabilidad de mantener esta fecha viva “debería corresponder no sólo al gobierno central sino particularmente a la alcaldía de Quito. Las alcaldías han descuidado la reivindicación de Quito como ‘Luz de América’ y como eje del proceso de independencia”.