Las mujeres de Pujilí prefieren un parto humanizado

Desde hace cuatro años el hospital Rafael Ruiz, del cantón Pujilí en Cotopaxi, ofrece a las mujeres embarazadas la posibilidad de dar a luz en la posición que elija, es decir, parto intercultural.

Este procedimiento se inscribe dentro de la política del Ministerio de Salud Pública (MSP) que propone la atención integral de salud tanto a la madre, como al niño, así lo dio a conocer Olga Ninasunta, especialista de igualdad de la salud, del distrito Pujilí.

Ninasunta explicó que esta iniciativa nació con el firme propósito de evitar muertes maternas y de los neonatos. Antes de que se implementara esta modalidad, las mujeres morían en sus comunidades cuando se presentaban complicaciones, debido a que no podían acceder a los cuidados médicos necesarios.

La labor de la partera

En el parto intercultural la futura madre puede venir en compañía de la partera, quien asiste la labor conservando el ritual que normalmente realizan en sus comunidades.

Las actividades ancestrales previas al parto van desde beber agua de toronjil, boldo, valeriana, manzanilla, canela y otros relajantes naturales, hasta colocar velas de colores o prender un poco de fuego para calentar el lugar. La música con instrumentos andinos no falta, si así lo prefiere la futura madre.

La sala de maternidad dentro del hospital Rafael Ruiz, destinada para el parto intercultural, fue implementada gracias a la donación económica de una organización no gubernamental (ONG).

Espacio cómodo y relajado

En esta sala cuenta con camas adecuadas para que la mujer se pueda colocar en cuatro posiciones: parada, sentada, acostada de lado y de rodillas. La cama tiene estantes de madera para que sirvan de apoyo al momento de pujar.

Marcia Iza, de 29 años, optó por traer a su primera hija al mundo con el parto intercultural; fue hace tres años. “Escogí hincada, para tener más fuerza a la hora de pujar”.

La mujer manifestó que su madre y abuela le aconsejaron esta posición, pues es menos dolorosa. En ese entonces la acompañó su esposo, quien le dio valor durante las tres horas que duró la labor de parto.

Marcia planea tener otro hijo en el futuro; volverá a optar por el parto intercultural, al que recuerda como una experiencia agradable, tranquila y cálida.

“Es como parir en casa, no hay angustias; la compañía de los seres queridos en ese momento es muy importante”.

Las parteras que colaboran con este proceso reciben charlas y capacitaciones por parte del personal médico para realizar un trabajo conjunto entre ambos saberes.

María Augusta Manlla, obstetra encargada de la atención a las mujeres, dio a conocer que atrás quedó la falta de espacios para la medicina ancestral, ahora se valoran los conocimientos de los antepasados, se los integra y refuerza para salvar vidas.

La profesional comentó que, según las conversaciones con mujeres que dan luz de forma tradicional y con el parto humanizado o ancestral, este último es el que menos dolor produce debido a que la posición más adecuada para parir es de rodillas, pues facilita la dilatación.

Aunque confesó que, para los profesionales de la medicina, el parto intercultural demanda más esfuerzo físico que el tradicional, debido a que deben acomodarse a la posición de la parturienta y ayudarla.

“Pero lo hacemos con gusto, mientras la paciente se sienta tranquila y relajada”, comentó la obstetra.

Manlla explicó que, de presentarse algún problema en la sala de parto, que no pueda ser resuelto en ese mismo espacio, se traslada a la paciente a la sala de maternidad de parto tradicional para que sea valorada y atendida.

“No hemos tenido complicaciones hasta el momento, es un parto muy seguro; todo el personal médico está capacitado”. (I)