La vacuna del sarampión evita otras enfermedades infecciosas
Un nuevo estudio sobre la vacuna del sarampión acaba de desvelar que no solo protege contra esa dolencia, sino también contra muchas otras enfermedades infecciosas. Los investigadores se han dado cuenta de que, desde que fue introducida, la vacuna ha podido salvar millones de vidas más de las que se pensaba y por fin pueden explicar por qué.
Su introducción generalizada en niños se realizó entre las décadas de 1970 y 1980 y causó un claro beneficio en la salud pública. Solo entre 2000 y 2013 evitó 15 millones de muertes, dicho de otro modo, salvó a todos los niños que nacerían en España durante 36 años. De hecho, la enfermedad podría estar erradicada en muchos países si no fuera porque, a finales de los noventa, un estudio fraudulento difundió el dato falso de que la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y paperas) provocaba autismo. Esa conexión se ha probado rotundamente falsa en muchos estudios , pero ha apoyado las creencias de los antivacunas, cuyo rechazo de inmunizar a sus hijos sigue provocando brotes en muchos países desarrollados, incluida España.
Lo cierto es que, gracias a la vacuna, la mortalidad infantil se llegó a reducir hasta un 75%, un bajón tan drástico que sencillamente parecía imposible. Los epidemiólogos aceptaron que los enormes beneficios en la salud de esta vacuna tenían que deberse no solo a los casos de sarampión que evitaba, sino a otros factores desconocidos.
Sólo entre 2000 y 2013 la vacuna evitó 15 millones de muertes
En un estudio publicado hoy en Science, investigadores de EE UU y Holanda ofrecen una explicación convincente a ese misterioso efecto secundario de la vacuna del sarampión. Al parecer, el virus del sarampión no solo causa esa enfermedad, sino que también provoca “amnesia” al sistema inmune. Esto supone que la memoria de los glóbulos blancos para reconocer antígenos que no sean el sarampión queda borrada y hacen que el infectado sea mucho más susceptible a otras infecciones bacterianas, por ejemplo. Hasta ahora se pensaba que esa amnesia dura días o meses a lo sumo, pero el nuevo trabajo apoya que en realidad se extiende hasta tres años después de la infección. La vacuna, señala el estudio, evita esa amnesia inmunitaria y protege al vacunado del sarampión y otras dolencias.
Daños de por vida
“La caída de la mortalidad infantil relacionada con la vacuna del sarampión puede ser mucho más grande de lo que se pensaba”, escriben los autores. “Esto es especialmente importante ahora que, sobre todo en países ricos, la reducción de infecciones oportunistas durante la inmunosupresión ocasionada por el sarampión y la poca frecuencia de las infecciones en general ha llevado al público a pensar que el sarampión es una dolencia benigna”. Nada más lejos de la realidad, pues en el mundo siguen muriendo 16 niños cada hora de esta dolencia, la mayoría en países en desarrollo. De hecho, la visión del sarampión como una enfermedad poco grave, propiciada por el movimiento antivacunas, se explica solo por el fenómeno conocido como “inmunidad de grupo”. Hay tanta gente vacunada que el virus no puede establecer una cadena de contagios y los vacunados acaban protegiendo a los que no lo están.
Uno de los problemas que han impedido comprobar este efecto hasta ahora es la falta de datos sobre mortalidad y vacunación en una serie histórica. Los responsables del estudio han usado como campo de pruebas tres países desarrollados -EE UU, Reino Unido y Dinamarca- con datos fiables de antes y después de que comenzase la vacunación masiva de niños. Su estudio muestra un descenso pronunciado, a veces espectacular, de las enfermedades infecciosas tras el inicio de la inmunización. Los datos corroboran lo ya observado en estudios previos con animales y lo observado en países en desarrollo, donde la vacuna llegó a salvarle la vida a nueve de cada diez niños en las zonas más pobres.
“Si el porcentaje de población vacunada comenzase a bajar se perdería la protección añadida que describe este estudio y habría mucha más susceptibilidad a infecciones peligrosas entre niños”, resalta Josep Maria Jansá, médico epidemiólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Lo que describe este estudio lo vemos en directo en países como Nigeria, donde los niños infectados tienen encefalitis y, si sobreviven, tienen un nivel de glóbulos blancos bajo de por vida”, resalta Ángel Gil de Miguel, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Por su parte, Ildefonso Hernández, presidente de la Sociedad Española de Salud Pública, destaca que el mismo fenómeno que se observa en los tres países analizados bien podría haberse dado en nuestro país tras la llegada de la vacunación, a principios de los años 80. “Dada la espectacular reducción de la mortalidad infantil y la ganancia en la esperanza de vida, es muy posible que España también haya sido un ejemplo de este efecto”, resalta.
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