El sombrero, un sello de identidad tanto de indígenas como de mestizos
La avenida 12 de Noviembre, una de las más concurridas e importantes de Ambato, cada lunes se tiñe de rojo, verde, azul y blanco.
Ese día se realiza la feria mayor de la ciudad y a los costados de dicha calle se encuentran gran parte de negocios y entidades crediticias de la población indígena.
Una mezcla de atuendos de los pueblos Chibuleo, Pilahuín, Tomabela, Salasaca y otros, se puede apreciar en lo que muchos consideran un “desfile” de moda autóctona. Sus diseños son similares pero de diversas y llamativas tonalidades.
Uno de los atuendos más importantes para la población indígena es el sombrero blanco, que lo llevan tanto hombres como mujeres, jóvenes y también los ancianos.
Si bien varios almacenes y tiendas de la avenida 12 de Noviembre ofertan gran variedad y diseños de esta prenda, su elaboración tiene lugar a 25 kilómetros del centro de Ambato.
San Francisco, cuna de “sombrereros”
Pilamunga, Sisa, Chango y Guato, son los apellidos de algunos de los maestros y artesanos especializados en la confección de sombreros en la comunidad Chibuleo, perteneciente a la parroquia Juan Benigno Vela ubicada al suroeste de la capital tungurahuense.
Manuel Pilamunga es uno de ellos. Los modelos que cada tarde trabaja a mano son utilizados por muchos de sus vecinos, quienes cumplen funciones ejecutivas en cooperativas de ahorro y crédito o en entidades estatales.
Estas se abrieron en Ambato en los últimos 15 años, alentadas por el auge de las micro finanzas y entidades financieras del sector indígena.
También son utilizados por agricultores y comerciantes que no han abandonado el arado en las tierras negras de los páramos de la parroquia Juan Benigno Vela.
Pilamunga es un hombre de vida sencilla, tiene 61 años y alterna sus días entre la labranza y su pequeño taller adjunto a una centenaria vivienda de adobe.
También conoce de albañilería y otros quehaceres. “Los saberes de la elaboración de sombreros indígenas son considerados todo un arte. Yo lo heredé de mis padres y ellos a la vez de los suyos, así hasta mis bisabuelos, pero me preocupa que son pocos los jóvenes de la etnia que se interesen en continuar con la tradición”, comenta.
Pilamunga es considerado uno de los últimos fabricantes de los típicos sombreros de su pueblo, que es fácil de identificar porque viste ponchos rojos con rayas, pantalones blancos e inmaculados y sombreros de copa redonda.
La jornada de trabajo para este artesano empieza de madrugada en la comuna San Antonio de Chibuleo, cuyo camino de ingreso es angosto y con tramos de piedra y tierra, muy cerca de la carretera asfaltada Ambato-Guaranda.
“El material con que se confeccionan los sombreros Chibuleo es una fina especie de fieltro, pasado por un proceso que lo impermeabiliza por completo. Es una materia costosa y delicada que se trae desde Guayaquil”, menciona Gerardo Pilamunga, hermano menor y aprendiz de Manuel.
Gerardo explica además que cada semana, en el taller de su hermano se elaboran entre 20 y 25 sombreros. “El costo dependerá del modelo, materiales adicionales y retoques que el cliente solicite; no obstante el valor estándar es $ 70”, agrega.
En la comarca todos los conocen y no les importa abandonar por unos instantes los sembrados de maíz, habas, mellocos y arveja, para dedicarse a terminar los pedidos que les llegan desde diferentes puntos de su parroquia natal.
María Carmen Ugña, esposa de Manuel, explica que en el taller de su marido incluso se han elaborado ejemplares que han sido entregados como regalos a alcaldes, concejales, artistas y hasta presidentes del país.
“Es una satisfacción saber que nuestra indumentaria es conocida por autoridades y otras personalidades importantes. Hemos expuesto nuestra producción también en países como Colombia, Perú, México y Estados Unidos”, señala.
Plancha,tijeras, cinta métrica, lápiz, formón textil, entre otras herramientas, utilizan a diario los hermanos Pilamunga para confeccionarlos.
Identidad mestiza
Estas prendas además son una pieza clave de la indumentaria de la clase media de la población mestiza mayor a 70 años.
“Hoy, la tradición de llevar sombrero casi ha desaparecido entre las nuevas generaciones. Empero hasta hace 30 años la población adulta mestiza se distinguía por su elegancia y parte de esa elegancia la marcaba el sombrero negro de fieltro”, explica Francisco Luzuriaga, historiador ambateño.
Este modelo es levemente diferente al sombrero indígena, ya que tiene dos hoyos en la parte frontal de la copa, es de fieltro grueso, es 50% impermeable y tiene una tonalidad negra.
La avenida Cevallos, barrio Ingahurco, Pinllo y Quisapincha, son algunos de los sectores de Ambato donde aún se los elabora de este tipo.
“Cada pieza se confecciona en dos horas y el precio final al público varía entre $ 55, en el caso de un sencillo y entre $ 60 y $ 65 si se trata de un pedido especial”, manifiesta Lorenzo Maliza, sombrerero. (I)