El mejor método para protegernos contra el calor
El mejor método para protegernos contra el calor. Volvemos a sufrir el calor tiempos del teletrabajo mantener la casa fresca es vital. Las persianes son unas de nuestras mejores aliadas a la hora de mantener la radiación solar, y por tanto el calor, fuera de nuestros hogares. Pero, ¿qué hacemos con las ventanas? ¿Debemos también cerrar a cal y canto las ventanas para evitar que entre calor o debemos abrirlas para aprovechar las corrientes de aire?. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
No todas las corrientes de aire son iguales. Ventilar bien la casa puede ayudarnos a aplacar el calor, pero no siempre. A determinadas temperaturas, las corrientes pueden estar simplemente lanzándonos aire caliente encima. Los humanos tenemos una temperatura corporal algo por debajo de los 37 grados C, por lo que si el viento sopla más a una temperatura superior nos servirá de poco. Hay que recordar que el objetivo es mantenernos nosotros fríos, controlar nuestro entorno (nuestra casa) es solo una herramienta más.
¿Qué dicen en Australia? Saber qué opinan en zonas más cálidas que las nuestras puede sacarnos de dudas. El Departamento de Medioambiente y Agua del estado de Australia Meridional publicó una serie de recomendaciones para combatir el calor en casa. Algunos más de sus consejos tienen como base aislarnos del calor, tanto de la radiación solar como del aire cálido.
Por ejemplo, la primera de sus recomendaciones es la de evitar que los rayos de sol entren en nuestra casa a través de persianas, especialmente en fachadas que den al oeste y (adaptándolo a nuestro contexto) el sur. También proponen otras formas de bloquear el calor, como plantas en los exteriores, un buen aislamiento térmico… y cerrar puertas y ventanas, tanto las que dan al exterior como las del interior de nuestro hogar.
entender el movimiento del aire para optimizar su uso. Es importante evitar que el aire fresco escape de nuestra casa, ya que éste es más denso que el aire caliente. Esto también tiene que ver con la altura relativa de nuestras ventanas, ya que el aire, al calentarse y dilatarse tiende a subir, mientras que el frío, más pesado, bajará. Es decir, el aire frío escapará más rápido cuanto más abajo estemos en el edificio.
Eso sí, desde Australia también recomiendan abrir las ventanas una vez las horas más cálidas del día hayan pasado. Mejor aún que esperar a que caiga el sol y podamos abrir las ventanas es actuar preventivamente. Ventilar la casa por la mañana antes de que las temperaturas se disparen nos ayudará a mejorar el ambiente del hogar y bajar un poco la temperatura para aguantar mejor cuando la calle empiece a arder.
La importancia de un buen aislamiento térmico.
Aislarnos del calor no es una tarea tan sencilla. Muchas casas no cuentan con aislamiento térmico apropiado. Muchas veces éste se ve como una forma de mantener el calor dentro de nuestra casa, y no fuera, pero el aislamiento térmico es clave tanto en invierno como en verano. Especialmente si queremos sacar el máximo partido del aire acondicionado minimizando su uso y por tanto el consumo eléctrico.
Los techos de nuestra casa (cuando éstos dan al tejado y no a un piso superior) también son importantes. El calor asciende por lo que ya de por sí los pisos superiores tienden a ser más cálidos, pero si a esto añadimos la radiación solar que da al tejado éstos pueden acabar convirtiéndose en auténticos calderos.
Un ejemplo.
Una de las características de las cuevas es que mantienen una temperatura más o menos estable a lo largo del año. Consiguen esto pese a no estar completamente aisladas del exterior. Sin embargo éstas tienen la ventaja de tener unas paredes mucho más gruesas que las de nuestras casas. En las cuevas el aire fío, más denso y por tanto pesado que el caliente, tiende a acumularse cuanto más nos adentremos y bajemos en la cueva. Las que tienen más de una entrada son más susceptibles de variaciones en la temperatura, aunque ésta depende también de la disposición de estas entradas.
La importancia de la ventilación.
Ventilar la casa adecuadamente ayuda a rebajar la temperatura del hogar, a oxigenarla y a reducir la humedad, evitando así también la sensación de bochorno. Cada casa es un mundo y cómo ventilemos dependerá de una gran cantidad de factores como de la disposición de las estancias, la orientación de las fachadas y las corrientes de aire que existan alrededor del edificio.
Factores a tener en cuenta.
Además de la temperatura externa hay otros factores a considerar a la hora de ventilar la casa. En primer lugar, la contaminación (incluyendo la acústica). La contaminación fluctúa a lo largo del día, por lo que ventilar a horas pico de suciedad puede reducir los beneficios de las corrientes de aire.
La segunda cuestión a tener en cuenta es más importante aún cuando la ola de calor se une a unos niveles de polen altos: tenemos que controlar también los alérgenos. La presencia de éstos también fluctúa a lo largo del día, lo que también puede limitar el tiempo que podemos tener las ventanas de nuestra casa abiertas.
Otros trucos para rebajar la temperatura.
No todo depende de la ventilación. Cambiar las bombillas por unas más eficientes o apagarlas a las horas más calurosas del día cumplirá el doble objetivo de reducir el calor de nuestro hogar y hacer que consumamos menos energía. Salir a comer fuera no siempre es una opción, pero siempre hay formas de comer sin tener que encender los fuegos de la cocina.
De nuevo cabe recordar que nuestro fin es mantenernos nosotros fríos, bajar la temperatura de nuestra casa solo es un mecanismo para lograrlo. Así, por ejemplo, la ropa que elijamos puede tener un efecto sobre nuestra sensación térmica. La ropa fresca de algodón puede mejorar nuestro confort térmico tanto fuera como dentro de casa. Aparte de mantenernos hidratados, debemos refrescarnos de poco en poco, pequeños sorbos de alguna bebida fría o aplicando un poco de agua fría en sitios como las muñecas o el cuello.