El máximo dirigente de Nissan, detenido en Japón por irregularidades fiscales
El máximo directivo de la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, Carlos Ghosn, fue detenido este 19 de noviembre en Tokio por supuestas irregularidades fiscales que también conllevarán, de momento, su cese como presidente del grupo automovilístico nipón.
Ghosn ha sido objeto de una investigación de la fiscalía de Tokio después de que su propia empresa condujera una investigación interna y detectara dichas irregularidades y «malas conductas» por parte del ejecutivo franco-brasileño, según informó el grupo nipón en un comunicado y una rueda de prensa posterior.
El empresario, de 64 años, está considerado como uno de los más influyentes del sector del motor y ha liderado durante años la lista de los directivos mejor pagados de Japón, desde que en 2005 asumió las riendas de la alianza Renault-Nissan.
Su detención se ha llevado a cabo después de que las autoridades observaran una posible vulneración de la normativa de instrumentos financieros y llevaran a cabo una redada en la sede de la empresa en Yokohama (sur de Tokio), según dijeron fuentes del caso a la agencia local Kyodo.
Ghosn habría dejado de declarar al regulador bursátil de Tokio un total de 5.000 millones de yenes (38,7 millones de euros) de sus ingresos durante los últimos cinco años, según detallaron las mismas fuentes.
Estos son hechos «que no puede tolerar la compañía», afirmó el CEO o máximo ejecutivo de Nissan Motor, Hiroto Saikawa, al comparecer ante los periodistas durante hora y media para dar explicaciones de los hechos.
Las denuncias afectan tanto a Ghosn como a Greg Kelly (otro alto ejecutivo del grupo). El consejo de administración de Nissan se reunirá este jueves para decidir el cese de ambos, informó Saikawa en su rueda de prensa.
Una y otra vez, el CEO de Nissan se excusó de dar detalles sobre las denuncias, pero confirmó que las supuestas irregularidades se prolongaron por «mucho tiempo» y se conocieron gracias a delaciones internas que se transmitieron a la fiscalía de Tokio.
De momento, la suerte de Ghosn al frente de Nissan está prácticamente decidida ya, pero aún deben revisar estos hechos los consejos de administración de Renault y de Mitsubishi, los otros dos pilares de esta alianza del sector de motor forjada en 1999.
Saikawa descartó que estos hechos vayan a impactar en esta alianza, pero se hizo eco de los riesgos que representa la «concentración de poder» que había acaparado Ghosn, que también ocupaba las presidencias de Renault y Mitsubishi.
«Algunas cosas tienen que corregirse, como la concentración de poder en una persona», insistió el CEO de Nissan.
Nissan pagó a Ghosn en el pasado ejercicio fiscal 1.098 millones de yenes (8,52 millones de euros), lo que supone un salario récord en la empresa, según las cuentas anuales anunciadas en la junta de accionistas de la compañía.
El directivo vio incrementados sus emolumentos el año anterior debido a sus nuevas responsabilidades al frente de la alianza, que incluían dirigir también Mitsubishi Motors, a raíz de la adquisición de este fabricante por Nissan.
En abril de 2017, el directivo abandonó su puesto como consejero delegado (CEO) en Nissan aunque se mantuvo como presidente del segundo mayor fabricante japonés de vehículos y como CEO y presidente de Renault y de la alianza Renault-Nissan.
Su llegada a Nissan sacudió los cimientos del mundo empresarial nipón al tratarse de uno de los primeros extranjeros en dirigir una de las grandes compañías nacionales y por aplicar un modelo de gestión que conllevaba drásticos recortes en los gastos y cuestionaba principios intocables de la cultura corporativa japonesa.
Con su llamado «Plan Renacimiento», Nissan pasó a negociar de forma mucho más agresiva con sus proveedores y a reducir los costes significativamente, lo que permitió el reflote del fabricante automovilístico nipón e implantar prácticas más competitivas que fueron también adoptadas por otras empresas niponas. (I)