Cali es referente latino en la atención al cáncer

Cali no es solo la capital mundial de la salsa, también se caracteriza por ser la única ciudad de la región que tiene un registro pormenorizado de la incidencia del cáncer.

La urbe colombiana, cuyo clima, infraestructura y movimiento son muy similares a Guayaquil, tiene una población de un poco más de 2.2 millones de habitantes.

La localidad caleña reportó un total de 2.600 fallecidos el año pasado por algún tipo de cáncer. De ellos 1.400 fueron mujeres y 1.200 hombres.

En esta ciudad, que es parte del Valle del Cauca, se encuentra el departamento de patología de la Universidad del Valle, que levantó desde 1962 el Registro Poblacional de Cáncer de Cali (RPCC) más detallado de la región y considerado por los expertos como el más consistente del mundo.

Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció a este registro como el más completo y sostenible entre los países de medianos y bajos ingresos.

A nivel ecuatoriano y quizás mundial, las estadísticas de esta enfermedad contemplan solo los casos que se reportan en el sistema de salud público, pero en Cali la diferencia radica en el aporte de los galenos particulares, quienes atienden esta patología en sus consultas privadas y contribuyen con sus datos a robustecer la data local.

La información cuenta con datos provenientes de expedientes clínicos de los médicos privados, la que la convierte en un archivo único en su tipo a nivel internacional.

“Algo muy particular, que solo funciona en Cali, es que los especialistas privados facilitan sus expedientes clínicos para que podamos usarlos en nuestra estadística”, dijo Eduardo Bravo, director del RPCC, a una decena de periodistas de la región que visitamos el centro especializado durante un foro de salud.

Este registro, además, sirvió de base para el trabajo investigativo de la colombiana Nubia Muñoz, candidata al Premio Nobel de Medicina en 2008. Ella centró su atención en la posible relación entre cáncer de cuello uterino y el virus del papiloma humano.

“Los primeros estudios de la investigadora se efectuaron en Cali, con datos de nuestro registro”, explicó Bravo.

Gracias a la data del RPCC, se conoce y monitorea la tendencia en la incidencia de cáncer en Santiago de Cali en las últimas 4 décadas. Este conocimiento sirve para la planificación de actividades de prevención y control oncológicas en la región y en el país.

Además es un referente de asesoría para la formación de nuevos registros de cáncer en otras ciudades del país.

Aporta en la docencia de epidemiología oncológica a nivel de pre y postgrado; y en proyectos de investigación terminados, en curso y en fase de planeación.

Se calcula que la zona de influencia de Cali en atención oncológica incluye a cerca de 9 millones de personas, ya que comprende toda la zona suroccidental de Colombia.

Una gran parte de los pacientes llega desde los sectores rurales para ser atendidos en la ciudad. Ese precisamente es uno de los inconvenientes que presenta este país, así como la falta de concentración de los servicios oncológicos en un solo lugar.

“Estamos demorándonos más de 10 días en pensar que una persona tiene cáncer y más de 30 días en darle inicio a un tratamiento”, sostuvo Cristina Lesmes, secretaria de Salud departamental del Valle del Cauca.

La base de datos del RPCC comprende estadísticas demográficas, de tumor y de base diagnóstica de más de 100.000 casos nuevos de cáncer en el área urbana de Cali. Esto es producto de la búsqueda activa y permanente de datos en todas las fuentes de información, preservando siempre la confidencialidad.

La vigilancia, que hace el RPCCdel cáncer en Cali, revela una disminución de la incidencia de la patología invasiva del cuello uterino.

Según ese registro, buena parte de esta tendencia se debería a la expansión de los programas de citología vaginal, que se incrementaron desde 1979 y alcanzan una cobertura superior al 95%.

Pero no ocurre lo mismo con el cáncer de mama, del cual se reporta un ascenso gradual y permanente.

Por ello, el doctor Pelayo Correa -fundador del RPCC- cree necesario establecer cambios en los métodos de diagnóstico temprano.

“La mejor opción será la ampliación y mejoría de los servicios de mamografía. Ello sugiere una inversión importante de recursos, por lo tanto es hora de darle la cara al problema”, sostiene.

Otro de los problemas oncológicos que va en aumento en Cali -como en el mundo- es el de próstata.

La RPCC sugiere averiguar hasta qué punto el aumento de la incidencia se debe a la generalización del uso de las pruebas para medir el nivel sanguíneo del antígeno prostático específico.

Cali visible por el RPCC

El RPCC fue la principal razón para que la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC) eligiera a esta ciudad colombiana como modelo para la iniciativa: “Desafío de las ciudades contra el cáncer”, conocido también como C/Can 2025.

Fue la primera urbe escogida por la UICC, en 2017, para ser parte del plan piloto que busca mejorar la calidad del tratamiento del cáncer en los próximos 3 años.

“El éxito dependerá de la consecución de mayores recursos para luchar contra esta enfermedad y de que el modelo se imite por todo el mundo”, anticipó Ricardo Camacho, asesor especial de la UICC.

Para la secretaria departamental de Salud del Valle de Cauca en el año que transcurrió -desde la designación de Cali como ciudad piloto- se logró sentar en la mesa a todos los actores que son parte del sistema de salud y del abordaje concreto del cáncer.

“La mayor preocupación para nosotros era que pudiésemos juntar a 182 funcionarios públicos y privados de todos las categorías y especialidades y así obtuvimos un primer diagnóstico que nos ha facilitado la ruta”.

Se estableció, además, que es prioritario una inversión de recursos elevada con respecto a la tecnología diagnóstica y de manejo oncológica.

Para ello ya cuentan con un plan a través de fondos públicos.

“Presentamos 2 proyectos al Ministerio de Salud y tenemos prácticamente financiada una tecnología muy importante en el hospital universitario. Además vamos a abrir camino con el equipo de tomografía PET que es indispensable y del cual se requieren al menos 5 en la ciudad”.

Todo el avance que registre Cali -en el manejo del diagnóstico y del tratamiento del cáncer- involucrará al suroccidente del país, donde se asientan departamentos de mayor vulnerabilidad como Nariño y Putumayo.

Precisamente, estos sectores son los que presentan mayores dificultades por el tiempo que deben emplear para trasladarse a la ciudad.

Solo entre Cali y Putumayo hay una distancia terrestre de 3 horas y 30 minutos. La ausencia de un soporte económico de las familias pobres -que llegan a Cali y que deben permanecer mientras dure el tratamiento- genera que muchas personas, sobre todo las madres, renuncien al proceso terapéutico de sus niños por cuidar de la familia en sus lugares de origen.

“Este es un problema para el cual todavía no hemos encontrado una solución porque implica más que solamente el manejo médico del paciente”. Otro de los inconvenientes, sin respuesta aún, es la falta de “camas solidarias”. En Colombia no existen los espacios físicos -sin costo- donde puedan quedarse en la ciudad, la madre y su niño, la familia o el paciente para recibir su tratamiento continuo.

“Esta es una dificultad importante y un gasto emocional por el hecho de desplazar a uno de sus miembros y dejarlo solo o tener que acompañarlo”, acota Lesmes.

En lo que sí hay avances es en la formación profesional. Se actualizó a los patólogos del departamento del Valle y existe un nexo con España para capacitar a los especialistas que ya tienen título y a aquellos que están aún en formación universitaria.

La UICC apoya técnicamente y muestra caminos alternativos que podrían ayudar a conseguir el financiamiento necesario de los recursos económicos.

Pero en Colombia hay una dificultad para encontrar una fuente que subvencione los recursos que deben pagarse en salud; y que por decisión del Gobierno es una responsabilidad territorial

“Nos hemos dedicado a encontrarle una fuente a esos recursos (..) por lo pronto tratamos de adecuarnos a las políticas nacionales de organizar redes integrales de servicios que nos permitan hacer una mejor utilización de la capacidad que tenemos disponible y que no se usa de la forma correcta”.

El Departamento del Valle del Cauca prevé asumir de forma directa la compra de los medicamentos más costosos y que no están incluidos en el sistema de salud que aborda el cáncer.

“Ojalá que en la negociación logremos un mejor precio, pero sobre todo la tranquilidad de contar con las medicinas que podrían garantizar la diferencia en su expectativa de vida”.

Lesmes aclara que Cali apuesta a disminuir la mortalidad por cáncer, pero no la presencia de esta patología, de la que no se conoce con precisión el origen.

Por eso, se apuesta al diagnóstico temprano que posibilita una cura si se lo aborda en las 2 primeras fases.

Sin embargo, se complica cuando el dictamen de la enfermedad llega tarde y a un costo mayor, mientras que la posibilidad de supervivencia es mucho menor.

El único cáncer que tiene vacuna de prevención es el de cuello uterino, pero la funcionaria precisó que en ese aspecto hay una lucha contra el movimiento antinmunizaciones que ha imposibilitado que todas las niñas colombianas accedan a esta terapia.

Para Ramiro Guerrero, director de investigación en salud de la Universidad Icesi de Colombia, el problema no es la cantidad de recursos que se destinen al cáncer, sino la disponibilidad, calidad, entrenamiento y coordinación de los recursos humanos y la compra inteligente de la tecnología. (I)