Abanderados comparten su historia antes del juramento al símbolo patrio
Ariel Vaca, de 16 años, pensó en dejar los estudios cuando su padre enfermó de neumonía. Sin embargo, no lo hizo y siguió viajando a diario desde su natal Milagro hasta el colegio Técnico Simón Bolívar, en Guayaquil, para continuarlos.
Este año recibió la noticia de que sería el abanderado del plantel, un privilegio que, dice, aún no se lo cree.
Ayer él y 185 abanderados de unidades fiscales de Guayaquil, Durán y Samborondón compartieron sus historias y dieron a conocer lo que estudiarán al graduarse de bachilleres. “Quiero estudiar Mecatrónica en la universidad y tener mi propio taller de mecánica”, dijo el joven que sufrió bullying.
Los adolescentes respondieron las preguntas que les hizo el ministro de Educación, Fander Falconí, sobre su aporte al país una vez que terminen el colegio.
Joseph Chilán, abanderado del Dolores Sucre, respondió que retribuirá todo su aprendizaje con trabajos que propendan al enfoque social.
El joven estudiará la carrera de Ciencias Químicas.
Asimismo, Jéssica Ramírez, del Rita Lecumberri, anunció que le gustaría emprender un negocio en repostería y que sus ingresos los destinaría a obras sociales. Además cursará la carrera de Medicina.
La jornada se dio en el marco del Juramento de la Bandera que hoy se cumplirá en diferentes planteles fiscales, fiscomisionales y particulares del país.
Allí 159.174 estudiantes de tercer año de bachillerato jurarán la bandera en la Costa y 122.171 lo harán en la Sierra.
La discapacidad no la detuvo
Más de un año transcurrió para que Soledad Castellanos consiguiera un colegio que le permitiera desarrollarse académicamente con la discapacidad auditiva que presenta desde los 6 años, producto de una intensa fiebre de la cual no recuerda el origen, solo que cambió su vida.
“Me sentí muy triste porque quería estudiar y no me permitían”, comenta en lenguaje de señas la abanderada del Instituto Nacional de Audición y Lenguaje (INAL), que hoy encabezará el grupo de estudiantes que jurará lealtad al tricolor patrio. A través de su intérprete Paulina Luna, Soledad confiesa que en un inicio sintió discriminación porque las personas no entendían su discapacidad. Sin embargo desde los 8 años, cuando ingresó al INAL, su vida cambió por completo.
Soledad forma parte del coro en lenguaje de señas “manos blancas”. Además es muy hábil en la cocina. Su anhelo al terminar la secundaria es estudiar gastronomía para ser chef profesional. “Nadie me ha enseñado sobre cocina, pero a mí me gusta y eso quiero ser a futuro”.
Mellizas abanderadas
Valeria y Lucía Estrada Salem, de 17 años, son mellizas. Comparten mucho en común. Además estudian desde kinder en la unidad educativa Monte Tabor-Nazaret, de Samborondón.
Allí ambas fueron elegidas como las abanderadas de los pabellones nacional y del cantón de Samborondón, respectivamente.
Para Valeria portar la bandera del Ecuador es una recompensa a todo el trabajo, esfuerzo, perseverancia que hace a diario. Ella alcanzó un promedio de 9.88; mientras que su hermana Lucía, 9.85.
“La clave para obtener las mejores calificaciones siempre ha sido estar atenta a la clase”, dice Lucía. Ahora las mellizas piensan estudiar administración de empresas en una universidad extranjera. Hoy se alistan para el juramento. (I)