Locos por un 'selfie': una hora en la universidad con Rafa Nadal

«¿Lo has conseguido? ¿Lo has conseguido?«, le pregunta una chica a otra, ansiosa porque la respuesta sea un sí.

Son las 14:40 horas y una marea de gente colapsa los pasillos del pabellón deportivo de la Universidad Europea de Madrid (UEM). Esperan a que aparezca Rafa Nadal, que acaba de ser investido Doctor Honoris Causa por esa universidad. El tenista apenas puede andar para llegar al coche. Todo el mundo quiere hacerse una foto con él o conseguir un autógrafo. Los que no pueden acercarse, lo hacen a distancia. Alguno tiene más suerte.

«Fírmame la riñonera, donde pilles», le dice un chico al tenista, y se la pasa. Nadal la coge, la firma y se la devuelve sin dejar de sonreír. El chico se da la vuelta, satisfecho, con gesto de haber conseguido el objetivo. «¿No me has grabado mientras me firmaba?«, le dice a su acompañante. No tiene vídeo, pero al menos sí ha conseguido el autógrafo.

La fiebre por conseguir un ‘selfie’ contagió incluso al alcalde Villaviciosa de Odón, que no quiso perder la oportunidad. Aunque él fue más listo: esperó a que Nadal llegara al coche y allí lo consiguió. 

Lo sucedido en la UEM es un ejemplo más de lo que le pasa a Rafa Nadal cada vez que tiene un acto en España. Le pasa en Barcelona cuando juega el Godó y en Madrid cuando viene a jugar el Masters 1000. El tenista balear no tiene ni un minuto de respiro. Y a cada paso que da tiene a un montón de gente vitoreándolo, animándolo e intentando conseguir una foto con su ídolo.

La agenda de Rafa Nadal es muy apretada. Y no por sus compromisos deportivos. El tenista balear apenas pasa por Madrid durante la temporada (el Masters 1000 en mayo y poco más), por lo que todos los actos, publicitarios y no publicitarios, en los que le requieren suelen concentrarse en estos días. Tras ser eliminado el 23 de abril en Conde de Godó por Fognini, Nadal se fue a Manacor a preparar el resto de la temporada de tierra batida. El 29 viajó a la capital, y ese mismo día tuvo un acto con Teléfonica y Eurosport. Al día siguiente, otro con KIA. El día 1 de mayo recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Y este lunes, día 4, fue investido Doctor Honoris Causa. Lo deportivo, lo verdaderamente importante, no llegará hasta el miércoles con su debut en la Caja Mágica.

El acto estaba previsto que comenzara a las 13 horas, pero no lo hizo hasta las 13:50. Antes, cada vez que alguien se levantaba y se dirigía hacia la puerta, todos en el pabellón giraban la cabeza inmediatamente pensando que ya había llegado la estrella del evento. Pero nada. Tocaba seguir esperando. Al final llegó, tras casi una hora de retraso y con algunos pitidos para el pobre encargado de dar la cara para explicar que aquello no iba a empezar a la hora prevista. Alguno no se conformó con verlo desde su asiento y corrió para verlo más de cerca cuando entró. «Mira, todo el mundo corriendo. Tanto dinero invertido para que sólo quieran hacerse un ‘selfie’. Qué pensarán nuestros padres«, comentaba una estudiante. “Que se supone que tenemos que quedar bien, que somos de pago«, añadía.

‘¡Vamos Rafa!’

Comenzó hablando la rectora de la UEM, Águeda Benito, que intentó, sin mucho éxito, equiparar tenis y estudios y poner a Nadal como ejemplo de esfuerzo y superación para sus estudiantes, como si en vez de la rectora fuera la madre de todos: a ver si les pegaba algo. «¿Si él fuera un estudiante creen que se rendiría ante una asignatura difícil?«, dijo. Buena pregunta. Pero a alguno le faltó tiempo para gritar el famoso ‘¡Vamos, Rafa!’.

Ese fue el grito con el que cerró su discurso la periodista María Escario (con ella fue más fácil sacarse una foto) que fue la encargada de pronunciar la laudatio. «Esa es la de las Olimpiadas», le susurraba un estudiante a otro. «Me encanta», decía otra. Nadal no cambió su rostro serio mientras Escario glosaba sus éxitos. De hecho, se le vio algo agobiado. Sólo cuando le pusieron el birrete laureado, lo que levantó las risas de los asistentes, o cuando le pidieron que mordiera la medalla que le habían dado sonrió. Su discurso fue corto.»“Los deportistas, más allá de ganar o perder, debemos ser ejemplares en nuestro comportamiento«, dijo, entre otras cosas, Nadal, que lamentó no haber podido disfrutar de los años de universidad.

El acto terminó con el Gaudeamus Igitur, himno que se canta en todas los actos académicos pero del que ningún estudiante conoce la letra más allá de los dos primeros versos, no se sabe si porque les da pereza el latín o la propia universidad. Nadal sólo estuvo un poco más de una hora en la universidad, pero le dio tiempo a comprobar que la gente lo quiere mucho. Casi tanto como hacerse un ‘selfie’ con él.

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