La historia alerta al Real Madrid

La imponente onda expansiva de Real Madrid, Barça y Bayern parece haber rebajado a poco menos que a la condición de telonero de las semifinales a la Juve. No traga Carlo Ancelotti, hombre de fútbol, que sabe de la enorme solera de su paisano adversario. Por algo no es precisamente el club de sus amores. Pese a su tránsito por el banquillo turinés, el actual técnico madridista nunca enraizó con la institución de la familia Agnelli, su enconado rival como jugador y entrenador. Y, al igual que su míster, también debe estar en alerta todo el Madrid, al que su deslumbrante galaxia hace partir como favorito por méritos propios.

Pero desde finales de los ochenta, Italia nunca fue un paraíso madridista. A doble eliminatoria, el Real no despacha a un equipo del calcio desde 1987. Paradojas de la vida, desde que Ancelotti sorprendiera a Buyo con un zapatazo kilométrico en el origen del 5-0 del Milan de Arrigo Sacchi a la Quinta en 1989, los blancos han caído en las siete citas posteriores con italianos a dos partidos. Dos veces con el mismo Milan, tres con el Juventus y una con Torino y Roma. Cierto que los de Chamartín se desquitaron con creces a un solo encuentro, en la Séptima, en la final de 1998 con los blanquinegros vencidos por Mijatovic.

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Ni entonces ni ahora, el Juventus era un equipo cualquiera. No puede serlo el club que afilió a Sívori, Boniperti, Zoff, Rossi, Scirea, Platini, Boniek, Baggio, Zidane, Pirlo… Se trata de la entidad más laureada del campeonato italiano (31 ligas) y fue la primera en la historia en conquistar los tres títulos europeos (Copa de Europa, Recopa y Copa de la UEFA)… Es uno de los 12 conjuntos que han levantado más de una Orejona (dos) en 59 ediciones. En definitiva, el Madrid, con sus muchas virtudes y toda su mística en esta competición, se mide a un adversario heráldico, de esos que compiten en las buenas y en las malas, de los que acostumbran a tener un plus en los genes. “Seguramente, la Juve sea la sorpresa de las semifinales, pero es serio candidato al título”, sostuvo ayer Ancelotti, que no espera un contrario similar al Atlético, “sino un partido distinto, porque a la Juve también le gusta la posesión”.

Al campeón le aguarda un Juventus de pura cepa italiana, que lo primero que negocia es la portería a salvo y penaliza los descuidos ajenos. Para ello se aferra en muchas ocasiones a su propia BBC —Bonucci, Barzagli y Chiellini—, tres centrales internacionales sobre los que sustenta su dique delante de Buffon, imperecedero a sus 37 años. Él lidera a un equipo titular cuya media de edad fluctúa entre los 30,5 años si el ariete es Morata o los 31,2 si el elegido es Llorente. Massimiliano Allegri, su técnico, no tiene reparos en alterar el sistema, y el equipo está acostumbrado a mutar de una línea de tres centrales a una tapia con solo cuatro zagueros. En ese caso, a Tévez y al delantero español de turno los auxilia el argentino Pereyra, acunado en River Plate. Allegri hizo un guiño al respecto de la táctica para hoy: “Ancelotti ha dicho que cuatro atrás y yo también digo cuatro”. En su opinión, “una semifinal requiere un partido perfecto en la ida y en la vuelta”. Quien aún no está listo es el francés Pogba, que ayer no se entrenó con el grupo.

«Habrá que defender mejor de lo que lo hemos hecho últimamente”, dijo Ancelotti

“No sabemos seguro cómo van a jugar, pero, sobre todo, habrá que defender mejor de lo que lo hemos hecho últimamente”, dijo Ancelotti, que puntualizó que su equipo se perfila para “jugar un partido de ataque”. En ese sentido, “Bale está perfecto” y la baja de Benzema no puede determinar, según el entrenador, que el equipo no tenga movilidad “con o sin balón, o que no lo mueva con rapidez”. Por tercera vez en menos de un mes, Sergio Ramos estará en el eje del campo. Eso sugirió el preparador italiano, que no dio más pistas sobre la alineación de partida.

Ancelotti hizo bien en mostrar cautelas. Una institución de la aristocracia de la Juve pocas veces puede ser un tapado. Su sedimento le avala, y también su solvencia en Europa y en el campeonato italiano, por mucho que no esté en su momento de mayor púrpura. En su nuevo estadio, con aforo para 41.000 espectadores, tiene la oportunidad de iniciar el retorno a una final doce años después. Entonces, sucumbió ante el Milan de… Ancelotti. En Turín, asentada la regeneración institucional tras las vergüenzas del Moggigate, parte de la capital del Piamonte y gran parte de Italia sueñan con el regreso a la cumbre. A la que nunca pudo volver el Gran Torino, el otro emblema turinés, de cuya desgracia en Superga se cumplieron ayer 66 años, con homenajes en la ciudad en memoria de aquellos 31 muertos —18 futbolistas del Toro incluidos, con el glorioso Valentino Mazzola a la cabeza— en el accidente aéreo que cambió drásticamente el panorama del fútbol italiano y europeo.

La Juve, mientras, se mantiene con toda su raigambre. En principio, se atisba la cruda Juve de toda la vida, la que con más o menos cartel de vestuario se las suele apañar para desafiar a cualquiera, incluido a todo un campeón mayúsculo como este Madrid. Luego, el fútbol dirá.

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